El pasado 30 de enero se puso fin a la restauración del retablo mayor de la Capilla de la Piedad, sede de la Hermandad del Baratillo. En los últimos seis meses se ha llevado a cabo una profunda actuación en este interesante retablo construido a lo largo del siglo XVIII y que cobija, en la actualidad, las imágenes de la citada hermandad.
Los orígenes de este templo se remontan a la gran epidemia que asoló Sevilla en 1649. El conocido como monte del Baratillo, en el Arenal de la ciudad, sirvió como lugar de enterramiento y sobre él se ubicó una cruz de forja en conmemoración de las víctimas. Años más tarde surge una hermandad en torno a esta cruz que decide levantar su sede canónica entre 1693 y 1696. El actual retablo mayor no se contratará hasta principios del siglo XVIII, siendo Juan de Valencia el encargado de su diseño y quedando finalizado el 16 de enero de 1707. Los trabajos de ampliación del templo motivarán el encargo de un nuevo retablo mayor en 1728 al escultor Antonio González de Guzmán, que, por lo que se ha podido estudiar, no realiza una obra nueva, sino que amplía el retablo existente añadiéndole diferentes elementos. Los trabajos se alargarán hasta los años sesenta de ese mismo siglo, cuando Vicente Álvarez procede a su dorado y policromado. La labor llevada a cabo por la empresa Gestionarte ha permitido, además de recuperar el retablo, conocer detalles sobre su construcción y sobre los materiales empleados, como es el caso del azul de Prusia empleado como fondo del conjunto, en contraste con el dorado de la decoración.
Retablo mayor de la Capilla con su configuración actual |
A lo largo de su historia, tanto el retablo como la capilla han sufrido diferentes avatares que han ido modificando su aspecto. El terremoto de Lisboa de 1755 afectó gravemente al edificio, siendo remodelado posteriormente con la estética clasicista que tiene actualmente. Más recientes son algunos cambios ejecutados en el retablo mayor, como la incorporación de la Virgen de Belén en el ático en los años treinta del siglo XX, sumándose a las dos esculturales laterales que representan a San Antonio Abad y San Francisco de Paula realizadas en la reforma de 1762. Otro cambio sustancial fue la construcción del actual camarín en 1904 para acoger el conjunto de la Piedad realizado por Emilio Pizarro y que sustituyó al lienzo fundacional que se conserva en una de las paredes laterales del templo. La Piedad de Pizarro fue nuevamente sustituida por las actuales imágenes en los años cincuenta del pasado siglo. No sería la última intervención pues en los años sesenta se modifica la mesa de altar y el banco del retablo para disponer el actual zócalo de mármol rojo.
Lienzo que ocupaba el lugar del grupo escultórico |
Todas estos cambios e intervenciones han tenido un efecto en la conservación del retablo. Los profesionales de la empresa Gestionarte establecieron cuatro causas que afectaban a la correcta conservación del conjunto: los defectos de construcción, las deficiencias en el inmueble, las diferentes actuaciones llevadas a cabo en el retablo durante los últimos 300 años y por último el propio uso litúrgico. Entre los aspectos más llamativos destaca la relativa calidad de los materiales empleados en la construcción del retablo, el uso de telas encoladas que sufren con mayor celeridad los efectos del paso del tiempo o los intentos para reajustar el retablo con infinidad de clavos una vez asentado.
Tras la limpieza de toda la superficie se ha procedido a la consolidación del conjunto, así como a la reposición de elementos que habían sido eliminados o cambiados de sitio y a la restitución volumétrica de otros que se habían perdido con el paso del tiempo. Tal y como destacan desde la propia empresa, uno de los aspectos clave de la intervención ha sido poder acceder a la parte posterior del retablo donde se acumulaban una gran cantidad de escombros. La recuperación de la policromía original del retablo ha sido, sin duda, una de las sorpresas de la actuación. Al renacer del dorado se une la presencia del referido azul de Prusia, de un tono verdoso que contrasta de una manera muy sugerente con el pan de oro o los tonos pardos del cortinaje que remata el conjunto, realizado con telas encoladas.
Toda la información sobre el proceso de intervención en el Blog de Gestionarte
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