martes, 9 de octubre de 2012

Expo _ Murillo y Justino de Neve. El arte de la amistad


La exposición 'Murillo y Justino de Neve. El arte de la amistad' abre la temporada otoñal de exposiciones en Sevilla. A la espera de que desembarque en la ciudad el Titanic, todas las miradas se centran en el antiguo Hospital de los Venerables, que acoge hasta el 20 de enero piezas maestras de Bartolomé Esteban Murillo.

Tal y como podemos leer en la web del Museo del Prado, coorganizador de la muestra junto con FOCUS Abengoa, "la exposición reúne un conjunto de diecisiete obras tardías del artista, procedentes de colecciones museísticas de Londres, París, Houston, Madrid y Sevilla, entre otras ciudades, fruto de su relación con don Justino de Neve, canónigo de la Catedral de Sevilla e importante mecenas y amigo personal del artista.

El conjunto de los cuadros que se muestran es un excelente testimonio de algunos de los proyectos artísticos más importantes acometidos en Sevilla en este periodo, que introduce al espectador de lleno en el corazón mismo del Barroco sevillano y de su fusión de arte, religiosidad y cultura.

Además de las obras pertenecientes a la colección particular de Justino de Neve, otras se encargaron para la iglesia sevillana de Santa María la Blanca (cuya reconstrucción fue supervisada por él), la Catedral y el Hospital de los Venerables Sacerdotes, institución para clérigos que el canónigo había contribuido a fundar".

Una exposición que está llamada a romper todas las previsiones en una ciudad que, siglos después, sigue enamorada de Murillo.


Horario_Del 9 de octubre al 20 de enero. De lunes a domingo de 10 a 14 y de 16 a 20 horas.

Más información aquí

3 comentarios:

Mari Carmen dijo...

Gracias por la información, en breve iremos a visitarla. Me gusta lo que voy descubriendo de tu blog, al que entraré frecuentemente para recrearme de todo.
¡Enhorabuenísima!
Saludos.

Sergio Harillo dijo...

Muchas gracias, Mari Carmen :)

Pepe Becerra dijo...

Y como siempre, prohibido realizar fotografías.
Mira que tenía ilusión por ver la exposición, sobre todo la Inmaculada que nos robó Soult, colocada en su marco original. Desgraciadamente, la memoria es frágil, y como no quede una muestra fotográfica para recordarla los detalles se difuminan.
Recibe un abrazo.