Decir Bernini es nombrar a uno de los artistas más importantes y aclamados de la Historia del Arte. Si por algo destaca este gran genio de la escultura es por saber captar en sus obras justo el momento más dramático de las mismas, el instante en el que algo está a punto de ocurrir. Lo vemos en su maravilloso 'Apolo y Dafne' cuando el delicado cuerpo de la ninfa empieza a convertirse en laurel ante el asombro del hechizado Apolo; o en su Santa Teresa de Jesús, en pleno éxtasis tras ser atravesada por la flecha y el fuego divinos.
La imagen del bíblico rey David es muy común en la Historia del Arte, su enfrentamiento con el gigante Goliat ha servido como metáfora, durante siglos, de la inteligencia, la astucia y la superación de todos los obstáculos. En la Florencia renacentista el David fue pieza clave, al asociar el personaje del Antiguo Testamento con la propia ciudad, que vence a todo aquél que osa plantarle cara. Miguel Ángel talló su David en el momento en el que el joven piensa en lo que va a suceder, en su enfrentamiento con Goliat, lleva sobre el hombro la honda con la que derrocará al gigante. También Donatello y Verrocchio fundirán en bronce una imagen del David, pero en el momento posterior a la decapitación de Goliat, cuando toda la acción ya ha transcurrido.
Bernini no opta ni por el antes ni por el después, sino que plasma al rey David en el preciso instante en el que toma impulso para lanzar la mortal piedra con su honda; el cuerpo completamente retorcido formando un bucle que invita al espectador a girar alrededor de la escultura, el ceño fruncido concentrado en su objetivo, todos sus músculos en tensión. Un auténtico prodigio de la escultura y una de las obras cumbre del Barroco.
Gian Lorenzo Bernini (Nápoles 1598-Roma1680) será el protagonista de la próxima exposición de otoño del Metropolitan Museum de Nueva York (enlace)
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