miércoles, 10 de julio de 2019

Otra mirada hacia Sevilla

Los personajes principales de La Otra Mirada. Fuente RTVE


Llevo tiempo queriendo escribir sobre 'La Otra Mirada', la serie de Boomerang TV para TVE ambientada en una academia para señoritas de la Sevilla de los años veinte. La serie comienza con la llegada a Sevilla de Teresa, el personaje principal de la primera temporada cuyo estilo de vida cosmopolita choca con los postulados y convicciones sociales de la Sevilla de la época. A lo largo de la trama se van abordando una serie de problemáticas relacionadas con la situación de la mujer en aquellos años, como los matrimonios concertados, el acceso a la vida laboral o las estrictas normas sociales impuestas por una sociedad dominada por el hombre.



El personaje de Teresa en el Puente de Triana. Fuente Filmand


En Sevilla Teresa entrará a formar parte del claustro de profesoras de una exclusiva academia donde estudian las hijas de la alta sociedad sevillana. Su llegada al centro supondrá toda una revolución al tratar temas y conceptos tabú que chocarán con el decoro que se presuponía debían guardar las mujeres de la época y con los prejuicios de unas alumnas que han sido educadas para ser las perfectas esposas y poco más. Conforme avanza la serie los diferentes personajes femeninos se tendrán que enfrentar a una gran pregunta, ¿por qué me tengo que conformar con esta vida?

Cuando leí que se estaba rodando una serie ambientada en la Sevilla de los años veinte tuve mis dudas con respecto al resultado. Siempre que nuestra ciudad aparece en la ficción suele hacerlo por los manidos tópicos que todos conocemos. Sin embargo en La Otra Mirada aparece otra Sevilla, una Sevilla industrial (se ha hecho alusión en varias ocasiones a las fábricas y a los problemas de los trabajadores aunque no sea la temática principal de la serie), abierta a las novedades donde se ha hablado de los cambios sociales que se estaban produciendo en otras partes del mundo y de avances técnicos como el cine (desde 1915 el Cine Llorens ofrecía películas de cine mudo).


El personaje de Inés en el Muelle de la Sal. Fuente El Confidencial


Sí que es cierto que en la mayoría de las ocasiones la burbuja aperturista que supone la Academia choca con la realidad de la época y son constantes las frustraciones a las que tienen que enfrentarse los personajes debido al carácter cerrado de la sociedad. Una de las críticas que tiene la serie es precisamente la relativa libertad que se refleja. El hecho de que Teresa sea una mujer viajada y con unas ideas rompedoras es perfectamente plausible en la época, pero hay quien cuestiona su poder para cambiar el mundo que le rodea. En este punto prefiero creer en la voluntad del ser humano por mejorar y tender hacia unos postulados más justos. La chispa que enciende Teresa al llegar a la Academia ya estaba ahí, ese anhelo por escapar de los corsés sociales tenía que estar en el corazón de muchas mujeres (y hombres) de la época y tal vez es ese microcosmos que supone la Academia lo que permite desarrollar unos nuevos ideales. 

Conforme avanza la serie vemos cómo varios personajes van cambiando, evolucionando. Quizás los más característicos sean Doña Luisa, la profesora de Ciencias y Ramón, el encargado de mantenimiento. Ambos se ven muy influenciados por la llegada de Teresa y gracias a ella empiezan a comprender que otro mundo es posible y que han vivido encerrados en unos estigmas sociales que es necesario romper. Otra de las tramas más emotivas de la primera temporada fue cómo se abordó la homosexualidad de uno de los personajes y el auténtico calvario que tuvieron que sufrir las dos protagonistas de esta historia por el simple hecho de amarse.


El personaje de doña Manuela con sus padres en el Patio de Banderas. Fuente RTVE


A pesar de que gran parte de la serie está rodada en interiores, es importante destacar la presencia de exteriores en la trama. De Sevilla capital han aparecido el Puente de Triana, el muelle de la Sal, los jardines del Real Alcázar o el Patio de Banderas pero gran parte de la acción en exteriores se ha grabado en Utrera (sobre todo en la primera temporada) y en Carmona como si fueran las calles de Sevilla. De hecho en esta segunda temporada Carmona tiene un gran protagonismo al aparecer prácticamente en todos los capítulos y siendo perfectamente reconocibles muchos de sus monumentos. La elección de estas dos ciudades de la provincia para reflejar las calles de la Sevilla de la época es todo un acierto y nos permite imaginar cómo pudo ser nuestra ciudad antes de los profundos cambios urbanísticos promovidos por la Exposición Iberoamericana de 1929 y los posteriores desarrollos de los años cincuenta, sesenta y setenta.

Ignoro cuánto durará La Otra Mirada en emisión pero desde luego si hay algo que podemos agradecerle a esta serie es romper con los clichés que hasta ahora se han asociado a nuestra ciudad en la ficción. Se suele asociar la imagen de Sevilla a principios del siglo XX con el atraso, pero no podemos obviar la industrialización que tuvo lugar en la ciudad desde el siglo XVIII hasta la primera mitad del siglo XX, los cambios urbanísticos de la época (lo que denota la presencia de inversores) o la existencia de un gran número de teatros que llegaban a programar hasta cinco sesiones diarias por la alta demanda existente. Esa otra Sevilla también existía y ha estado silenciada durante demasiado tiempo. Esta serie se podría haber ambientado en Sevilla, Valencia o Santander, por los temas y la época tratados, pero la elección de nuestra ciudad abre la puerta a mirar de otra manera nuestro pasado más reciente.

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