La iglesia de Santa Ana de Triana está de celebración en este 2016 al cumplirse el 750 aniversario del inicio de su construcción. Entre las múltiples actividades organizadas para conmemorar la efemérides, actualmente se puede visitar en la zona del trascoro una exposición formada por piezas del propio templo restauradas para la ocasión y una serie de obras cedidas por otras parroquias o comunidades religiosas cuyo nexo de unión es la figura de Santa Ana, titular del templo.
Sin duda una de las estrellas de la exposición es la lauda sepulcral de Íñigo López, primera obra documentada de Niculoso Francisco Pisano en Sevilla y fechada en 1503. La llegada de Pisano a nuestra ciudad supuso una auténtica revolución en los talleres cerámicos de la ciudad, al introducirse una nueva técnica que consistía en pintar los azulejos como si de una tabla se tratase, dando un cromatismo y realismo a las piezas nunca visto hasta ese momento. Son varias las piezas que se conservan en Sevilla de este autor, pero sin duda esta lápida es una de las más conocidas por el misterio que envuelve al personaje, cuyo nombre aparece en la lauda pero parte del texto fue borrado intencionadamente en algún momento de la historia, perdiéndose para siempre su profesión u origen.
En torno a esta lápida giran diferentes leyendas, desde que fue un esclavo asesinado por su amo hasta la 'tradición' que animaba a las mujeres solteras a darle una patada en la cara si querían encontrar marido, un hecho que ha acrecentado el deterioro de la obra y que ha podido ser documentado por medio de fotografías antiguas.
La restauración ha sido posible gracias a la colaboración económica de la Real Maestranza de Caballería y en ella han intervenido un equipo de restauradores formado por Cristina García, Carmen Riego y José Ramón Pizarro, acompañados por el maestro mayor del templo, Francisco González de Canales. La principal novedad ha sido la sustitución del soporte del conjunto cerámico, que ha sido trasladado del muro a una vitrina que garantizará su conservación y seguridad.
Con esta intervención se añade un nuevo capítulo a una de las piezas cerámicas de mayor antigüedad y valor de las que conservamos en la ciudad. Su aparición detrás de un retablo ya llamó la atención de José Gestoso en la segunda mitad del siglo XIX, ahora, con su consolidación, se convierte en un motivo más para visitar el formidable templo de la calle Pureza, un auténtico tesoro histórico y artístico con obras de arte de primera magnitud firmadas por Pedro de Campaña, Hernando de Esturmio, Alonso Vázquez, Pedro Roldán o Domingo Martínez entre otros.
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