La capilla de Santa María de Jesús, en la Puerta de Jerez, es una de esas pequeñas joyas que nos hablan de un pasado de la ciudad que perdimos para siempre en algún momento de nuestra historia. Este pequeño edificio es el único resto que queda de la primera Universidad que tuvo la ciudad, fundada por Maese Rodrigo Fernández de Santaella en 1505 gracias a la bula papal otorgada por Julio II (el que encargó a Miguel Ángel la decoración pictórica del techo de la Capilla Sixtina o el famoso Moisés). Tras el derribo del Colegio universitario a principios del siglo XX para abrir la avenida de la Constitución y el centro histórico hacia la Exposición Iberoamericana, la capilla se salvó adosándose a los nuevos edificios que se fueron construyendo en el entorno. La restauración de sus fachadas hace unos años y la reciente intervención en el interior ha devuelto al pequeño edificio todo su esplendor.
El exterior de la capilla alberga una serie de elementos sumamente interesantes, como la espectacular ventana gótica que da luz al presbiterio, el almenado de tradición omeya que recorre las cornisas superiores, las gárgolas o el uso del ladrillo en la espadaña y en la bellísima portada decorada con un sencillo pero elegante arco conopial.
Ya en el interior observamos el acogedor recinto religioso de una sola nave que nos transporta a hace quinientos años, con su cubierta mudéjar de madera a dos aguas o el arco toral decorado con elementos vegetales que da acceso al presbiterio, cubierto con una bóveda de nervaduras góticas. La combinación de estos dos tipos de cubiertas estuvo muy extendido en la arquitectura religiosa sevillana posterior a la reconquista. La falta de canteras cerca de la capital hizo que la piedra se convirtiera en un material muy caro, por lo que únicamente se empleaba en la zona más sagrada de los templos, el presbiterio. El resto, tanto nave principal como laterales, se cubría con madera para aligerar el peso de las cubiertas y ahorrar costes.
Si bello es el edificio por su sencillez, el retablo mayor destaca por todo lo contrario. La exuberancia del mejor gótico tardío sevillano se concentra en el espectacular retablo compuesto por Alejo Fernández hacia 1520 y en el que, además de la Virgen de la Antigua, aparece el donante que motivó la construcción del edificio, Maese Rodrigo Fernández de Santaella. El retablo, completamente pictórico al estilo de los italianos, se compone de un sotobanco con pinturas de escuela italiana y cinco calles verticales divididas en dos cuerpos. En el inferior nos encontramos a los cuatro padres de la Iglesia (San Agustín, San Gregorio, San Ambrosio y San Jerónimo) mientras que en la parte superior aparecen San Pedro, San Pablo, los arcángeles San Gabriel y San Miguel y una tabla central con el tema de Pentecostés. Todo el conjunto está protegido por un bello guardapolvo gótico, como también son góticas las cresterías que rematan cada una de las tablas y los pináculos y contrafuertes que separan las calles del retablo.
La visita a la capilla nos depara aún algunas sorpresas, como la puerta ojival abocinada que comunica con las dependencias del Consejo General de Hermandades y Cofradías, institución que se hace cargo a día de hoy del tempo, los impresionantes zócalos de azulejos renacentistas que decoran presbiterio y nave o las lápidas de Maese Rodrigo y Alonso de Campos. Lamentablemente, tal y como recoge Manuel Jesús Roldán en su libro 'Iglesias de Sevilla', la solería original de ladrillo fue retirada en 1963, perdiéndose para siempre uno de los pocos pavimentos mudéjares que quedaban en la ciudad.
La capilla de Santa María de Jesús está abierta de domingo a viernes de 10:30 a 13:00 horas, estando cerrada los sábados.
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