Fábrica de Ballestas en avenida de Miraflores |
Cuando voy por la calle no puedo evitar el ir imaginando los usos que les daría a esos edificios abandonados por los que todo el mundo acelera el paso cuando pasa a su lado, un poco por miedo a la ruina y también porque a nadie le agrada detenerse más tiempo del necesario junto a un edificio abandonado. Es algo psicológico. Por defecto profesional, los usos que ideo para todos esos edificios siempre tienen un componente cultural y de hecho si se cumplieran todos mis deseos, seguramente seríamos la ciudad con mayor número de equipamientos culturales: que si aquí pondría una biblioteca, que si una sala de arte, que si un museo... Imaginación al poder. Algunos de esos usos van variando con el paso del tiempo, donde antes veía un centro de arte ahora, años después, veo otra cosa, pero hay edificios con los que siempre lo he tenido claro, en ocasiones incluso antes de que los abandonen.
Uno de ellos es la antigua fábrica de Ballestas de la avenida de Miraflores, construida entre 1917 y 1918 como factoría de estos componentes para vehículos. Como ya os he contado en anteriores entradas, el edificio carece de protección desde que en el año 2006 se decidiera, con nocturnidad y alevosía, sacrificar parte de la avenida para alentar las ansias inmobiliarias. Curioso que queramos seguir construyendo viviendas y más viviendas en una ciudad que pierde cada año varios cientos de habitantes. La cuestión es que si nada lo remedia el edificio será demolido en unos meses para construir un nuevo bloque de viviendas que haga pareja con el que están haciendo al lado sobre los restos del Garage Miraflores.
Como decía, en pocas ocasiones lo he tenido tan claro. Si por mí fuera, la Fábrica de Ballestas se convertiría en un espacio escénico. Así, a las bravas. ¿Pero un espacio escénico de qué tipo? Pues ahí os dejo total libertad para que cada uno sueñe lo que más ilusión le haga, podría ser una sala de teatro y ensayo, podría ser un espacio para conciertos al estilo de las salas que están abriendo ahora en diferentes polígonos industriales o incluso se podría dedicar a la danza. Puestos a soñar, cualquier idea es buena. El ejemplo que siempre he tenido en mente para este edificio es la Sala Beckett de Barcelona, cuyos gestores, después de más de veinte años en su sede del barrio de Gracia, llegaron a un acuerdo con el Ayuntamiento para adaptar la antigua Cooperativa Pau i Justícia de Poblenou como nuevo espacio escénico con dos salas, escuela de formación y cafetería. El primitivo proyecto contemplaba un recrecido del edificio para acoger una residencia de actores, pero la crisis obligó a modificarlo para dejarlo en su esencia. Gracias a esta mudanza, el edificio, con casi un siglo de vida, vuelve a tener actividad dotándose al barrio con un nuevo equipamiento cultural. El proyecto se engloba dentro de un interesante programa auspiciado por el Ayuntamiento barcelonés que se llama 'Fábricas de Creación' y que está recuperando por toda la ciudad una serie de edificios industriales para darles un nuevo uso, en muchos casos, como espacios escénicos y culturales.
De regreso en Sevilla me vienen a la mente el traslado de la compañía TNT Atalaya a un edificio de nueva construcción en Pino Montano o los proyectos de La Imperdible y Viento Sur para levantar nuevos espacios escénicos en Torneo y Triana. ¿No sería mucho más interesante recuperar espacios en desuso, dándoles una nueva vida e incorporándolos al catálogo cultural de la ciudad? Por supuesto, en el caso de la Fábrica de Ballestas hay un propietario por medio que vende su edificio a quién estima oportuno y como no tiene protección pues se puede derribar y construir lo que sea, pero ¿os imagináis que existiera la sensibilidad suficiente como para que el propietario en lugar de vender su edificio al mejor postor llegara a un acuerdo para que se pudiera recuperar como espacio cultural? En fin, que soñar es gratis.
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