Anoche comenzó una nueva edición del Festival de Cine Europeo de Sevilla y lo hizo con la correspondiente gala de inauguración. He de confesar que llevaba años queriendo ir a un evento de este tipo porque en el fondo, a casi todos nos gusta eso de pasear por una alfombra roja rodeados de actores y actrices que solemos ver en la gran pantalla. Ayer tuve la oportunidad de ver en vivo y en directo cómo es una gala de este estilo. Cruzarte por el pasillo con Paz Vega, Juan Diego Botto, María León, Javier Gutiérrez, Belén López, Paco Tous o Álvaro Cervantes, tiene su aquél y aunque en el fondo sepas que son personas de carne y hueso, con sus virtudes y sus defectos, el verlos tan de cerca, vestidos con sus mejores galas, hace que merezca la pena el chaparrón recibido a la salida.
La gala comenzaba con el clásico paseíllo por la alfombra roja, el photocall, los flashes que sólo apuntan a aquellos que todos conocemos y los discursos grandilocuentes. Una vez más, el propio teatro Lope de Vega concentró casi toda mi atención y es que no puedo evitar volver a enamorarme de este edificio cada vez que entro en él. Pero entre miradita y miradita a las pinturas del techo con los nombres de las musas, a las manchas de humedad del anfiteatro y al agujero de dónde hasta hace pocos días colgaba la majestuosa lámpara que ha sido desmontada para su restauración, la gala avanzaba entre piropos al presentador, Antonio de la Torre, y discursos más o menos acertados. Curioso que el alcalde elogiara la grandeza del cine y la importancia de este festival para la ciudad pero luego aprovechara el descanso para huir junto a toda su troupe para no tener que presenciar la película que abría el Festival. Impresionante la voz de Maika Makovski, que nos deleitó con dos interpretaciones al piano que nos dejaron a todos con la boca abierta. Y muy elegante el toque de atención de la presidenta de la Academia de Cine Europea que le sugirió al alcalde que la ciudad fuese alguna vez el escenario donde se entregasen los premios de la Academia y no únicamente el lugar donde se anuncian los nominados.
La ignorancia de la sangre, de Manuel Gómez Pereira, fue la película encargada de inaugurar el Festival con un auditorio bastante mermado en cuanto a público. Este thriller, rodado en gran parte en Sevilla, narra la historia del inspector de Policía Javier Falcón, protagonista de la saga de libros del británico Robert Wilson. Juan Diego Botto, Antonio San Juan y Paz Vega encarnan los papeles principales de una película que no termina de encontrarse a sí misma, con unos diálogos interminables que tratan de explicar la compleja trama y una historia principal con tantas subhistorias que es prácticamente imposible seguir el hilo conductor. Habrá que ver cómo funciona la película en los cines cuando se estrene el próximo viernes, pero le auguro un corto recorrido precisamente por lo disperso de la trama y por un montaje que se aleja de los últimos éxitos del cine español para regodearse en aspectos que parecían haber sido superados (como la escena de sexo gratuita casi al final de la película).
Durante los próximos ocho días Sevilla se rinde al mejor cine europeo concentrando las proyecciones en los cines Nervión Plaza, Zona Este y los teatros Alameda y Lope de Vega. La programación se completa con un variado cartel de actividades paralelas donde destacan los conciertos en el Casino de la Exposición y los ya tradicionales encuentros del sector, con coloquios, master class y talleres acompañados de exposiciones en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo y en el Centro de las Artes de Sevilla.
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