La Plaza de España es uno de los monumentos más queridos por los sevillanos y más admirados por los que nos visitan. Su mantenimiento es una tarea ingente que no sólo atañe al edificio propiamente dicho, sino a la bella y delicada decoración cerámica que Aníbal González diseñó para asombrar al mundo. Los actos vandálicos y la propia fragilidad de la cerámica que recubre muros y elementos decorativos son los principales enemigos de la integridad del monumento que debería contar, no sólo con vigilancia las 24 horas del día sino con un equipo de profesionales que se encargara de subsanar los pequeños daños que vaya sufriendo.
Hace unos meses tuvimos la oportunidad de visitar las obras de restauración de los paños de azulejos de los bancos provinciales del sector que va desde la Torre Norte hasta la Puerta de Aragón. Las restauradoras Maite Béjar y Elena Belascoain, contratadas por la empresa Tragsa, nos contaron todos los detalles de estos fabulosos murales cerámicos que simbolizan las diferentes provincias españolas y diversos temas locales como 'Sevilla en fiestas'.
Este sector de la Plaza de España es uno de los que más daños sufre precisamente por un elemento tan poco controlable como es el clima. Durante gran parte del día el sol baña estos murales con el consecuente cambio radical de temperatura. Estas variaciones térmicas hacen que los azulejos se agrieten, estallen y se separen del muro. Históricamente se ha optado por ir sustituyendo los azulejos rotos por otros nuevos para que la Plaza muestre su mejor aspecto, perdiéndose los originales, pero en esta última restauración se ha optado por un tratamiento mucho más delicado que consiste en quitar las piezas sueltas, limpiarlas, desalar la superficie del muro para resanarlo y aplicar un nuevo mortero de cal y arena para fijar los azulejos de nuevo al muro y reponer el llagueado.
En algunas zonas el mortero que sujeta los azulejos había desaparecido, haciendo que estos se encontraran prácticamente sueltos pero sostenidos por la presión de los demás. En estos casos se ha inyectado un nuevo mortero aprovechando las fisuras y grietas para poder rellenar el muro y fijar nuevamente las piezas cerámicas. Allí donde ha sido posible extraer el azulejo sin que sufra daño alguno, el trabajo se ha hecho de una forma más práctica, rellenando el hueco y volviendo a poner la pieza una vez limpia. La reintegración de lagunas se ha hecho aplicando pigmentos de un color muy parecido al original para que desde una cierta distancia el ojo vea el conjunto terminado, notándose la diferencia únicamente a una distancia muy corta. El criterio seguido en todo momento es el de la reversibilidad para que esta actuación pueda ser eliminada sin problemas en cualquier momento sin que el bien sufra daño alguno.
La reposición de azulejos y murales enteros ha sido algo constante en la Plaza de España por lo que, a día de hoy, son pocos los bancos originales al cien por cien. El criterio seguido en las diferentes intervenciones también ha sido dispar, actuando en ocasiones ceramistas que han optado por hacer murales nuevos y en otros casos restauradores, que han tratado en todo momento de salvar el original. La falta de un criterio general unido a la escasa financiación de este tipo de obras o a las prisas por acabar el trabajo con vistas a unas elecciones han hecho que la Plaza de España sea actualmente un gran puzzle en el que es difícil saber qué es original y qué es una copia. Algo incomprensible a estas alturas pero que demuestra, una vez más, la falta de tacto de las administraciones hacia nuestro patrimonio. Un edificio como la Plaza de España debería tener un control de todo lo que se hace, redactándose un plan de actuaciones que sirviera de guía a todo trabajo que se llevara a cabo en el edificio. El hecho de que la propiedad del mismo esté dividida entre administraciones hace muy complicado el entendimiento.
Entre los artistas que trabajaron en los murales originales destaca por encima de todo Enrique Orce Mármol, uno de los grandes ceramistas de principios de siglo XX. En algunos paños es aún perceptible la minuciosidad del trabajo artesano de los años veinte como es el caso de Baleares, con un tratamiento pictórico de extraordinaria calidad y belleza.
En otros paños, como el de Barcelona, se nota perfectamente el cambio estético, con un colorido mucho más llamativo y unas formas menos artesanales. Se trata de una reposición de los año cincuenta, de ahí su mejor estado de conservación y su particular brillo.
Un monumento para admirar con todo lujo de detalles, en el que recrearse en su infinita belleza y que debería ser cuidado mucho más de lo que lo hacemos. No han pasado muchos años desde que prácticamente se reconstruyó toda la plaza (bancos, fuentes, puentes, balaustradas, farolas) y ya son múltiples los daños ocasionados por el mal uso y el vandalismo. La Plaza de España es uno de los símbolos de la ciudad al igual que lo pueda ser la Giralda o el Alcázar, por lo que su estado de conservación dice mucho de la propia ciudad. A la larga siempre saldrá más barato un sistema de seguridad y un mantenimiento continuado que millonarias obras cada quince o veinte años, pero los políticos no terminan de entender este factor y miran para otro lado mientras el monumento se degrada poco a poco. Para ellos el tiempo se mide en legislaturas al igual que para los griegos el tiempo se contaba en Olimpiadas, sólo es importante lo que puedas hacer a cuatro años vista, lo demás será problema de los que vengan detrás.
A día de hoy las obras en este tramo de la Plaza de España han culminado pero las vallas siguen protegiendo los bancos a la espera de que la administración correspondiente recepcione las obras.
3 comentarios:
Muy buena la entrada. Ya era hora que en Plaza de España se hicieran restauraciones llevadas a cabo por restauradores preparados tanto académicamente como con experiencia profesional, y no por otro tipo de los llamados "restauradores". Un abrazo y sigue así con tu magnífico blog CulturadeSevilla.
Muchas gracias, me alegro de que te haya gustado la entrada :)
¡Saludos!
La plaza debería ser cerrada, y que los turistas pagaran como se hace en otros países; ahora es un museo a merced de los vándalos; Esta es la idea por lo que está luchando el Dr. Anibal Gonzalez, nieto del gran arquitecto.
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