miércoles, 16 de julio de 2014

Crónicas urbanas: Centro Arqueológico de San Juan de Aznalfarache


Nada más salir del ascensor que comunica la estación de Metro 'San Juan Bajo' con la Barriada del Monumento, un sillar de piedra y una plancha metálica que indica por dónde pasaba la muralla romana del municipio te da la bienvenida. Hacía mucho tiempo que tenía ganas de conocer el Centro Arqueológico de San Juan de Aznalfarache, construido tras la aparición de diferentes estructuras turdetanas, romanas e islámicas durante las obras de la Línea 1 del Metro.



El estudio de Arquitectura Campos Alcaide fue el encargado de levantar el edificio que iba a acoger estos restos, dotándolos de un sentido museológico que permitiera al visitante conocer el pasado milenario de San Juan. El edificio se divide en dos volúmenes a nivel de calle atravesados por un desfiladero que rememora la vaguada que dividió históricamente los dos cerros que conforman San Juan de Aznalfarache. Puerta de acceso a la ciudad de Sevilla, este privilegiado punto se convirtió rápidamente en un recinto fortificado desde el que proteger el camino y controlar el comercio que se extendía por el río Guadalquivir.


Los restos aparecidos se remontan al período Turdetano, en torno al siglo III a.C., cuando en este emplazamiento se ubicaría el oppidum de Osset. De este época se conserva parte de un lagar que evidenciaría la temprana relación comercial del aljarafe sevillano con otros puntos del Mediterráneo a través del famoso Lago Ligustino. A los pies del cerro de San Juan se ubicaría un puerto comercial que ya en época romana alcanzará cierta vitalidad y que estaría relacionado con el cercano puerto de Hispalis.


El Centro Arqueológico conserva restos arquitectónicos de tres períodos distintos, el Turdetano (siglo III a.C.), el romano (con parte del foro de la ciudad Osset Iulia Constantia) y almohade, cuando en esta zona se construye una gran muralla con su correspondiente puerta de acceso para controlar el trasiego que iba y venía de Isbiliya.


El edificio hace de la diafanidad su gran virtud, con apenas apoyos para facilitar la conservación de los restos y permitir la mejor visión al visitante a través de las pasarelas. El hecho de colocar las pasarelas en el aire y con suelo de rejilla permite observar los elementos que quedan debajo, algo evidente en un yacimiento arqueológico, pero que no siempre se cumple.

Muros que sostenían la puerta principal de la fortaleza almohade 

La visita comienza con dos audiovisuales que ponen al visitante en situación. El primero hace un recorrido por la evolución del lugar, narrando la aparición de los restos y su posterior musealización mientras que el segundo se detiene más en la historia de San Juan de Aznalfarache y cómo ha ido variando su fisonomía con el paso de los siglos. Los primeros restos de envergadura son la gran puerta de acceso a la ciudad islámica, Hins-al-Faray, una alcazaba remodelada en época almohade por el califa Abu Yusuf al Mansor, que se asienta sobre una construcción anterior de época taifa, cuando los reyes sevillanos levantaron en esta zona una residencia palatina.

Vista general de los restos almohades desde el interior de la ciudad de Hins-al-Faray

Como en todo yacimiento arqueológico, los restos aparecidos sirven para dar a conocer el día a día de la gente que pobló la zona excavada. No sólo las tumbas proporcionan una interesante información sobre enfermedades o el tipo de alimentación, sino que diferentes objetos como joyas, utensilios o sandalias nos hablan de cómo vivían nuestros antepasados. En San Juan de Aznalfarache además de una importante necrópolis islámica se ha encontrado un variado repertorio de objetos como ánforas para el transporte del vino y el aceite o restos arquitectónicos y decorativos del foro imperial romano, que estuvo ubicado también en esta zona.


La ciudad romana de Osset Iulia Constantia llegó a tener una gran vitalidad comercial como atestigua el hecho de que acuñara su propia moneda y que hayan aparecido restos de villae y domus, las residencias de los ricos comerciantes. Tras la conquista romana, el asentamiento turdetano primitivo no sólo se mantuvo, sino que sirvió de base para la ampliación de la ciudad, que se extendió hacia el otro cerro que conformaba el núcleo de la ciudad. Se puede diferenciar, por tanto, una vetus urbs y una nova urbs, como ocurre en Itálica.

Fragmento de mosaico aparecido en una villa romana en otra zona de San Juan 

Muralla de tapial de época almohade (siglo XII) 

De época romana apenas se conservan restos de relevancia ya que los grandes muros de tapial que se pueden ver son del período almohade, pero sí que han aparecido algunos muros de piedra y una interesante alberca que formarían parte del foro, la plaza central de toda urbe romana donde se concentraban los edificios más importantes (templos, curia, basílica). Poco se sabe de estos edificios pero sí que se ha podido documentar que la ciudad islámica se superpuso a la romana, reutilizando sus estructuras e intensificando el uso de este privilegiado enclave.

Alberca ubicada en el centro de la plaza del foro romano de Osset Iulia Constantia


La visita al centro arqueológico de San Juan de Aznalfarache se hace amena y entretenida gracias al material didáctico empleado. Sin duda, un gran atractivo para la ciudad que permite dar a conocer un importante pedazo de nuestra historia, en ocasiones demasiado centrada en la metrópolis a pesar del importante papel que jugaron las ciudades que tenía alrededor.

Imagen que muestra la superposición de épocas. Muros almohades (siglo XII) sobre el foro romano (ss. I-II d.C.)

El Centro Arqueológico de San Juan se puede visitar, durante este mes de julio, los martes y jueves de 10 a 13 horas. En agosto estará cerrado para recuperar su horario habitual en septiembre.

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