Aprovechando que la lluvia ha dado una tregua esta mañana me he ido a ver cómo avanzan las obras de ajardinamiento del Paseo Juan Carlos I. Este eje peatonal paralelo al río desde las instalaciones de Lipasam hasta el puente del Alamillo fue creado con ocasión de la Exposición Universal de 1992 para abrir la ciudad al río. En aquel momento se optó por un diseño en terrazas que, como ya hemos denunciado en varias ocasiones en este Blog, ha resultado ser un impedimento para que los ciudadanos disfruten del paseo en toda su amplitud ya que en las zonas donde hay una terraza intermedia entre el muro de Torneo y el río se han creado espacios vacíos mal comunicados con el resto del espacio que han degenerado en zonas deprimidas.
Al escaso mantenimiento que ha tenido este paseo en los últimos veinte años se ha unido el intenso uso ciudadano del mismo (y el vandalismo asociado) lo que ha acarreado que hoy en día muestre un estado francamente mejorable. Son muchas las promesas que se han hecho desde los distintos ayuntamientos para su mejora, pero pocas se han llevado a la práctica. Esta semana, el Ayuntamiento ha anunciado un reajardinamiento del paseo, labor que ya ha comenzado con la poda de las adelfas para que obtengan un porte arbóreo, la eliminación de otras especies para sustituirlas por árboles en el frente del río y la poda de los centenares de árboles que han crecido sin control durante años.
El gran problema de este paseo es, como hemos indicado, su diseño inicial. Lo observamos perfectamente en los diferentes tramos que tiene. Allí donde no existe diferencia de cota entre el muro de Torneo y el río, la conservación es mejor que en aquellos donde nos encontramos un muro intermedio. La mejora y recuperación de este paseo pasa, por tanto, por la eliminación de los muros intermedios que dividen y aíslan los espacios. Comparemos las dos imágenes que tenemos justo encima, en la primera vemos dos espacios diferentes (uno con equipos de gimnasia, el otro con árboles) completamente diáfanos, aunque separados por un asiento corrido. En la segunda imagen ya vemos un elemento que distorsiona esa diafanidad, el seto que convierte la pista de patinaje en algo aislado, separado y por lo tanto, escondido y de difícil acceso. Eliminar ese seto le daría visibilidad a la pista de patinaje y un mayor uso ciudadano. Simple, barato y sencillo.
Conforme nos acercamos al Puente de la Barqueta vemos que empieza el desnivel. Al margen del estado del paseo y las reformas y parches inadmisibles realizadas en los últimos años, vemos que la zona superior queda aislada por un muro que es aprovechado para que la gente dé rienda suela a su imaginación pictórica.
Mientras que el paseo inferior tiene un gran trasiego peatonal y ciclista, la parte superior queda al margen de los itinerarios ciudadanos por el simple hecho de estar aislada y escondida, genera desconfianza y es evitada. Además, anteriores decisiones municipales ubicaron en este punto construcciones efímeras que sirven de alojamiento a personas sin hogar lo que ha llevado a la actual corporación a vallar esta zona para que quede aún más marginada.
Tal y como podemos ver en esta imagen, la diferencia de nivel en este punto es de apenas metro y medio, nada que no se pueda remediar con un pequeño talud o unas escalinatas a lo largo de todo el paseo. Una medida que conllevaría la eliminación del muro permitiendo la unión visual de ambos niveles y, al mismo tiempo, dotar de uso al superior, que quedaría integrado en el paseo.
El muro al que hacemos referencia. Una pared que aísla la parte superior e impide integrarla en los itinerarios peatonales. Seguimos avanzando por el paseo hacia el Puente de la Barqueta y vemos las nuevas plantaciones que está llevando a cabo el Ayuntamiento para dotar de sombra y una perspectiva verde al paseo.
Y también asistimos a las terribles "podas severas" a las que hizo referencia el Ayuntamiento cuando anunció el plan de actuación en el paseo. Nada que no hayamos visto en otras zonas de la ciudad. Los árboles, el gran enemigo de nuestro Ayuntamiento.
Pasando el puente de la Barqueta llegamos a otra errónea (a mi parecer) actuación llevada a cabo por el Ayuntamiento en las últimas semanas. La creación de un pipi can (o área de esparcimiento para perros como reza el cartel) conlleva la instalación de nuevas rejas y vallas en un espacio que debería ser de libre recorrido. El Paseo Juan Carlos I no es un parque, es un paseo y por lo tanto, este pipi can está completamente desubicado. El Ayuntamiento cae en el mismo error que sus predecesores, insistir en el uso de cerramientos que no sirven absolutamente para nada (el que quiera destrozar algo lo hará haya vallas o no) pero sí coartan la libertad de las personas para moverse libremente. Si las vallas ya son un elemento negativo en cualquier zona de la ciudad, aquí lo son más por lo estrecho del paseo y la sensación carcelaria que producen. En los últimos años se han instalado en este paseo una biblioteca, un área de juegos infantiles, un restaurante, un área para personas sin hogar, dos escuelas de remo y un pipi can, todos con sus respectivas vallas. Lo que siempre ha sido un espacio abierto con dificultades de acceso por su diseño, ahora se está convirtiendo en una zona encerrada que genera inquietud.
Conforme avanzamos hacia el Alamillo el muro va ganando en altura, pero en ningún caso supera los dos metros de altura, por lo que es perfectamente sustituible por taludes y escalinatas.
Llegamos al final de nuestro recorrido. La parte más cercana al puente del Alamillo se ha convertido, desde hace años, en un campamento chabolista que es eliminado cada cierto tiempo por los servicios municipales pero que vuelve a aparecer al cabo de los días. Hoy hemos tenido la suerte de verlo todo limpio, pero es cuestión de tiempo que este espacio vuelva a aparecer sembrado de tiendas de campaña, barbacoas y ropa tendida, todo ello al resguardo del muro que lo separa del paseo.
Conclusión. Queda mucho por hacer en este paseo, las labores de ajardinamiento que se están llevando a cabo ahora son estupendas, pero el problema es bastante más profundo así como fácilmente subsanable. Tan sólo hace fata eliminar el muro intermedio que separa ambas terrazas entre el puente de la Barqueta y el del Alamillo para ganar un nuevo espacio ciudadano. Una vez recuperado, se podrían instalar senderos como en el parque de San Jerónimo e incluso habilitar zonas de esparcimiento (juegos infantiles, áreas de descanso...) lo que permitiría su uso y disfrute. Eso sí, sin vallas, por favor.
4 comentarios:
http://www.youtube.com/watch?v=t604UZ1_u_w
El muro intermedio no está allí por capricho, es un elemento estructural que sostiene el talud, por tanto su eliminación está sujeta a buscar otra solución constructiva al paseo. Hablamos de una intervención que se antoja difícil en estos tiempos.
Yo optaría por adecentar lo que hay, Completamente de acuerdo en eliminar barreras visuales y vallado allí donde sea posible. Y lo más importante: Dotar a la zona de equipamientos y zonas de restauración que le den vida a la margen del rio.
A eso me refiero, Alberto, que se puede sustituir el muro por otro elemento. Si has leído el post, hago referencia a una posible escalinata o a un talud, en ambos casos se podría mantener el muro tal cual está, sólo que quedaría oculto y se recortaría la parte que sobresale por encima del nivel del suelo. De ese modo, el elemento estructural seguiría estando, pero oculto y disimulado, al mismo tiempo que se le daría diafanidad a la terraza superior. No creo que sea nada complicado.
Saludos!
Exactamente, no es cargarse la terraza intermedia y ponerla al nivel de la terraza baja, sino comunicar ambas terrazas más y mejor. Yo ajardinaría mucho, mucho esa segunda terraza, con parterres que den juego y también césped.
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