martes, 30 de octubre de 2012

Muelle de Nueva York, un nuevo oasis urbano


El Muelle de Nueva York reabrió sus puertas la semana pasada tras cinco años de obras. El proyecto que ha diseñado Antonio Barrionuevo para este espacio urbano es una auténtica maravilla. De hecho, lo he recorrido ya en varias ocasiones pues es mucho más agradable pasear por él que por el paseo de las Delicias, aunque tengas que bajar y volver a subir. 


Lo bueno que tiene que unas obras duren tanto es que cuando se terminan, las plantas y árboles ya tienen un porte interesante, por lo que el Muelle de Nueva York no parece recién acabado, sino que se muestra como un espacio que llevara ahí toda la vida. Y así lo han acogido sevillanos y visitantes; no es difícil ver a gente corriendo, paseando, niños jugando, gente sentada en los bancos leyendo... Es lo que tiene una obra bien hecha, que la gente la toma rápido. Todo lo contrario a lo ocurrido en los alrededores del Lope de Vega, donde vayas a la hora que vayas no hay nadie, es más, la gente parece pasar por allí a toda prisa para salir cuanto antes.


La actuación ha convertido el antiguo muelle industrial en un magnífico paseo con fuentes, árboles, plantas e incluso un escenario para eventos al aire libre. Lo único que me sigue chocando de la intervención es el  albero. Me disgustó durante las obras y aunque ahora, a pie de calle, no queda tan mal, sigo sin comprender por qué se ha elegido un material que requiere un mantenimiento continuado en una ciudad donde precisamente el mantenimiento brilla por su ausencia.


Los materiales empleados dan una apariencia muy atractiva al viejo muelle: acero corten, granito y adoquines. Todo muy bien ordenado y diseñado. Parece mentira que la actuación se deba al mismo arquitecto que ha remodelado los Jardines del Cristina donde hay zonas que no terminan de integrarse bien con el histórico jardín.


Por poner algún pero, las conexiones con los muelles contiguos (las Delicias a un lado y Marqués de Contadero al otro) están pésimamente resueltas. En el caso del puente de Los Remedios, una valla de lo más cutre cierra el acceso a duras penas y en la parte de San Telmo, unos monolitos de granito impiden el acceso de los coches. Gran fallo no rematar los dos extremos del paseo, sobre todo cuando se quiere que esta margen del río Guadalquivir sea un todo continuo desde las Delicias hasta San Jerónimo.


Sevilla mejora como ciudad con esta actuación. Ahora toca disfrutarlo y rematar los detalles. Y una última súplica, por favor, que el Ayuntamiento desista de ponerle un vallado perimetral. El muelle está bien como está, cerrarlo sería condenarlo a que la gente pase de largo (como pasa en los Jardines de Las Delicias) convirtiéndolo en un gueto. Si el problema es la botellona, que actúe la policía multando e identificando a quién allí acuda a incumplir la Ley, pero que no nos priven al resto de ciudadanos de un magnífico espacio por culpa de incívicos maleducados.

3 comentarios:

John-D dijo...

¿Y qué piensas del ruido de las fuentes? Me acerqué ayer para ver este nuevo espacio y me resultó muy incómodo el ruido de los motores de las fuentes, ¿es algo puntual o siempre es así?

Sergio Harillo dijo...

Sí que es cierto que las fuentes tienen motores y que hacen ruido, pero tampoco me pareció especialmente desagradable. Comparado con el tráfico que soporta la avenida justo encima... Será que estamos ya tan acostumbrados a los ruidos en la calle que apenas nos damos cuenta.

Saludos!

Isabel dijo...

Pues otro inconveniente que veo es el paso de bicicletas,según mi propia experiencia...¿Es zona exclusivamente peatonal o compartida?