Sevilla es la ciudad de las vallas. Vallas en el Parque Tecnológico, en los parques, en los soportales... nos encanta una valla. Sobre todo si convierte por arte de magia lo público, en privado. En estos días se instala una nueva valla en la ciudad, concretamente en el muelle de las Delicias, ése que supuestamente el Puerto recuperó para que fuese una zona de uso público. La realidad ha sido muy diferente. La nula calidad del proyecto que se ejecutó ha hecho que este espacio no tenga éxito alguno entre la ciudadanía, tampoco ayuda la falta de mantenimiento y el esqueleto del Acuario a medio construir. Los dos restaurantes instalados en el muelle colocaron sus respectivas vallas para delimitar su espacio y ahora el Puerto coloca un nuevo cierre junto a la lámina de agua como medida de protección de los barcos que allí atracan.
Hay varias cosas que no concuerdan. Si el Muelle en sí ya tiene una valla hacia el paseo de las Delicias, ¿para qué se instala otra junto al río? Si la previsión del Puerto es que el puente de las Delicias deje de abrirse lo que impediría el paso de barcos de recreo, ¿por qué no se habilita una zona para cruceros en la Avenida de La Raza con una terminal de viajeros de mayor calidad? ¿Para qué sirve esta nueva valla aparte de para delimitar aún más el trasiego de las personas?
Lo dicho, Sevilla, la ciudad de las vallas.
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