La Catedral de Sevilla acogerá, finalmente, el tradicional Miserere que se celebra en la ciudad desde 1835. A pesar de haber anunciado su cancelación "por motivos económicos" el Ayuntamiento anunció ayer en nota de prensa que se había "salvado" el tradicional concierto gracias a patrocinios privados (principalmente Cajasol que aporta 20.000 euros) a los que habría que sumar la aportación municipal de 10.000 euros.
El nuevo Miserere será mucho más barato, pasando de los 65.000 euros que costó el año pasado a los 30.000 que costará esta edición. Una de las principales novedades será el cambio de los intérpretes del concierto ya que este año se hará cargo del Miserere la Asociación Coral de Sevilla en lugar de la Real Orquesta Sinfónica (que el año pasado tocó gratis) y el Coro de Amigos del Teatro de la Maestranza. Una versión más económica para un concierto que será gratuito para todo aquél que quiera asistir, perdiéndose de este modo la posibilidad de rentabilizar el concierto con la venta de entradas.
Algo raro hay en toda esta historia. Resulta extraño que se anunciara la suspensión del concierto para que ahora, a apenas una semana del mismo, se anuncie a bombo y platillo su salvación gracias a la labor del alcalde. De nuevo es Cajasol la que sale al rescate de las tradiciones sevillanas (algo que está por ver en el futuro si se materializa la absorción de Banca Cívica por parte de CaixaBank) y una vez más se vende la encomiable labor del alcalde en un asunto que debería haberse resuelto hace meses, y no unos días antes. Por último, se convierte un concierto de pago en gratuito, precisamente en unos momentos en los que los recortes en materia de Cultura están llevando a la ciudad a una situación alarmante. El Ayuntamiento parece no tener muy clara aún su hoja de ruta cuando actúa a golpe de tambor y con actuaciones como ésta lo único que consigue es dar una imagen de improvisación que no le favorece en absoluto.
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