jueves, 16 de agosto de 2018

Las fachadas del Pabellón Real de 1929 lucen completamente restauradas



En julio del año pasado daban comienzo las obras de restauración de las fachadas del Pabellón Real de la Exposición Iberoamericana de 1929. El proyecto, presupuestado en 1.150.000 euros, incluía la recuperación de todos los elementos cerámicos de las fachadas (se han restaurado los conservados y se han hecho copias de los perdidos), la limpieza de paramentos y cubiertas y el saneamiento de los alrededores del edificio para evitar la humedad por capilaridad que venía afectando a los muros de ladrillo. Un año después, tras la retirada de los andamios, el edificio luce espléndido.




El Pabellón Real es un edificio diseñado por Aníbal González y forma parte del conjunto de la Plaza de América. Este espacio fue uno de los primeros en finalizarse en 1916, si bien no se culminó tal y como estaba planteado al faltar el gran monumento a Cervantes planteado por Lorenzo Coullaut Valera que se iba a levantar en el extremo contrario al Pabellón Real y que finalmente acabó en Madrid. El edificio ha sufrido en su siglo de existencia varias intervenciones que han tergiversado en parte su imagen exterior (el cierre de las galerías y la apertura de celosías en los paramentos para dar luz al interior) y que destruyeron casi por completo su interior. Ahora, tras la recuperación de las fachadas es momento de plantear la segunda fase de la intervención que deberá definir su uso y rehabilitar un interior sin ningún interés arquitectónico salvo por el zaguán, lo único original que se conserva, con paños de azulejos realizados por Gustavo Bacarisas.





Aníbal González planteó la Plaza de América como un homenaje a la arquitectura española. Para ello escogió los tres grandes estilos que, a su parecer, habían destacado en la historia del arte español: el Mudéjar, el Gótico y el Renacimiento. El Pabellón Real fue diseñado y ejecutado en estilo Gótico Reyes Católicos, con una profusión de elementos decorativos realizados en cerámica y ladrillo. Las cresterías, escudos y gárgolas que decoran los muros del Pabellón se han convertido en su seña de identidad y durante años han mostrado un estado lamentable. Tras la restauración, realizada por la empresa Díaz Cubero, el edificio luce magnífico. Al igual que ocurre con otros elementos y edificios realizados para la muestra Iberoamericana, el propio material con el que están decorados supone su principal causa de deterioro por la fragilidad de la cerámica. Además, se da la circunstancia de que en cada restauración se pierde gran parte del original, pues al reponer las piezas que faltan, el edificio original va desapareciendo. Por ello es tan importante insistir en la conservación o al final tendremos edificios prácticamente nuevos realizados en el siglo XXI y no a principios del siglo XX.





Una vez acabadas las obras ya sólo queda esperar a que se termine de desmontar el cajón de obras para disfrutar de uno de los edificios más bellos de cuantos se construyeron para la EIA y desear que más pronto que tarde se lo dote de un uso que, en palabras del alcalde durante la presentación de las obras hace un año, será cultural.


6 comentarios:

Vanesa HicEtNunc dijo...

¡Ha quedado precioso!
Seguro que le da unas vistas espectaculares a la ciudad.
Estoy deseando verlo cuando vuelva a Sevilla...
Un saludo.

Mari Carmen dijo...


Hola, Sergio. No estoy en Sevilla, pero gracias a tí, me entero de cómo va esto. Agradecida por la información que con lijo de detalles nos traes. Tengo ganaas de contemplar ese magnifico e histórico edificio, disfrutar de su belleza.

Hoy me has alegrado el día.

Con afecto.

Sergio Harillo dijo...

Me alegro de que os haya gustado el post :)

¡Saludos!

Sol dijo...

Me parece que se han pasado un poco con la restauración. Una cosa es restaurar y otra volver a hacer el edificio de nuevo... Cierto es que no he ido a verlo en persona... Gracias por tus artículos!

Sergio Harillo dijo...

@ Sol: Precisamente a eso me refería al final del Post. Una restauración "estricta" debería haber pasado por consolidar aquellas piezas cerámicas que se conservaran y quizás no reponer las que hayan desaparecido con el paso del tiempo. Es lo mismo que ocurre en Plaza de España, de la cerámica original prácticamente no queda nada. Pero en este tipo de arquitectura, ¿qué sería lo correcto? ¿No ir reponiendo lo que falta o devolver al edificio su aspecto original? Desde luego en el caso de la Plaza de España muchos de los azulejos nuevos son tienen una calidad mucho menor que los originales, más que nada porque a día de hoy pocos ceramistas son capaces de hacer lo que se hacía hace un siglo. Tal vez se podría optar por un camino intermedio, reponer pero haciendo que esas piezas se diferencien de alguna manera de las originales para que se sepa qué es lo nuevo. De todos modos, viendo de cerca la cerámica del Pabellón Real se nota cuál es la original (más oscura) y cuál la nueva (más clara).

¡Saludos!

Unknown dijo...

A mi lo que me preocupa es el mantenimiento, porque si ya dañaron las águilas que lo rodean, sabe Dios lo que van a durar las piezas cerámicas que están interviniendo...