martes, 9 de junio de 2020

El misterio de las esculturas de la Glorieta de Perú



Ahora que parece que el Ayuntamiento va a intervenir en los conocidos como 'Jardines de San Telmo' para convertirlos en una gran ágora cultural, es momento de reivindicar parte de la historia de esta zona verde y poner en valor el único testigo que queda del diseño original de los jardines del Palacio de San Telmo.

La llegada de los duques de Montpensier a Sevilla en 1849 supuso una auténtica revolución social, cultural y urbanística. Antonio de Orleans y su esposa, la infanta María Luisa Fernanda de Borbón, compran la antigua Universidad de Mareantes para rehabilitar el edificio como sede de su pequeña corte. Balbino Marrón se encargará de terminar unas obras que habían quedado inconclusas en el siglo XVIII. Como complemento al palacio, los duques compran varias hectáreas de terreno para disponer de unos amplios jardines que se extendían desde San Telmo hasta la actual glorieta de México. El diseño de los jardines corrió a cargo del paisajista francés Lecolant.


Actual Glorieta de Perú en el siglo XIX



Tras la muerte del duque, la infanta María Luisa decide donar en 1893 a la ciudad de Sevilla gran parte de sus jardines para que se abran al público. Se construye en ese momento la actual avenida de María Luisa para comunicar el Prado de San Sebastián con el puerto, levantándose un nuevo cierre para los jardines de palacio que contarán con el Costurero de la Reina como elemento más característico. Es de suponer que en esta última década del siglo XIX es cuando se diseña la actualmente denominada Glorieta de Perú, un nuevo acceso a los jardines desde el sur que entroncaría con una avenida arbolada que llevaría hasta San Telmo. En el centro de esta glorieta se coloca la escultura de Fernando VII, padre de la infanta, una pieza de gran calidad realizada por el escultor francés Pierre Joseph Chardigny en 1831 para la Plaza de Palacio de Barcelona. Poco duró la escultura allí, ya que fue derribada en 1835 y rescatada por su hija, que se la lleva a París durante su exilio. En 1861 la pieza viaja a Sevilla para ser instalada en los Jardines de San Telmo. Tras la muerte de la duquesa, la escultura terminará en el Museo Arqueológico Municipal de Santa Clara donde a día de hoy se sigue conservando en pésimas condiciones.


Fernando VII en Santa Clara


Alrededor de la escultura de Fernando VII se levantan ocho columnas rematadas con esculturas. Estas piezas, fechables en los años noventa del siglo XIX, se produjeron en serie en Italia en esta época y podemos encontrarlas en multitud de ciudades tanto españolas como latinoamericanas. A pesar de que en Sevilla han desaparecido gran parte de las esculturas, gracias a que el conjunto se conserva completo en otros lugares, se puede reconstruir el programa iconográfico de la Glorieta de Perú. Esta decoración escultórica se mantuvo tras la compra por parte del Ayuntamiento de estos terrenos en 1926 al Arzobispado para ampliar el recinto de la Exposición Iberoamericana. La Glorieta de Perú se convierte de este modo en el epicentro del sector norte del recinto, un espacio donde se levantan los pabellones de Sevilla (Casino de la Exposición y Teatro Lope de Vega), Perú, Chile, Uruguay y Estados Unidos. Junto a ellos existían algunos pabellones de carácter comercial como el del Arte de la Platería, un edificio que ocupó el espacio de la actual discoteca Bandalai, construida en los años noventa del siglo pasado sobre los restos del antiguo pabellón.


Alegoría de América


Rastrear la iconografía de la Glorieta de Perú no es sencillo, sobre todo por la desaparición de cinco de las ocho esculturas originales. Para conocer el programa iconográfico primitivo de este espacio tenemos que trasladarnos hasta Lima (Perú) en cuya Plaza de Armas se dispuso a finales del siglo XIX un conjunto escultórico idéntico formado por las cuatro estaciones del año y cuatro continentes. La representación de estos últimos se tomó del Tratado de Alegorías y Emblemas de Cesare Ripa, publicado en 1593. Analizando las páginas de este Tratado nos encontramos alegorías de África, Asia, Europa y América, unos modelos que fueron imitados en la segunda mitad del siglo XIX para fabricar esculturas en serie que también podemos encontrar en Chile (Valparaíso  y Copiapó), San José de Costa Rica, Barcelona (Parque La Tamarita), Valencia (Jardines de Monfort y Jardines de Parcent) o en la finca del marqués de Valdecilla, en Cantabria. En todos estos lugares nos encontramos las figuras de los cuatro continentes, pero solo en Lima hallamos la unión de los cuatro continentes y las cuatro estaciones del año. Con el paso del tiempo las esculturas de Lima fueron trasladadas a otros lugares de la ciudad, conservándose a día de hoy tan solo dos de ellas en la Plaza del Cercado.


Alegoría de África. Desaparecida en 2011



En Sevilla se conservan las esculturas del otoño, el invierno y América, que es la que se encuentra delante del Consulado de Perú. Hasta el año 2011 también existía la escultura que representaba a África, pero inexplicablemente ha desaparecido sin dejar rastro alguno. Conservamos, por tanto, tres esculturas originales, pero actualmente sobreviven cuatro piezas en la Glorieta. ¿Qué representa la cuarta? Al parecer en los años cincuenta del siglo pasado había desaparecido la escultura que representaba a Europa, por lo que se le encargó al escultor Juan Abascal Fuentes que realizase una nueva, optándose por una Alegoría de Portugal. El hecho de que se introdujese un significado que nada tiene que ver con el original invita a pensar que o bien se desconocía el sentido primitivo del conjunto escultórico o no se tuvo en cuenta a la hora de realizar la pieza nueva.


Alegoría de Portugal, 1955


El paso de los años ha hecho que este espacio esté cada vez más degradado. No sólo han desaparecido cinco esculturas, sino que en los últimos años también han sido arrancadas varias de las columnas que las sostenían. La recuperación de estos Jardines supone una gran oportunidad para restaurar esta Glorieta, único testigo que queda del jardín original del Palacio de San Telmo. 


Alegorías del otoño y el invierno



Fuente y documentación: Blog 'Los apuntes de Daniel' (enlace)

2 comentarios:

AMAS dijo...

Perdona dices Verano e Invierno, pero en el pie de foto pones Otoño e Invierno, ¿que es lo correcto?

Saludos,

Sergio Harillo dijo...

Hola, gracias por decírmelo, no me había dado cuenta. La escultura se corresponde con el otoño, ya que lleva un racimo de uvas en las manos y es el fruto que se suele utilizar para representar la alegoría del otoño. Ya lo he corregido.

Un saludo.