La intervención llevada a cabo durante el verano de 2018 en las columnas de la Alameda de Hércules permitió realizar un exhaustivo diagnóstico del estado de conservación de estos cuatro elementos, tanto los instalados en 1574 en el lado sur como las dos piezas de Cayetano de Acosta que cierran el paseo en su lado norte desde 1764.
Durante la intervención se procedió a una limpieza general de basamentos, capiteles y esculturas pero se dejó para más adelante una restauración en profundidad de las cuatro columnas que incluyese los fustes romanos, una de las joyas arqueológicas que conservamos en la ciudad. A inicios de mayo daban comienzo los trabajos en las dos más antiguas y una vez concluidos se pasará al extremo norte. Esta nueva actuación consistirá en una limpieza en profundidad de todos los elementos, incluidos los intervenidos en 2018, así como un tratamiento hidrofugante microbiano para garantizar una correcta conservación de estos bienes. Debido a las circunstancias especiales que estamos viviendo, se ha programado la restauración de manera que trabaje un solo especialista por turno para garantizar la distancia de seguridad, hecho que motivará que la intervención se prolongue más de dos meses. En cuanto al presupuesto, se parte de una cantidad de 37.000 euros que podrá variar en función de las necesidades que requiera la restauración.
La Alameda de Hércules nació a mediados del siglo XVI por motivos que, a día de hoy, podemos entender mejor que nunca. Tras la eliminación del brazo del río Guadalquivir que cruzaba el actual centro histórico de norte a sur, la zona de la Alameda mantuvo una serie de lagunas que, en una época donde la higiene brillaba por su ausencia, motivaban la proliferación de enfermedades. El Conde de Barajas impulsó la restauración de este espacio convirtiéndolo en un paseo ajardinado decorado con fuentes y las dos columnas provenientes del edificio romano de la calle Mármoles. Las columnas se remataron con sendas esculturas de Hércules y Julio César ejecutadas por Diego de Pesquera. La elección de estas figuras históricas entronca con la tradición fundacional de la ciudad y al mismo tiempo hace un guiño a la monarquía española al equiparar a Hércules con Carlos I y Julio César con Felipe II, que reinaba en el momento de la inauguración del paseo en 1574. Dos siglos después, el asistente Larumbe llevó a cabo una actualización de la Alameda en la que se añadieron las dos columnas del lado norte, realizadas por Cayetano de Acosta en 1764.
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