martes, 18 de febrero de 2020

Una oportunidad para salvar la 'Doña Elvira' de Berrocal en la Cartuja



A finales del pasado mes de enero nos encontrábamos con la noticia de que el Ayuntamiento amagaba con rescindir el contrato a la empresa concesionaria del Auditorio Rocío Jurado por impagos. Al mismo tiempo empezaban a aparecer imágenes del proyecto que la concesionaria tiene planteado para dotar de mayor aforo y un uso continuado durante todo el año a este recinto heredado de la Exposición Universal.

La idea de la empresa TCM, que actualmente tiene la concesión del Auditorio hasta 2032, es aprovechar los metros cuadrados útiles que el PGOU establece para la parcela donde se encuentra el edificio. La construcción de un hotel y diferentes espacios de usos terciarios permitiría ganarle 9.000 metros cuadrados al edificio, que contaría con una cubierta y una ampliación del aforo hasta los 16.000 espectadores. Esta profunda reforma conllevaría una inversión que alcanza los cuarenta millones de euros y dotaría a la ciudad de un nuevo recinto para eventos y espectáculos de gran formato que se podría utilizar durante todo el año. 



'Doña Elvira' de Miguel Berrocal, a la entrada del Auditorio


Al margen de los problemas burocráticos entre Ayuntamiento y concesionaria y la más que evidente competencia que supondría este espacio para el proyectado Sevilla Park en los terrenos del Puerto, me gustaría llamar la atención sobre un tema que ha pasado bastante desapercibido. El acceso al Auditorio se realiza por una pasarela que cruza el ahora seco canal de la Expo. Este puente llega hasta una plaza donde se encuentra la escultura 'Doña Elvira', pieza de gran valor del escultor malagueño Miguel Ortiz Berrocal (1933 - 2006).

Miguel Berrocal contó con dos esculturas en el recinto de la Exposición Universal. Por un lado estaba el torso mecánico que presidía la entrada al Pabellón del Comité Olímpico Internacional y por otro esta 'Doña Elvira', realizada en fibra de kevlar, como se puede leer en la web de la Asociación Legado Expo. La pieza, instalada delante del Auditorio el 25 de marzo de 1992 (el mes que viene cumplirá 28 años), no tendría por qué entrar en conflicto con el desarrollo urbanístico que se pretende llevar a cabo en esta parcela. Sin embargo, experiencias previas me llevan a, al menos, dejar constancia de la existencia de esta interesante escultura y a pedir que no le ocurra lo mismo que al 'Edificio para un vacío' de Anish Kapoor, destruido durante la construcción de Isla Mágica, o a la 'Media Esfera Azul y Verde' de Jesús Soto, desmontada con motivo de las obras de Torre Sevilla.

El patrimonio escultórico de la Exposición Universal ha ido pasando a mejor vida sin que apenas hayamos puesto reparo a su destrucción. El hecho de que todas estas piezas pertenecieran a artistas de renombre internacional ya debería haber sido suficiente motivo para conservarlas, pero si además añadimos su precio, resulta todavía más frustrante su desaparición. Ahora que se plantea un nuevo futuro para el Auditorio y su entorno, esta escultura debería formar parte de los planes, ya sea para su mantenimiento in situ como elemento artístico y testigo de la Expo, o para su traslado a otro lugar donde pueda seguir cumpliendo la función para la que fue diseñada: embellecer el espacio público. Ojalá no tengamos que lamentar una nueva pérdida en el patrimonio monumental de la ciudad.

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