viernes, 7 de febrero de 2020

La restauración de la Giralda saca a la luz un testigo de la muralla medieval




Nada más retirarse los andamios de la cara este de la Giralda tras su restauración empezó a circular por redes sociales la duda de por qué la zona inferior del campanario de la Catedral de Sevilla había quedado con un color diferente al del resto de la torre. El historiador del arte Manuel Pablo Rodríguez fue directo a la fuente y le preguntó por Twitter a la Conservadora de Patrimonio Histórico Artístico de la Catedral, Ana Isabel Gamero, el motivo de ese cambio cromático y la respuesta ha sido de lo más sorprendente:

"Se ha seguido un criterio arqueológico. Es la zona en la que entestaba la antigua muralla, en la que se situaba la 'Puerta de los Palos'. Su retirada dejó una huella cromática que Fernández Casanova consolidó"



Fachada este de la Giralda con el cambio cromático ahora apreciable


La restauración de las diferentes caras de la Giralda no sólo ha permitido conocer cómo estuvo policromada la torre en épocas pasadas sino que ha permitido desvelar detalles sobre el sistema de construcción empleado o los materiales utilizados tanto en la primitiva obra islámica como en la posterior transformación renacentista llevada a cabo por Hernán Ruíz II. La imagen de la Giralda tal y como la conocemos es muy reciente, y en su larga vida (fue concluida en el año 1198) ha sido remodelada en multitud de ocasiones. Quizás la intervención más "agresiva" fue la de Hernán Ruiz II cuando le agregó el cuerpo de campanas entre 1558 y 1568 pero el aspecto cromático ha ido variando también con el paso de los siglos.




Hasta el año 1791 la Giralda tuvo adosada en su cara este parte de la muralla islámica que defendía el Alcázar desde época almohade. Es en ese año cuando se derriba la conocida como 'Puerta de los Palos' junto con el tramo de muralla que discurría por lo que ahora es la Plaza Virgen de los Reyes desde que la levantara el califa Abu Yusuf a finales del siglo XII. Un siglo después, entre 1881 y 1883 el arquitecto Adolfo Fernández Casanova restauró la torre. En ese momento se decide eliminar el enfoscado que cubría los muros de la Giralda para dejar el ladrillo visto, un material que como ya sabemos nunca estuvo pensado como acabado exterior de los edificios. A esa intervención es a la que hace referencia Ana Isabel Gamero cuando dice que Casanova decide dejar como testigo ese cambio cromático para atestiguar de alguna manera dónde se situaba la desaparecida muralla y la Puerta de los Palos. Un criterio muy novedoso para la época, sin duda.




Fernández Casanova se carecterizó en su intervención en la Catedral por el uso de la policromía y el color para diferenciar los añadidos que se hicieron a finales del siglo XIX. A este arquitecto se deben las puertas de la Concepción y del Príncipe, ambas recientemente restauradas y que fueron construidas con una piedra blanca que nada tiene que ver con el resto de la piedra utilizada en la fábrica gótica y renacentista de la Catedral. Con ese criterio se consigue dejar patente lo que es un añadido del XIX en contraste con la construcción tardogótica, una forma de actuar que a día de hoy se sigue utilizando y que recomiendan los tratados y cartas sobre intervención en el patrimonio.


En la cara norte se aprecian los restos de las pinturas de Luis de Vargas


Esa diferencia de color que ahora se aprecia con tanta facilidad aparece, tal y como me ha hecho ver Manuel Pablo Rodríguez, en fotografías previas a la restauración, lo que ocurre es que la suciedad que impregnaba los paramentos de la Giralda matizaban la huella de la muralla. No es el único testigo conservado por Casanova ya que en la cara norte, la única que queda por restaurar, nos encontramos dos grandes fragmentos enfoscados que en su día estuvieron ocupados por pinturas murales de Luis de Vargas que representaban a San Isidoro y San Leandro por un lado y a Santa Justa y Santa Rufina en el otro, imágenes que a finales del siglo XIX prácticamente habían desaparecido aunque su huella fue respetada por Casanova. La Giralda, ocho siglos después, sigue deparando sorpresas.

2 comentarios:

Andrés Nadal dijo...

Muy bueno.

Recuerdo ese tuit y me llamó la atención que se hacían comentarios sobre el origen del nombre de la Puerta de Palos que no coincidían con la información que yo tengo. Por si alguna vez lo puedes comentar.

AMAS dijo...

Yo creo que lo han hecho así para que se mantenga las huellas de las líneas verticales, que se hubieran perdido si se hubiera limpiado ese trozo. Las dos mas exteriores, mas delgadas, corresponden a las huellas del cable del pararrayos colocado tras el rayo de 1884 y retirados hacia 1988. Pero las mas interesantes son las dos interiores, mas anchas y que "cuelgan del balcón", ya que marcan el entronque de la jamba oeste de la Puerta almohade de Palos en la Giralda, y que junto a las marcas dejadas en el suelo tras la excavación de hacia el 2000 nos permiten reconstruir la Puerta de Palos. Saludos,