domingo, 19 de enero de 2020

El Tesoro del Carambolo como objeto de deseo

Copia del Tesoro del Carambolo en la Sala monográfica dedicada a Tartessos en el Museo Arqueológico


El cierre del Museo Arqueológico hace justo una semana ha provocado que sean muchos los que se acuerden de una de las joyas de su colección, el Tesoro del Carambolo. Curiosamente este ajuar de origen fenicio fechado entre los siglos VII y VI a.C. ni siquiera formaba parte de la exposición permanente por las deficientes condiciones que presentaba el museo, pero su correcta exhibición siempre ha sido una de las razones esgrimidas para la reforma del edificio.

La exposición del Tesoro del Carambolo ha sido durante años un arma arrojadiza entre dos administraciones, el Ayuntamiento de Sevilla, propietario de las piezas, y la Junta de Andalucía, sobre quien recae la gestión del Museo Arqueológico. Han sido varias las ocasiones en las que el Ayuntamiento ha dejado ver sus intenciones de exponer el Tesoro en dependencias municipales. La idea de Espadas de exponerlo en el Antiquarium no es nueva, ya se intentó en época de Monteseirín con el objetivo de dotar a la cripta arqueológica de una pieza estrella que sirviera de reclamo. Desde la Junta de Andalucía siempre se ha defendido que el lugar idóneo para el Tesoro es el Museo Arqueológico e incluso se ha ofrecido al Ayuntamiento pagar, a medias, las medidas de seguridad que necesita el ajuar de oro para su exposición. La respuesta del Ayuntamiento siempre ha sido negativa. 



El hecho de que ahora el Tesoro vuelva a ser objeto de deseo no cambia un hecho fundamental para entender esta historia: exponerlo cuesta dinero, bastante dinero y no se puede exponer en cualquier sitio. ¿Reúne el Antiquarium las medidas de seguridad necesarias para su exhibición? ¿Es este espacio el lugar más idóneo para exponerlo? Personalmente no creo que sea la mejor opción. Resulta cuanto menos curioso que el Ayuntamiento esté dispuesto a sufragar no solo la seguridad diaria que requiere la exhibición del Tesoro del Carambolo sino las obras que habría que realizar en el Antiquarium cuando nunca mostró interés alguno en compartir dichos gastos en el Arqueológico. Por otro lado, la situación actual del Antiquarium es tan delicada que no se entiende que el Ayuntamiento pretenda gastarse un dinero en este espacio para exponer el Tesoro cuando lleva años sin asumir su responsabilidad en el mantenimiento del mismo, incluidas las piezas halladas durante las excavaciones y guardadas de cualquier manera en un almacén sin que en todos estos años se haya movido un solo euro para restaurar mosaicos, pinturas murales y demás piezas.

Al final nos encontramos ante la historia de siempre, la necesidad de vender novedades que ocupen titulares de prensa y, si es posible, atraigan al turismo. En realidad a nadie le importa el Tesoro (como se ha demostrado manteniéndolo guardado en una caja fuerte durante décadas) ni los espacios culturales de la ciudad (empezando por el Antiquarium y acabando por el Arqueológico, que ha cerrado sin que haya presupuesto para la reforma y sin darse a conocer el proyecto de obra). Si de verdad existe un interés por el patrimonio, lo primero que debería hacer el Ayuntamiento es invertir dinero en el Antiquarium, acabando con los terribles problemas que padece y restaurando las piezas halladas en las excavaciones. Todo ello debería ir acompañado de una batería de medidas para mejorar la gestión de los espacios museísticos municipales. 

El sitio del Tesoro del Carambolo no es otro que el Museo Arqueológico y debemos esperar a su rehabilitación para poder contemplar el ajuar debidamente expuesto junto con el resto de piezas que sirvan para dar a conocer la cultura tartésica. El futuro del Museo Arqueológico pasa por integrar en su discurso expositivo la riqueza arqueológica de la provincia de Sevilla, no como eslabones sueltos, sino como una cadena que alcanza varios miles de años de historia. Esa riqueza es el principal potencial del futuro Museo Arqueológico de Sevilla, una entidad que no puede ser simplemente un almacén de piezas, sino un centro de investigación de referencia que concentre la riqueza de toda la región y al mismo tiempo sirva de motor para la conservación de todos los yacimientos arqueológicos de la provincia, empezando por el propio yacimiento donde se encontró el Tesoro en Camas, un Bien de Interés Cultural convertido en un vertedero que debería avergonzarnos a todos.

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