El urbanismo es, sin duda, una de las herramientas más poderosas que tiene un Ayuntamiento para plantear un modelo de ciudad. El pasado mes de abril se cerraba al tráfico uno de los márgenes de la Plaza de San Leandro, iniciativa que partió de una demanda ciudadana en la que estaban implicados diferentes colectivos vecinales, asociativos e incluso el cercano Instituto Velázquez. Cuando se lleva a cabo una actuación así es fundamental contar con un objetivo y explicar las razones por las que se ha realizado, de lo contrario se puede conseguir el efecto contrario al deseado y terminar generando un problema o rechazo.
Espacio peatonalizado en San Leandro sin uso alguno |
A los pocos días de haberse "peatonalizado" este tramo de carretera fueron retirados los macetones que cerraban el paso a los vehículos y el espacio volvió a ser colonizado por los coches. Se volvió a "peatonalizar" el espacio y, esta vez, se añadió una valla junto a los maceteros. Con el paso de las semanas los coches no han vuelto, pero el espacio sí ha sido ocupado por los veladores de uno de los bares de la plaza y es lógico pensar que con el paso del tiempo cada vez haya más veladores.
¿Qué ha pasado en San Leandro?
Se ha decidido cerrar al tráfico una zona pero no se le ha dado ningún uso alternativo. El vecino que estaba acostumbrado a aparcar su coche en dicho espacio puede pensar, con razón, que no tiene sentido dejarlo sin aparcamiento simplemente para dejar ese trozo de asfalto vacío. Del mismo modo, los bares de la zona pueden aprovechar un espacio sin uso para hacer negocio colocando sus veladores. El problema no está tanto en el coche o en el velador, sino en lo que se pretendía conseguir cerrando al tráfico ese tramo de calle. Realmente, ¿para qué se ha hecho esa peatonalización? ¿En qué ha mejorado la plaza? Sí, ahora hay cuatro o cinco coches menos aparcados pero, ¿y qué?
Como decía al principio, el urbanismo puede ser una buena herramienta para aumentar la calidad de vida de los vecinos o para mejorar un espacio concreto. Cerrar un tramo de calle y dejarlo sin uso alguno carece de sentido ya que los coches van a seguir llegando a la plaza para buscar aparcamiento en las plazas aún habilitadas (por lo tanto no se genera una menor atracción de tráfico) y el usuario no va a hacer suyo este nuevo espacio básicamente porque no hay nada que se pueda hacer en él.
Intervención en Poble Nou (Barcelona). Fuente |
Intervención en Poble Nou (Barcelona). Fuente |
El bautizado como urbanismo táctico nos da algunas claves para mejorar un espacio sin necesidad de grandes obras. Si el objetivo es hacer de este espacio un lugar de encuentro cívico se deberían haber instalado elementos que contribuyan a hacerlo atractivo e interesante para el ciudadano. ¿Es necesario para ello llevar a cabo una gran obra de remodelación de toda la plaza? Pues no. Es tan sencillo como hacer algo similar a lo que se ha planteado en multitud de sitios durante los últimos años: elementos efímeros que convierten un espacio hasta ahora invadido por el tráfico en un lugar de convivencia. ¿Cómo qué? Pues tenemos elementos para aburrir, desde unos simples columpios para que jueguen los niños hasta grandes macetones con árboles, jardineras, mesas para jugar al ping-pong, hamacas, obras de arte... o una tirolina, elementos baratos, fáciles de instalar y que se pueden retirar rápidamente cuando se lleve a cabo la obra de remodelación de la plaza. De este modo se crea un antecedente, se gana ese espacio para el ciudadano, que lo hace suyo y lo utiliza. De lo contrario tenemos un espacio muerto que genera rechazo en el vecino que se ha quedado sin aparcamiento o molestias al que ve cómo debajo de su ventana le colocan veladores.
Intervención en Poble Nou (Barcelona). Fuente |
Esculturas de Xavier Mascaró en la zona peatonalizada de Poble Nou (Barcelona). Imagen Cultura de Sevilla |
Un ejemplo, de los muchos que se podrían poner, lo tenemos en las super manzanas de Barcelona, con la prueba piloto de Poble Nou, donde se ha pacificado el tráfico en una serie de calles interiores del barrio aprovechando la retícula urbanística del ensanche para crear zonas de uso común. En ellas se han instalado mesas de picnic, macetones con árboles, bancos, juegos infantiles e incluso una serie de esculturas de Xavier Mascaró cedidas por la Fundació Vila Casas. Lo mismo ocurrió en Times Square cuando se ensayó su parcial peatonalización o en multitud de ciudades de América Latina donde llevan años utilizando el urbanismo táctico para evaluar posibles usos del espacio a través de elementos efímeros fácilmente retirables. De este modo se puede testar la respuesta de la ciudadanía, incorporando mejoras y evaluando el objetivo antes de llevar a cabo una intervención permanente. En Sevilla está más que comprobado que todo espacio que se gana para el peatón acaba convertido en velador (plazas de la Alfalfa, Pescadería, Pan, Los Terceros...), quizás sea hora de ensayar otro tipo de actuaciones en las que el ciudadano pueda, simplemente, estar por estar en esos espacios, sin consumir, tan solo haciendo uso de los mismos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario