El Pabellón de Cruzcampo albergará un teatro dedicado al flamenco |
La venta del Pabellón de la Cruzcampo para reconvertir el edificio en un espacio escénico dedicado al flamenco vuelve a poner sobre la mesa el potencial cultural que está adquiriendo la Cartuja. A los espacios museísticos de la zona sur (CaixaForum, Centro Andaluz de Arte Contemporáneo y Pabellón de la Navegación) se suma un cada vez mayor número de recintos dedicados a las artes escénicas. Junto al Teatro Central y el Auditorio Rocío Jurado, ambos construidos para la Exposición Universal, se han inaugurado recientemente el Auditorio BOX en el Pabellón de Canadá y el Cartuja Center, espacios a los que dentro de unos meses se sumará el nuevo recinto dedicado al flamenco.
Sobre la relevancia de la Cartuja como distrito cultural ya se ha hablado tanto en este blog como en otros medios, pero hoy me gustaría reflexionar en torno a la cada vez mayor presencia de las artes escénicas en nuestra ciudad. Desde hace años Sevilla se ha convertido en una ciudad con una continuada presencia de festivales en su programación cultural. De gran tradición son proyectos como la Bienal de Flamenco (20 ediciones en 40 años), el Festival del Títere (38 ediciones), el Festival de Música Antigua (35 ediciones) o el Mes de Danza (25 ediciones). Otros son más recientes pero han conseguido consolidarse año tras año (Festival de Cine, Festival de Artes Escénicas o Circada). Algunos incluso han ido desapareciendo con el paso del tiempo dando paso a nuevos proyectos.
Siempre me he preguntado si la gran cantidad de festivales que se celebran en la ciudad conseguían crear un público más allá del período de celebración o de las actividades gratuitas y al aire libre que organizan. Viendo la paulatina apertura de espacios privados que cuentan con una programación estable todo parece apuntar a que, por un lado, el público demanda este tipo de oferta cultural y por otro que los festivales están consiguiendo (o al menos contribuyen) crear una masa social que da el paso del festival a la programación anual. Sin duda esto es una noticia sumamente interesante y, una vez más, se evidencia que la inversión pública en determinados sectores como la Cultura, no sólo tiene un retorno, podríamos decir, intelectual, sino que a medio y largo plazo genera inversiones privadas, crecimiento económico y empleo. Muchos de los festivales que se celebran a día de hoy en la ciudad no podrían subsistir sin el apoyo explícito y continuado de las administraciones, pero tal vez si no fuera por ese esfuerzo público ahora no tendríamos un Cartuja Center o un auditorio BOX.
Poco es conocido que Sevilla, a principios del siglo XX, tenía una enorme tradición teatral con hasta cuatro y cinco pases diarios en algunos teatros. Sólo hay que echar un vistazo al número de espacios escénicos construidos entre la segunda mitad del XIX y los primeros veinte años del siglo XX para ver esa eclosión cultural. ¿Estará Sevilla viviendo una nueva edad de oro en las artes escénicas? No podemos olvidar la enorme contribución que suponen las pequeñas salas que hay en la ciudad a las que se han sumado nuevos espacios como los teatros de los colegios San José Sagrados Corazones, en Los Remedios, y Salesianos de Triana, gestionados por empresas privadas que han dotado a estos dos barrios de una programación más o menos estable durante gran parte del año.
Dicho todo esto me gustaría lanzar una segunda reflexión. Si en el sector de las artes escénicas se ha conseguido (a medio plazo, no ha sido algo inmediato) que el sector privado vaya a remolque del público, ¿podríamos hacer lo mismo en el sector museístico? Es decir, ¿puede que dentro de unos años la inversión que se está llevando a cabo en eventos como el Año Murillo sirvan de polo de atracción a proyectos de ámbito privado? Y voy más allá, ¿si se gestionaran mejor los equipamientos museísticos de la ciudad se podría llegar a llamar la atención de instituciones interesadas en contar con una sede en Sevilla? Os lanzo la reflexión, a ver qué pensáis.
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