miércoles, 23 de mayo de 2018

Santa María la Blanca se suma al Año Murillo con visitas guiadas




Si por algo se caracteriza el período barroco es por el concepto de obra de arte total. Escultura, pintura, arquitectura, música, iluminación, todo formaba parte de un fuerte despliegue escenográfico cuyo principal objetivo era sorprender al espectador. Desde este fin de semana la iglesia de Santa María la Blanca acoge una visita cultural que partiendo de esta base busca poner en valor el patrimonio atesorado en el edificio y su fuerte vinculación con Bartolomé Esteban Murillo.



'La última cena' de Murillo e 'Inmaculada Concepción' copia del original del pintor


A estas alturas a nadie se le escapa que Sevilla está celebrando desde hace unos meses el Año Murillo con motivo del cuatrocientos aniversario del nacimiento del pintor barroco. Sin duda uno de los espacios más relacionados con su obra es la iglesia de Santa María la Blanca, que ostenta el privilegio, junto con la iglesia de San Jorge del Hospital de la Caridad, de ser el único templo donde se conserva obra original del pintor (exceptuando la Catedral, claro). Santa María la Blanca atesora, desde 1650, la Última Cena que Murillo pintó para la Capilla Sacramental del templo, un lienzo de la primera etapa del pintor que con el paso de los años ha terminado colgado en el muro de la Epístola por las reformas que se han ido acometiendo en la decoración de la iglesia. 

Además de la Última Cena, Santa María la Blanca contó con otros cuatro lienzos del artista. Murillo se volcó con la decoración de la iglesia gracias a su amistad con el canónigo de la Catedral Justino de Neve, gran impulsor de las obras de reconstrucción del edificio en los años cincuenta y sesenta del siglo XVII. Estos cuatro lienzos, ubicados en espacios principales del edificio, fueron robados por las tropas napoleónicas durante la invasión francesa y actualmente son copias las que han devuelto el sentido iconográfico al conjunto.


'El sueño del patricio Juan', copia del original de Murillo


Carlos Maura y Luis Martínez vieron la oportunidad de poner en valor la relación de Murillo con Santa María la Blanca y presentaron un proyecto a la parroquia. La actividad nace con el objetivo de dar a conocer la historia del edificio y de las personas que lo convirtieron, a mediados del XVII, en una obra de arte total. Para ello la visita aprovecha la nueva iluminación artística instalada en las naves del templo tras la última restauración para ir descubriendo, poco a poco, los elementos que Justino de Neve, Murillo, los hermanos Borja y Pedro Roldán entre otros, realizaron para decorar todos y cada uno de los rincones del edificio. La música también juega un papel importante durante la visita al ser interpretadas por Francisco Sosa al órgano varias composiciones sevillanas del siglo XVII dedicadas a la Virgen María.

Es precisamente el tema de la Virgen María el que va dando sentido a toda la visita. En el año 360 d.C. la Virgen María se apareció en sueños al patricio Juan y le indicó el lugar donde debía patrocinar la construcción de una iglesia en su honor. Según cuenta la leyenda, una intensa nevada marcó sobre el terreno del monte Esquilino de Roma el lugar exacto donde debía erigirse el templo. Lo realmente sorprendente de la historia es que los hechos ocurrieron un 5 de agosto, una época poco propicia para fuertes nevadas. La iglesia de Santa María de las Nieves, hoy Santa María Maggiore, se convirtió así en la primera dedicada a la Virgen María. 


Cúpula del crucero de Santa María la Blanca con yeserías de los hermanos Borja


Durante el siglo XVII Sevilla vivía con fervor la defensa de la Inmaculada Concepción. En 1661 el Papa autorizó el culto a la creencia de que la Virgen María había sido concebida sin pecado original y este hecho fue empleado por Justino de Neve para relanzar las obras de reconstrucción de Santa María la Blanca, cuyas obras culminan en 1665. Se organizaron con motivo de la inauguración unos fastos que incluyeron un portentoso aparato efímero que ocupaba toda la calle Santa María la Blanca, desde la Puerta de la Carne hasta la calle San José, con dos arcos de triunfo y un gran monumento ubicado delante de la fachada de la iglesia que contó con obras de Murillo. La participación del pintor en estos trabajos lo catapultó definitivamente como el gran pintor sevillano de la época y sus obras alcanzarían tal fama que prácticamente todas fueron objeto de la codicia francesa siglo y medio después.



>> 'Murillo y Santa María la Blanca' es una actividad que se desarrollará desde este fin de semana y durante el mes de junio los viernes y sábados a las 22:00 horas. Tiene un coste de 7 euros que se destinará a la restauración del grupo escultórico de la Santísima Trinidad de uno de los retablos laterales del templo. Más información aquí

3 comentarios:

Gabriel M. dijo...

Maravillosas fotos. Me preguntó, Sergio, ese retablo con una pequeña talla de la Virgen que preside el altar mayor de la iglesia no es lo que lo presidía originalmente, ¿verdad? ¿O sí? ¿Sí no, qué había antes? Un saludo...

Sergio Harillo dijo...

El retablo mayor es fruto de la reforma del XVII. Lo hace Martín Moreno en 1657 aunque fue remodelado en el siglo XVIII. La imagen mariana no es la original, que según nos contaron en la visita tuvo que ser una talla gótica de vestir. También nos contaron una curiosidad sobre el retablo, es de los primeros en Sevilla en incorporar la columna salomónica. Ten en cuenta que durante gran parte de la historia, cuando cambiaban las modas lo normal, si había dinero, era quitar los retablos y hacerlos nuevos según el estilo de cada época, de ahí que sólo se hayan ido conservando los de gran calidad, los que contaban con gran fervor o aquellos que no pudieron ser remodelados por cuestiones económicas.

El único retablo que se conserva de la etapa anterior del edificio antes de la gran reforma es el de Luis de Vargas que está en la nave de la Epístola aunque también fue bastante remodelado en el siglo XVIII cuando se le añaden las rocallas rococó que tiene ahora mismo.

¡Saludos!

Guillermo Daza dijo...

Que buenos recuerdos con esta entrada Sergio, yo participé en la restauración de la Sagrada Cena de Murillo, y ahora me complace que, junto a la restauración del conjunto arquitectónico, podamos disfrutar de estas joyas del barroco sevillano en su esplendor. Un saludo