martes, 13 de diciembre de 2016

Nueva etapa de Un Gato en Bicicleta en el Soho Benita



El próximo mes de febrero la Librería Un Gato en Bicicleta cumplirá seis años desde que abrió sus puertas en un local de la calle Regina al calor de la revitalización que sufrió la zona tras la construcción del Metropol Parasol. Corría el mes de agosto de ese ya lejano 2011 cuando entré por primera vez en la librería. De inmediato me enamoró un espacio que se ha convertido en una de mis referencias en la ciudad. Gracias a Un Gato en Bicicleta no sólo he conocido artistas que ahora sigo con interés, sino que he descubierto editoriales, he asistido a eventos culturales en sus salas y quizás lo más importante, he ganado un amigo de esos que espero que sean para toda la vida.




Cuando me decidí a abrir mi propio espacio cultural (¿os acordáis de La Fragata Azul, en paz descanse?) me acerqué tímidamente al Gato para presentarle mi idea a Jesús, responsable de la librería. No lo conocía de nada, pero en seguida me acogió como un amigo, me aconsejó en la apertura y me ayudó en el cierre. Si guardo algo positivo de mi paso por La Fragata Azul es sin duda que me sirvió para afianzar mi amistad con Jesús 'el del Gato'. Desde entonces me he pasado horas y horas en su librería debatiendo sobre lo divino y lo humano, cambiando el mundo desde nuestra pequeña parcela e ideando proyectos que seguramente nunca verán la luz pero que contribuyeron a crear un vínculo entre nosotros.



Cinco años después Un Gato en Bicicleta se muda a la calle Pérez Galdós 22, en pleno Soho Benita, para afrontar una nueva etapa. El proyecto evoluciona para, conservando sus líneas principales, incluir una fuente de ingresos más estable que permita seguir desarrollando proyectos culturales: una cafetería. Es curioso pero releyendo lo que escribí sobre Un Gato en Bicicleta hace cinco años ya apuntaba que "lo único que le falta es una cafetería". Le pregunto directamente a Jesús qué pretende conseguir con este cambio y la respuesta es clara y sincera: "estabilidad". "¿La Cultura por sí sola no funciona?", insisto. Y me responde: "es una pena pero no". Aún así el nuevo proyecto diferencia claramente ambos espacios, no es una cafetería con libros, sino una librería y cafetería, un concepto que Jesús define como muy 'inglés', algo a lo que ayuda la decoración del local, ubicado en un edificio regionalista de principios de siglo XX en el que se conserva un espectacular artesonado de madera lamentablemente cubierto con pintura blanca por anteriores inquilinos. Desde luego restaurar ese techo y devolverle el color original a la madera sería un plus para un espacio que enamora desde que entras.



"¿Qué ha motivado dejar la calle Regina después de cinco años?". Jesús se pone serio y me cuenta lo mucho que va a echar de menos la calle, mudarse al Soho es todo un cambio, pero la presión que se está viviendo en muchos locales comerciales con el boom turístico está haciendo mucho daño al pequeño comercio. Sevilla, como bien se encarga de pregonar el Ayuntamiento todas las semanas, está llena de turistas, y los dueños de locales suben los precios pensando en que llegará la franquicia de turno que pagará lo que pidan. ¿Quién sufre al final? El pequeño comercio, que no puede sobrevivir ante la presión de las franquicias y de la especulación inmobiliaria. La nueva zona del Soho donde se ha mudado el Gato también tiene sus problemas, en especial la movida nocturna. Una vecina que pasa por allí y entra a conocer el espacio relata lo insoportable que es esa calle por las noches, la imposibilidad de conciliar el sueño y la pasividad municipal ante esta lacra. Se alegra de que el nuevo vecino no sea un bar de copas y espera que llegue el día en el que la calle Pérez Galdós tenga otro tipo de ambiente que permita conciliar la actividad comercial con el descanso vecinal. No pide la luna precisamente.



Lo que más valoro de Jesús es su capacidad para afrontar el día a día con ilusión. Cualquier otro habría tirado la toalla mucho antes (yo mismo la tiré en su día) pero él sigue reinventándose cada día para seguir aportando su granito de arena en el panorama cultural sevillano. Me resulta curiosa su humildad cuando se refiere a sí mismo como "un pequeño agente cultural en la ciudad". Siempre le he dicho que si Sevilla contara con más gente como él, emprendedora, con ideas nuevas, con ilusión y pasión por la Cultura, seríamos una gran capital cultural. Lo que ha hecho en estos cinco años en Un Gato en Bicicleta con cientos de actividades culturales a sus espaldas es un bagaje del que pocos grandes espacios culturales pueden presumir. Reconoce que la librería le ha permitido descubrir otra ciudad, conocer muchas cosas y a mucha gente y meterse en el mundillo cultural, "han sido cinco años maravillosos". Ahora toca afrontar una nueva etapa, más tranquila (o no) en la que seguirá habiendo presentaciones de libros, talleres y cursos, exposiciones de arte y un concepto que está muy de moda, el 'slow coffee', o lo que es lo mismo, disfrutar la vida con tranquilidad. ¿Qué mejor sitio para hacerlo que en Un Gato en Bicicleta, con esos grandes ventanales abiertos a la calle? Mucha suerte amigo.

7 comentarios:

Trilogías dijo...

¡Larga vida a El Gato en Bicicleta! Ojalá esta ciudad estuviera llena de Sergios y Jesuses... todo llegará

Jesús Tadeo Sila dijo...

No conocía este lugar, la verdad. Pero después de haber leído el artículo, me siento vivamente ilusionado por conocerlo. Admirable que haya lugares así. Admirable que haya gente como este tocayo a quien no tengo el gusto de conocer... pero a quien estoy seguro que conoceré pronto. Gracias por compartir estas cosas.

Gabriel M. dijo...

Mucha, mucha suerte. Creo que éstos son los verdaderos agentes culturales, máa que ministerios y consejerías.

Sergio Harillo dijo...

Gracias por la parte que me toca,Trilogías :)

Espero que te guste el sitio, Jesús. Te recomiendo que visites también el espacio original, en la calle Regina, 8, antes de que cierre en enero. Es un lugar muy especial.

Pues sí, Gabriel, sin la iniciativa privada y ciudadana la Cultura en esta ciudad estaría más que huérfana.

¡Saludos y gracias por vuestros comentarios!

isabel dijo...

Jesus, te deseo toda la suerte del mundo. Desconocía tú librería, ahora que la conozco sin duda me pasaré. Enhorabuena, la cultura es tan necesaria!! Ahora no hay excusa para pasarse y echar un buen rato,con un café. Gracias,

Peli-Roja dijo...

Sí, todo lo que se diga es poco de ese lugar especial y de una persona como Jesús.

Al contrario que muchas librerías de la ciudad, que rechazan todo lo nuevo e incluso te tratan con desprecio o soberbia, él acoge a todo el que se acerca, y si tiene ideas creativas, lo apoya, lo anima, lo ayuda en todo, le da una inyección de entusiasmo y energía. Así fue sido conmigo cuando hace un par de años llegué a la calle Regina para ofrecerle mis fanzines y libros autopublicados. Y como bien dice Sergio, ahora se ha convertido en un amigo pero de los de VERDAD.

Es admirable como sobrelleva con alegría y optimismo las mil dificultades con que tiene que lidiar cada día. JESUS Y RAQUEL, ANIMO Y ADELANTE, TODO VA A IR MUY BIEN.

Y a los que aún no conocen el GATO, que se pasen por allí!!!!!!!!

Virto dijo...

Pues todo mi ánimo a Jesús en su nuevo proyecto. A mí me ilusiona leer el planteamiento de negocio ese "librería y cafetería" y no ese bar con un estante de libros que es un concepto que está bien pero que no sería del todo lo que era (y seguirá siendo) El Gato.
El turismo es la bendición envenenada de esta ciudad, ese todo por el turismo hace que la ciudad acabe siendo ese gran escaparate que de alguna manera ya es. Y qué pasa con los que vivimos aquí todo el año, que pasa con el que no sintoniza con la tradicional vida de provincianito (que nadie se me enfade) o simplemente quiere más, más que fiestas que también son vendidas como parte del escaparate primoroso y fragante. Sevilla no debe ser solo el color especial, los jazmines en primavera y las cuatro zarandajas tópicas; yo soy de los que quiere más y El Gato tiene ese plus, ese trabajo cotidiano, que ellos hacen de una manera desenfadada pero con una constancia que asombra, que hace que uno pueda hacer de su ocio algo significativo, que consigue que apetezca salir a la calle no solo para tomar el aire, sino porque hay cosas interesantes esperándonos en ella.

En fin, que me pierdo, la identidad cultural de esta ciudad le debe mucho a negocios callados como este. Soy de los que cree que hay que compatibilizar bien las propuestas, y como el "oficialismo" obvia estas propuestas, en parte porque le deben nada o muy poco, tendremos que ser los que las disfrutamos día a día los que las pongamos en valor.

Lo dicho, mucha suerte y pronto iré a visitar el nuevo y mejorado Gatete.