viernes, 27 de mayo de 2016

Clasicismo vs. Desarrollismo


Ahora que los días son más largos he recuperado la sana costumbre de hacer deporte o pasear por el río, la mayoría de las veces por el Paseo Juan Carlos I pero en ocasiones hago de tripas corazón y opto por el nivel superior, la calle Torneo. Sin quitarle el ojo al suelo, por aquello de que de cada tres baldosas dos y media están rotas o desaparecidas, el otro día me percaté de que habían construido un nuevo edificio a la altura de Pascual de Gayangos




A primera vista el edificio me pareció muy atractivo. No deja de ser un bloque de viviendas al uso, pero el arquitecto o promotor ha tenido el detalle de añadirle unas molduras a puertas y ventanas que le dan cierto historicismo al edificio. El contraste entre el blanco y el tono rojizo de las paredes también le da un toque interesante. No es un alarde de arquitectura, pero pasa bastante desapercibido en esa frontera psicológica del centro histórico que es la calle Torneo, un espacio que se abre al río y a la Sevilla contemporánea pero que al mismo tiempo sigue siendo parte del conjunto protegido de la ciudad.


Mi percepción del edificio mejoró aún más cuando unas bocacalles más adelante me encontré otra serie de edificios, de similares características (un cubo de viviendas de cuatro alturas) construidos en la segunda mitad del siglo pasado. Por mi afición al urbanismo y a la arquitectura me pregunté cómo se podrían mejorar estéticamente estos edificios, ¿tal vez arreglando las calles? ¿Eliminando los aparatos de aire acondicionado? ¿No tienen arreglo? ¿Hemos aborrecido de tal manera cierta arquitectura que lo único que nos consuela es que los nuevos edificios tengan un toque 'clásico' en forma de molduras? ¿Tiene cabida la arquitectura contemporánea en los centros históricos? 


Resulta sumamente curioso que hayamos integrado sin problema alguno un edificio como la fábrica de tejidos que Aníbal González construyó para Enrique Ramírez en la calle Torneo, con sus extravagancias arquitectónicas, y sin embargo sigamos viendo como algo fuera de lugar ciertos edificios de viviendas de la segunda mitad del siglo XX. ¿Es cuestión de acostumbrarse? ¿O estamos hablando de buena y mala arquitectura? El edificio de viviendas que encabeza el post seguramente no generará debate alguno en el entorno histórico de la ciudad, pasa desapercibido. Todo lo contrario que otros edificios como el de la calle Santander, junto a la Casa de la Moneda. ¿Debemos optar por este tipo de arquitectura en el centro histórico para evitar estridencias? ¿O debemos construir contemporáneamente y que sean las generaciones futuras las que decidan si es buena o mala arquitectura?

2 comentarios:

Guillermo Daza dijo...

Yo personalmente tengo una opinión al respecto, en principio conservar lo que hay, y en el caso que se construya de nueva planta, que se haga de forma contemporánea.Eso si, nos podríamos plantear que si al igual que ocurre en las artes plásticas hoy en día coexisten tendencias dispares que oscilan del hiperrealismo hasta la abstracción,y todos vemos con normalidad esa convivencia, ¿ Sería respetable que un arquitecto usara un lenguaje ya extinguido, clásico, barroco, historicista...etc? Posiblemente el resto de sus compañeros lo tacharían de Pastiche.
Yo vería ahí el valor de la copia pero no el de la creación. Para mi el lenguaje que se adapta mejor a un entorno clásico, o mejor dicho histórico como el de Sevilla, debería de ser contemporáneo pero adaptándose con especial delicadeza y sensibilidad al entorno, inspirado en volúmenes y materiales que enlacen y encajen con lo existente pero siempre aportando ese nuevo concepto de modelar el espacio que ofrece la arquitectura contemporánea.

Sergio Harillo dijo...

Muy de acuerdo con tu comentario, Guillermo. Creo que en el uso de materiales tradicionales podría estar una de las claves a la hora de ofrecer un diálogo entre arquitectura contemporánea y conservada.

¡Saludos!