miércoles, 30 de diciembre de 2015

Las Casas Consistoriales recuperan su belleza original


Sólo se valora aquello que se conoce y el patrimonio no es una excepción. La divulgación y difusión de las labores de restauración que se llevan a cabo es una buena forma de hacer llegar al gran público la importancia del patrimonio. El Real Alcázar ha puesto en marcha la iniciativa 'Abierto por obras' que persigue dar a conocer diferentes intervenciones realizadas tanto en el monumento palaciego como en la sede de las Casas Consistoriales, cuyo mantenimiento depende del presupuesto del Alcázar.


Acceso primitivo al Ayuntamiento del siglo XVI con las puertas originales

La historia general de nuestro Ayuntamiento es bien conocida. Hasta principios del siglo XVI la sede de las Casas Consistoriales estaba en el Corral de los Olmos, en la actual Plaza de la Virgen de los Reyes. Tras la boda del emperador Carlos V en Sevilla, el monarca 'sugirió' que la principal ciudad de su imperio debía contar con un cabildo municipal acorde a su importancia y en 1527 Diego de Riaño ya estaba manos a la obra construyendo uno de los mejores edificios del Renacimiento europeo. Y ahí lo tenemos, pasamos por delante cada dos por tres e incluso nos permitimos taparlo con elementos efímeros. La restauración de la fachada renacentista de las Casas Consistoriales no ha hecho más que poner de manifiesto la riqueza con la que escultores y maestros de obra trabajaron a lo largo del siglo XVI. Lola Robador, arquitecto responsable de la restauración, detalló durante una visita al edificio el pasado lunes, los pormenores de una intervención que comenzó hace unos años y que todavía tiene por delante recuperar gran parte de las fachadas construidas en el siglo XIX.

Talla renacentista hacia la Plaza de San Francisco

El estudio detallado de cada uno de los elementos pétreos que componen la fachada ha permitido, entre otras cosas, determinar las canteras de donde provienen los bloques de piedra caliza que se utilizaron en el siglo XVI para construir el edificio: Morón de la Frontera, Jerez, El Puerto de Santa María o Espera. También se ha descubierto que todo el edificio tuvo cierta policromía, un tono dorado en paramentos y relieves fruto del mortero de cal que se utilizó para proteger y uniformizar la piedra, y verdes, rojos y azules en elementos concretos como los escudos. La limpieza actual ha permitido subsanar los problemas ocasionados en la restauración que se hizo para la Exposición Universal, a base de chorros de arena, una técnica que se ha demostrado tremendamente dañina y que borró parte de la volumetría de esculturas y relieves.


El estado de la fachada era bastante precario. A la suciedad se unía que muchos sillares estaban sueltos y que el efecto de la contaminación e intervenciones anteriores estaban deshaciendo la piedra. El CO2 y el azufre que hay en el ambiente actúan sobre la piedra provocando una reacción química que la convierte en poco más que arena. La intervención ha consistido, por tanto, en fijar con varillas de acero inoxidable aquellos elementos que estaban sueltos, así como consolidar la piedra para evitar que se siguiera deshaciendo, eliminando cementos y yesos empleados anteriormente, materiales poco aconsejables en la restauración de este tipo de edificios. Para ello se han empleado los mismos materiales que en el siglo XVI, una mezcla de mortero de cal, pigmento mineral y polvo de mármol que actúa como una fina película protectora entre la piedra y el exterior. El uso de materiales originales es sin duda uno de los grandes logros de la restauración, algo que cada vez se está teniendo más en cuenta pero que hasta hace bien poco era una excepción. Entre las 'mejoras' que se han introducido en la fachada destaca un saliente pétreo que se ha colocado sobre las cornisas para facilitar la evacuación del agua y evitar en la medida de lo posible que penetre en los paramentos.


La obra también ha deparado grandes sorpresas, como la aparición de un arco embutido en la fachada que Demetrio de los Ríos labra tras el derribo del convento de San Francisco. Este espacio formó parte en su día del compás del convento, al que se accedía por el conocido arquillo de la Plaza de San Francisco. Esta fachada, a medio terminar, incorporó capiteles renacentistas (otra de las sorpresas) cuya procedencia es desconocida, pero que pudieron haber formado parte del muro del compás del convento. La remodelación de esta zona del edificio se pudo completar en la fachada que da hacia la avenida de la Constitución (con el balcón decorado con atlantes) pero quedó sin labrar hacia Plaza Nueva, conservándose a día de hoy los volúmenes (sólidos capaces) en bruto. 

Arco renacentista reutilizado en la fachada del siglo XIX

La aparición de policromía en este arco, que podría haber sido un acceso a la sala de Fieles Ejecutores, constata que daba al exterior. Demetrio de los Ríos mantuvo el arco, redibujando el llagueado sobre los sillares para adaptarlo a la nueva fábrica. Este testigo del edificio del XVI es otra muestra más de la simbiosis que existió durante siglos entre las Casas Consistoriales y el convento, una estrecha relación que también es palpable en el interior, donde se conservan algunos elementos que formaron parte del cenobio derribado tras la invasión francesa.

Restos del convento de San Francisco dentro del Ayuntamiento

Para más información sobre el interior del edificio no te pierdas este post sobre las Casas Consistoriales (enlace)

>> Gracias a Lola Robador por la magnífica visita y por su labor en la protección del patrimonio.

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