Resulta tremendamente interesante escuchar al profesor Julián Sobrino hablar sobre el patrimonio industrial heredado en nuestra ciudad. A pesar de la recurrente idea que relativiza la importancia industrial de Sevilla, lo cierto es que si bien la ciudad no puede equipararse a los grandes núcleos de la revolución industrial del XIX, un siglo antes tuvimos nuestro particular desarrollo industrial, como así lo atestiguan dos grandes edificios, quizás de los más grandes construidos en España: la Real Fábrica de Artillería y la Real Fábrica de Tabacos.
El proyecto para construir una fábrica de tabacos moderna que sustituyera las obsoletas instalaciones de la plaza de San Pedro se remonta a 1725 y se debe al afán modernizador de la nueva dinastía borbónica. Las obras comenzarán de inmediato según el proyecto del ingeniero Ignacio Sala, que se encargaría de la cimentación del edificio entre 1728 y 1731, cuando abandona la obra. La ubicación del gigantesco edificio a las afueras de la ciudad responde, primero, a las necesidades de espacio y segundo a los privilegiados nexos de comunicación, cerca del puerto, en el cruce de varios caminos reales y junto al Tagarete, que le sirvió como materia prima tanto para llenar el foso que rodea la fábrica como para las propias necesidades del edificio.
Tras la renuncia de Sala y el trabajo de otros ingenieros, entre 1750 y 1771, cuando acaben las obras, se hará cargo del proyecto Sebastian van der Borcht, asistido por un numeroso grupo de ayudantes entre los que se encontraban Lucas Cintora (que trabajará en el Archivo de Indias y en San Telmo), Pedro de Silva, Antonio Figueroa y Cayetano de Acosta, escultor portugués que se ocupará de la decoración del edificio. Van der Borcht será el autor de la fachada principal, los patios, la estructura de naves que caracterizaban al edificio antes de la reforma de los años cincuenta, la capilla, la cárcel y el foso. Es por tanto van der Borcht quien le da su apariencia actual a la Fábrica y a quien se debe su carácter monumental y regio, no obstante estamos hablando de una obra impulsada por la monarquía y que refleja los ideales reformistas de la misma, de ahí que la presencia de elementos monárquicos esté muy presente en la decoración.
La fábrica se dividía en dos sectores bien diferenciados, por un lado estaba la zona administrativa y residencial, ubicada en la fachada principal, y en la parte posterior estaba la zona de trabajo propiamente dicha. La magnífica fachada diseñada por van der Borcht y labrada por Cayetano de Acosta daba acceso a la zona administrativa, con sus imponentes escaleras y donde hoy se ubican las dependencias del Rectorado de la Universidad de Sevilla. La portada de acceso, a la que se accede tras superar las bellas rejas de la calle San Fernando colocadas a mediados del siglo XIX y fundidas en los altos hornos de El Pedroso, tiene un completo programa decorativo que gira en torno a la función del edificio, haciendo referencia a la monarquía española, a la procedencia del tabaco (los conocidos indios fumando en pipa) y los bustos de Cristóbal Colón y Hernán Cortés. El conjunto se remata con la figura de la Fama y una serie de jarros de azucenas, motivo empleado en la Catedral de Sevilla como emblema y que se repetirá como elemento decorativo en varios edificios barrocos sevillanos. Las fachadas del edificio, de planta cuadrangular, poseen un quiebro en los extremos, adelantándose para romper la monotonía y sobriedad del paramento, ordenado por medio de pilastras de orden gigante. La decoración se concentra en las puertas de las viviendas ubicadas en los extremos y en el antepecho de la azotea, donde se colocan jarrones y bellos pináculos.
Puertas de acceso a las antiguas viviendas de los responsables de la fábrica |
Además de la zona administrativa, en la fachada principal se encontraban las viviendas de los máximos responsables de la fábrica. En el lado derecho (donde hoy están los departamentos de Historia e Historia del Arte) se encontraban las viviendas del director y del subdirector de la fábrica, distribuidas en torno a patios de triple altura decorados con pilastras adosadas. La reforma de los años cincuenta comunicó estos espacios interiormente, pero el diseño primitivo planteaba dos casas independientes, cada una con su patio porticado, su escalera, sus zonas residenciales y zona para el servicio. Al otro lado de la fachada principal, en la antigua facultad de Derecho, existen otras dos casas idénticas, destinadas a otros dos altos cargos del gobierno de la fábrica.
Como ente relativamente autónomo de la ciudad que se encontraba al otro lado de la muralla, la Fábrica de Tabacos tenía sus propias leyes y equipamientos. Dentro del recinto, rodeado por un foso que trataba de impedir el contrabando y los robos, se construyeron dos edificios fundamentales para el correcto funcionamiento de la fábrica, una cárcel (hoy ocupada por varios departamentos de la Facultad de Historia) y la capilla, ampliada en los años cincuenta del pasado siglo XX. Ambos edificios, diseñados por van der Borcht, curiosamente son idénticos en su exterior, aunque evidentemente muy diferentes en su interior. Mientras que la cárcel tiene un patio que da ventilación a las antiguas celdas, la capilla, originalmente de una sola nave, es un espacio más reducido, con una linterna en el crucero que aporta iluminación al interior.
Antigua cárcel de la fábrica |
Capilla de la fábrica de tabacos |
En el interior de la capilla, entre otras obras de arte, destaca el retablo de la Virgen de los Remedios, que hasta los años cincuenta ocupó el presbiterio y que tras la llegada de la Hermandad de los Estudiantes fue trasladado a la nave lateral para colocar el Cristo de Juan de Mesa en la zona principal de la capilla. El retablo fue realizado por Julián Jiménez hacia 1762, y de las esculturas se ocupó Benito Hita del Castillo, que labró la Virgen de los Remedios (recientemente restaurada) y las figuras de San Carlos Borromeo, San José y San Fernando, que remataba el ático y tuvo que ser retirada por la diferencia de alturas entre esta nave y la principal.
Retablo de la Virgen de los Remedios en la capilla |
Cuando en los años cincuenta la producción se traslada a la nueva fábrica de Los Remedios, la Universidad inicia una serie de obras para adaptar el edificio como sede del Rectorado y varias facultades. Con este traslado, la Universidad culmina, hasta el momento, un periplo que se inició en 1505 cuando Maese Rodrigo de Santaella obtuviera el permiso papal para fundar el Colegio de Santa María de Jesús, germen de la actual Universidad. La sede de este primer colegio estuvo en la Puerta de Jerez, quedando únicamente el testigo de la pequeña capilla tras el derribo del edificio para abrir la avenida de la Constitución. La segunda sede estuvo a partir de los años setenta del siglo XVII en la calle Laraña, en la antigua Casa Profesa de los Jesuitas, edificio que también fue derruido (a excepción de la iglesia de la Anunciación) para construir la actual Facultad de Bellas Artes. Por fortuna los tiempos han cambiado y ya es bastante complicado que esta tercera sede de la fábrica de tabacos se derribe, aunque los cambios efectuados por Antonio Balbontín de Orta y Antonio Delgado Roig fueron muy profundos. Entre las reformadas realizadas en los años cincuenta destaca la apertura de tres nuevas portadas de acceso en las fachadas laterales y posterior del edificio, la construcción de nuevos patios para dar luz a las aulas y la compartimentación de las inmensas naves interiores para construir clases, despachos y demás usos requeridos por las facultades. A día de hoy aún se pueden observar en varios puntos la grandeza y monumentalidad de uno de los edificios más interesantes e importantes de la ciudad, testigo de un pasado industrial del que debemos estar orgullosos.
Más información sobre el edificio, declarado Bien de Interés Cultural en 1959, aquí
La sede principal de la Universidad de Sevilla, así como otros edificios de interés histórico artístico, es visitable. Mas información aquí. Tour virtual aquí
No hay comentarios:
Publicar un comentario