martes, 4 de agosto de 2015

Urbanismo de usar y tirar en la Cartuja


El anuncio de la creación de una nueva zona verde en la ciudad es sin duda una noticia que todos deberíamos celebrar y valorar positivamente. Sin embargo, la letra pequeña del acuerdo que permitirá recuperar el frente fluvial de la zona sur de la Cartuja tiene tantos matices que es complicado no tachar esta actuación como poco afortunada. Nadie puede negar que este espacio necesita una intervención que permita al ciudadano recuperarlo y disfrutar de él, pero las formas que se han seguido no son, ni mucho menos, las idóneas.




El complicado recorrido urbanístico que dio lugar a la construcción de Torre Sevilla y de todo el complejo de Puerto Triana obligaba a los promotores a pagar una serie de mejoras en la ciudad a cambio de permitirles la construcción del rascacielos. Con dinero de la promotora se pagó la remodelación del Pabellón de la Navegación para reabrirlo como espacio museístico al mismo tiempo que se cerraba la inversión necesaria para construir una pasarela peatonal hacia Plaza de Armas y la remodelación de la zona verde anexa. Del puente nada más se supo pero las obras en la zona verde empezarán en unos días. Poco se ha hablado de la titularidad de estos terrenos, pero los 2'5 millones de euros que va a costar la zona verde las pagará la promotora del rascacielos lo que le ha permitido elegir un diseño sin consensuarlo con la propia ciudad.



Sin duda uno de los grandes beneficiados con la construcción del rascacielos ha sido el arquitecto Guillermo Vázquez Consuegra. Gracias al convenio firmado entre la ciudad y la sociedad Puerto Triana se ha encargado de la remodelación del Pabellón de la Navegación, del que es autor, está realizando las obras del Caixaforum que se instalará en uno de los edificios podio de la Torre y también ha sido el elegido para diseñar la nueva zona verde que dará unidad al conjunto. 

Como denunciábamos hace unos días, el diseño de Consuegra para la zona verde no incluye las estructuras heredadas de la Exposición Universal, que se han considerado más que amortizadas y se derribarán para dar paso a un nuevo frente fluvial en esta zona de la ciudad. Dejando de lado la oscuridad con que se ha llevado a cabo el diseño de este espacio, cuesta entender que el Ayuntamiento no haya puesto una serie de límites a la intervención. El diseño de la nueva zona verde debería haber tenido en cuenta no sólo las dos farolas-vela que se conservan, sino la pérgola y escalinata que en su día actuó como Puerta del Guadalquivir de la Expo. Es la única puerta que queda del recinto y se va a derribar sin contemplaciones. 


¿Qué se podría hacer con este espacio? Para empezar resulta mucho más económico y sostenible conservar la estructura que derribarla, pero es que además el espacio se podría integrar perfectamente en el nuevo parque utilizándose como auditorio al aire libre y como mirador hacia el río y la ciudad, al estilo de este proyecto que se está llevando a cabo en Sidney.

Proyecto The Goods Line, Sidney. Aspect Studios y Choi Ropiha Fighera. Imagen de Plataforma Urbana


Como se adelantó el otro día, el diseño de Vázquez Consuegra para esta zona de la ciudad cuenta con una gran pérgola que recorrerá el espacio de norte a sur con la idea de ubicar bajo ella espacios comerciales. El resto del parque mantendrá los árboles existentes y eliminará las construcciones existentes en la orilla para abrirlo más al río y permitir una mayor integración paisajística.



El Ayuntamiento ha anunciado que "estudiará" la propuesta de conservar estas estructuras, pero no es cuestión de "estudiar" sino de velar por nuestro patrimonio y evitar que se sigan perdiendo elementos de gran valor histórico y arquitectónico. No permitamos que se repitan situaciones absurdas como el derribo de parte del mural Verbo America para la construcción de un carril bici. El Urbanismo debe abandonar de una vez por todas las prácticas especulativas y debe tender a la conservación, recuperación y participación de la sociedad. Si gastarse 2'5 millones de euros en esta zona verde ya es un gasto excesivo, derribar unos elementos que no estorban en absoluto por mero capricho demostraría que Sevilla sigue viviendo de espaldas a las corrientes urbanísticas que se están llevando a cabo en las ciudades desarrolladas. Más conservar y menos derribar.


1 comentario:

capirote dijo...

Curioso por parte de un arquitecto que en plena polémica por su construcción tachó al edificio como "esparrago"