Rastrear la huella modernista en Sevilla es bastante complicado. Existen edificios muy conocidos como las Casas para Laureano Montoto construidas por Aníbal González en 1905 en las calles Alfonso XII y Almirante Ulloa pero son muchos los inmuebles que han desaparecido, como el Café París, dejando a la ciudad bastante huérfana de este estilo arquitectónico.
En el dédalo de calles que conforman Francos, Chapineros, Placentines y Álvarez Quintero nos encontramos un interesante repertorio de casas modernistas y regionalistas. Hoy nos centraremos en los números 40 y 42 de la calle Álvarez Quintero, edificios diseñados por José Gómez Otero, uno de los arquitectos más importantes de la Sevilla de finales del siglo XIX y principios del XX.
Gómez Otero se forma en Sevilla con el arquitecto Juan Talavera de la Vega, obteniendo el título de arquitecto en la Escuela de Arquitectura de Madrid en el año 1872. Rápidamente encontrará acomodo en Sevilla donde fue nombrado arquitecto del Real Alcázar. Su participación en la remodelación artística y urbanística de la ciudad a finales del XIX será decisiva sentando el precedente del Regionalismo junto con José Espiau de la Coba en la Casa para el Conde de Aguiar de Puerta de Jerez, hoy conocida como Casa Guardiola. También trabajará en la Casa para el Marqués de Villamarta de la calle Reyes Católicos donde deja claro sus ideas monumentales a la hora de plantear las fachadas de sus edificios, huyendo de la sobriedad decimonónica.
Su interés por el Modernismo llegará con los primeros años del siglo XX. Ya en la Hacienda de Santa Teresa de Buenavista, edificio hoy desaparecido, el Modernismo será un elemento característico, influyendo en su jovencísimo yerno Aníbal González. En las casas de la calle Álvarez Quintero (fechada una de ellas en la propia fachada en 1906) vemos también las formas vegetales tan típicas del Modernismo, más claras en el número 40, aunque presentes en ambos ejemplos.
El Modernismo será un estilo que no tendrá largo recorrido en Sevilla y como se ha apuntado en otras ocasiones, el Regionalismo será la respuesta local al delirio decorativo modernista. Frente a un estilo eminentemente burgués, las clases altas sevillanas optarán por una arquitectura autóctona que reinterprete los modelos tradicionales. El propio concurso de Casas Sevillanas organizado por el Ayuntamiento en 1911 prohibirá la participación de edificios construidos en este estilo por considerarlo alejado de la arquitectura vernácula, una idea en la que incidió la propia Academia de Bellas Artes al tachar de "exótico" el proyecto alternativo para la Exposición Hispanoamericana de Fermín Álamo, que optaba por el Modernismo para algunos de sus pabellones principales.
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