La restauración del retablo mayor de la iglesia de San Lorenzo realizada durante el pasado mes de julio ha sido posible gracias a la colaboración entre la Archidiócesis de Sevilla y la Universidad de Sevilla. Por medio de unas prácticas, doce alumnos del Grado de Conservación y Restauración han podido intervenir en una de las obras más interesantes del barroco sevillano abriendo la puerta a futuras colaboraciones entre ambas instituciones, lo que redundaría no sólo en la conservación de nuestro patrimonio sino en la formación de futuros profesionales.
Los orígenes de la parroquia de San Lorenzo se remontan, como en tantas otras iglesias sevillanas, al siglo XIV cuando sería construida siguiendo los cánones mudéjares que podemos rastrear en los templos medievales sevillanos. Sin embargo, San Lorenzo gozó desde el principio de ciertos privilegios, como demuestra que cuente con cinco naves, y no tres como el resto de iglesias o que su estructura haya sido reformada una y otra vez, ampliándose y enriqueciéndose su imagen primitiva. La capilla mayor actual sustituye a la que seguramente en su origen sería una cabecera poligonal cubierta con bóvedas nervadas. Se trata de un añadido realizado por Diego López Bueno que se encargaría de construir a partir de 1615 Juan de Oviedo y que en el siglo XIX se redecoraría con pinturas murales, destacando así mismo los bellos zócalos de azulejos. El retablo, cobijado bajo un gran arcosolio, fue contratado en 1632 por Juan Martínez Montañés que se encargaría del diseño de la arquitectura mientras que las esculturas y relieves se deben a Felipe y Francisco Dionisio de Rivas que trabajarían en ellos entre 1645 y 1652. La hornacina central la ocupa la imagen de San Lorenzo con la parrilla que le sirvió de martirio, situándose en las calles laterales diferentes escenas de su vida y un crucificado en el ático. El Sagrario es una pieza anterior, construida por Diego López Bueno en 1616 e incluida en una estructura decorada por Francisco Pacheco.
La intervención ha consistido en la limpieza y consolidación del conjunto, que no presentaba grandes problemas en su estructura, pero que sí mostraba un alto grado de suciedad en su superficie debido a la acumulación del polvo y al humo de las velas. A la restauración del retablo se unen diferentes actuaciones que se están llevando a cabo en el edificio, como el pintado de los muros o la recuperación de las pinturas de la capilla de la Hermandad de La Soledad, en la que aún se está actuando. Con estas actuaciones la iglesia de San Lorenzo da un paso más en la protección de su amplio y rico patrimonio (hace unos años se restauraba la bella capilla de la Virgen de Rocamador) pero aún queda un trabajo fundamental, la limpieza de sus pinturas murales, tanto las del presbiterio como las de la capilla del Sagrario, muy maltratadas por el uso y el paso del tiempo.
Más información e imágenes sobre la restauración del retablo mayor aquí
Fuente: Iglesias de Sevilla, de Manuel Jesús Roldán
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