domingo, 30 de agosto de 2015

Azulejos sevillanos en la Casa Amatller de Barcelona


A estas alturas creo que a nadie se le escapa que estoy completamente enamorado de la ciudad de Barcelona, no sólo por la propia ciudad en sí, sino porque estoy convencido de que Sevilla podría tomarla como referente y modelo en materia cultural y urbanística. En mi último viaje pude disfrutar, una vez más, de su fantástica oferta cultural y como historiador del arte, la cabra tira al monte y me adentré en los nuevos atractivos que la ciudad condal ofrece al visitante ávido de tesoros por descubrir.



La Casa Amatller abrió sus puertas al público tras una larga y laboriosa restauración hace unos meses. Diseñada por Josep Puig i Cadafalch entre 1898 y 1900 es la primera de las grandes residencias construidas en esta esta zona del Ensanche conocida como la 'Manzana de la Discordia'. En apenas unos metros podemos encontrarnos la Casa Batlló, de Gaudí, la Amatller, a su lado y la Lleó Morera, obra de Lluís Domènech i Montaner. Gracias a la fantástica iniciativa de la Ruta Modernista que organiza todos los veranos el Consistorio barcelonés ya he podido disfrutar de dos de estas casas y la experiencia ha sido increíble. La Casa Amatller esconde, además, un curioso secreto, y es que sus zócalos están realizados con azulejos fabricados en la trianera fábrica de Mensaque, un detalle que aporta un bellísimo toque al zaguán y a los salones de esta maravillosa casa.



Como luego ocurrirá en la Casa Batlló y la Lleó Morera, la Casa Amatller es en realidad una adaptación de un edificio previo. Puig i Cadafalch recibió el encargo de Antoni Amatller de remodelar una antigua finca construida en el siglo XIX para adaptarla como residencia de esta familia de la alta burguesía catalana. El esquema del edificio será el mismo que en otras viviendas burguesas de la época, el piso principal se reservaba para la familia propietaria del edificio mientras que el resto de pisos se destinaba al alquiler. La Casa Amatller presenta, sin embargo, una serie de peculiaridades que la hacen diferente a otras casas como el hecho de que tuviera un amplio jardín en el interior de la manzana. Esta zona verde motivó que la familia decidiera ubicar los salones públicos como el comedor o la sala de música, junto al jardín, para que los invitados pudieran disfrutar del mismo. Esta peculiar distribución hizo que los dormitorios no tuvieran más remedio que colocarse en la fachada del edificio, dando al Paseo de Gracia. El hecho de que unos dormitorios dieran al exterior era algo completamente impensable para la puritana sociedad burguesa de la época, por lo que la familia Amatller sentó un extrovertido precedente.



Antoni Amatller amasó su fortuna gracias al chocolate. A día de hoy se sigue comercializando esta marca, si bien ya no pertenece a la familia al quedar sin descendencia hace varias generaciones. La Casa sirvió como residencia al burgués y a su hija, ambos grandes apasionados de la cultura y el coleccionismo. Este gusto por la tradición casó a la perfección con el espíritu de Puig i Cadafalch, quizás el más clásico de los modernistas catalanes, ya que hundió las raíces de su obra en la época medieval. Es por eso que la Casa Amatller conserva ese aire de palacio medieval donde vidrieras, relieves y paredes enteladas confieren a sus estancias una imagen antigua aderezada con las formas ornamentales del Modernismo y el brillo de los azulejos sevillanos.




La Casa Amatller se convirtió en un auténtico museo donde la familia exponía en vitrinas su amplísima colección de antigüedades donde destaca el extraordinario conjunto de vidrios de todas las épocas, desde Egipto hasta el siglo XX. Antoni Amatller compaginó su pasión por el coleccionismo con la fotografía, instalando su propio estudio fotográfico en el ático de la casa, la zona triangular que se puede observar en la fachada. Además dotó a su residencia de toda una amalgama de detalles ornamentales relacionados con sus pasiones y las de su hija, por lo que no es difícil ver animales portando cámaras fotográficas así como todo tipo de detalles de una gran belleza, como el San Jordi que protege la entrada principal de la casa.




Medio centenar de artesanos trabajaron durante la construcción de la Casa para convertirla en un auténtico repertorio de mármoles tallados, estucos, esgrafiados (sin duda la técnica que más aparece en el edificio, con toda su fachada decorada con esta costosísima técnica), vidrieras, yeserías y mosaicos que convierten la Casa Amatller en una sucesión de detalles a cada cual más bello.


La 'Fundación Amatller. Instituto de Arte Hispánico' ha sido durante años un lugar clave para el estudio de diferentes disciplinas gracias a su rica colección artística, fotográfica y bibliográfica; ahora permite, además, que el público pueda disfrutar de su belleza ornamental. Se suma así a la larga lista de edificios visitables en Barcelona que, en los últimos años, compiten por captar al creciente número de turistas que llegan (llegamos) a la ciudad en busca de sus tesoros. La Casa Lleó Morera, la Amatller y el Palau Güell contarán dentro de poco con un nuevo invitado que buscará su pedazo de la gran tarta en que se ha convertido la ciudad condal: la Casa Vicens, obra de Gaudí que actualmente está en obras para abrirse al público. Evidentemente todos los excesos son malos y no quisiera que Sevilla se parezca en lo más mínimo a Barcelona en materia turística ya que el turismo se ha convertido en un auténtico quebradero de cabeza agudizado con la llegada de decenas de transatlánticos a su puerto, pero sí que podemos aprender y mucho de la puesta en valor de edificios como éste. La visita a la Casa Amatller está perfectamente controlada con un horario, una guía (desde aquí quiero agradecer la magnífica visita realizada por Elena) y grupos reducidos que hasta tienen que calzarse un protector en los pies para no estropear los suelos. Visitando la Amatller, la Lleó Morera o el Palau Güell pienso en la futura apertura de la iglesia de San Luis de los Franceses o en los diferentes palacios que se visitan en Sevilla (Casa Salinas, Lebrija o Pilatos) y no puedo evitar pensar en la forma de hacer de estas visitas una experiencia mucho más completa e inolvidable.


Más información sobre la Casa Amatller aquí
Cases Singulars es la empresa encargada de la gestión de las visitas (web)

2 comentarios:

Peli-Roja dijo...


Amigo Sergio, comprendo tu fascinación por Barcelona, no confundamos los términos ni la idealices demasiado, que una cosa es una visita rápida y otra vivir allí como hice yo durante varios años (yo también me enamoré de ella hasta que tuve que escapar, no solo para mejorar la calidad de vida sino para recuperar la salud).

Y quiera Dios que Sevilla no llegue nunca a la degradación en todos los sentidos a la que ha llegado Barcelona.

No es lo mismo "una intensa vida cultural" que "un pasado glorioso"; de hecho toda gran ciudad tiene a priori y por ser grande, más oferta cultural que una capital de provincias, como en el fondo es Sevilla.

Pero el caso es que esa cuidad culta y modernista es solo pasado, y los empresarios y constructores modelos ya no existen, y que el Ayuntamiento organice visitas a dichos monumentos no significa gran cosa para los habitantes.

Hoy en día Barcelona está convertida en un parque temático, ahogada por el turismo masivo y desvergonzado, vendida completamente a las ganancias y la usura; eso sin contar con otros grandes problemas como la inmigración descontrolada o los políticos corruptos y demenciales que han sembrado el odio entre la población.

¿Oferta cultural? Si te refieres a las fiestas mayores a mogollón (ej. Gracia), a montar escenarios ruidosos varias veces al año en las plazas (ej. Macba), a la invasión modernos atropellando al peatón con sus monopatines, pues eso y más, todo lo que quieras...





Sergio Harillo dijo...

Entiendo tu postura. Dices que tuviste que escapar de Barcelona para mejorar tu calidad de vida, ¿qué pasa con los que vivimos en Sevilla y ni tenemos calidad de vida porque la ciudad está económicamente muerta y no hay posibilidad de encontrar un trabajo medianamente digno? Nada es blanco o negro.

Como te comentaba el año pasado en un comentario similar, Barcelona tiene sus problemas, claro está, como todas las grandes urbes (la conozco muy bien) pero en estos reportajes lo que intento es plasmar ideas que se podrían utilizar en Sevilla para mejorar como ciudad. De hecho lo que más pena me da es que precisamente estamos copiando lo peor que tiene Barcelona: el boom turístico. Estamos vendiendo Sevilla al Turismo, anteponiendo los intereses del sector a los del resto de la ciudad "porque genera empleo". La burbuja estallará y entonces tendremos todavía más problemas.

¡Un saludo!