domingo, 5 de octubre de 2014

Un puente a ninguna parte

Imagen del trazado que tendría el nuevo puente de la Cartuja

El Ayuntamiento de Sevilla convocaba hace unos días el concurso de ideas para el diseño del nuevo puente que pretende erigir para comunicar el sector sur de la Isla de la Cartuja con la calle Torneo a la altura de la calle Baños. El proyecto viene a sustituir a la pasarela peatonal que el actual Plan General de Ordenación Urbana de 2006 recogía para unir Puerto Triana con el centro histórico. En previsión del tráfico que según el Ayuntamiento generará la apertura del complejo comercial y de ocio, se planteó eliminar la pasarela peatonal prevista para construir un puente abierto al tráfico rodado de cuatro carriles. Para poner en marcha este proyecto no sólo era necesario cambiar el Plan General, sino que había que contar con el visto bueno de la Junta de Andalucía.


Infografía de Diario de Sevilla donde se observa el impacto del nuevo puente sobre el Pabellón de la Navegación y el Jardín Americano

Tras varios informes negativos de diferentes consejerías de la Junta de Andalucía, el rotundo 'no' planteado el viernes por la Comisión Provincial de Patrimonio a esta infraestructura ha hecho que desde el Ayuntamiento se denuncie la total oposición de la Junta de Andalucía hacia cualquier proyecto que se ponga en marcha en la capital. Desde el Ayuntamiento se insiste en que esta misma Comisión de Patrimonio dio luz verde a la Torre Pelli, a apenas unos metros, por lo que no entienden que se rechace el nuevo puente por su "impacto paisajístico". El Ayuntamiento acusa a la Comisión de Patrimonio de arbitraria y lleva toda la razón, llevamos años viendo cómo la Comisión aceptaba o negaba determinados proyectos en función de quién los llevara a cabo. Que la Comisión está politizada es más que evidente, pero también lo es que el Ayuntamiento sabía de antemano que este puente incumple la Ley de Patrimonio Histórico de Andalucía en varios puntos. Para empezar, el puente y sus accesos se asientan sobre tres espacios blindados patrimonialmente: el monasterio de la Cartuja, declarado Bien de Interés Cultural y el Pabellón de la Navegación y el Jardín Americano, inscritos ambos en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz. Pretender construir semejante infraestructura sin que la Comisión de Patrimonio dijera nada era bastante iluso por parte del Ayuntamiento. El puente afecta a estos tres elementos y las competencias en esta materia las tiene la Junta de Andalucía. El Ayuntamiento puede protestar, pero este dictamen de la Comisión era más que previsible en un entorno tan sensible. ¿Por qué la Junta de Andalucía no puso reparos a la Torre Pelli en su momento? Principalmente por motivos políticos, pero también porque la licencia de la torre se pidió antes de que se aprobara la actual Ley de Patrimonio por lo que no incumple determinados parámetros que probablemente sí incumpliría a día de hoy. Por lo tanto, comparar ambos proyectos está fuera de lugar, y el alcalde, como juez que es, debería saberlo ya que no se puede hacer pasar un proyecto por una Ley que no existía cuando se aprobó dicho proyecto.

En azul la pasarela prevista en el PGOU, en rojo el puente propuesto por el Ayuntamiento. Imagen de Google Maps

Al margen de los temas patrimoniales, el efecto negativo que este puente causaría en la congestionada calle Torneo es también bastante previsible. El Ayuntamiento pretende solucionar el problema de tráfico de la Torre Pelli (más que de la torre, de su descomunal aparcamiento) desviando el tráfico hacia el centro histórico, una medida completamente fuera de lugar. Tampoco debemos olvidar que cuando se aprobó el proyecto de Puerto Triana se sustentó en que esta zona de la ciudad contaría con dos líneas de metro y una estación de Cercanías, proyectos que han sido relegados al olvido por la crisis económica. La Torre Pelli necesita un plan de tráfico pero construir un puente que colapse Torneo no parece la medida más inteligente. De seguir adelante en su empeño por levantar esta infraestructura el Ayuntamiento podría encontrarse con una situación similar a la de la Biblioteca del Prado que hubo que desmontar cuando la obra estaba a medio construir por orden judicial a pesar de que cumplía el Plan General. Deberíamos aprender de los errores del pasado.

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