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A principios de este mismo año la Asociación de Defensa del Patrimonio Andaluz (ADEPA) denunciaba el inminente derribo del edificio regionalista ubicado en la calle Alejandro Collantes, número 2. El periódico Nervión al Día se hacía eco de la noticia y recogía no sólo la denuncia de la Asociación, sino la negativa del Ayuntamiento a evitar dicho derribo. Desde el Distrito Nervión se argumentaba que el edificio carecía de protección a pesar de su valor, e incluso la delegada del Distrito se lamentaba por la pérdida. Se trata de un edificio de viviendas que Adepa atribuye a Aurelio Gómez Millán y que habría sido construido a principios del siglo XX por la Ibérica, Sociedad Cooperativa de Casas Baratas, un tipo de viviendas que se desarrollaron por diferentes partes de la ciudad para mejorar la calidad de vida de la clase obrera y de cuyos proyectos se encargaron los mejores arquitectos del momento, como es el caso de Aníbal González en Ramón y Cajal o el magnífico conjunto del Barrio Retiro Obrero.
En marzo comenzaba el derribo de este interesante edificio de ladrillo visto con decoración esgrafiada en la parte superior y a día de hoy ya se está construyendo el nuevo complejo de viviendas que lo sustituirá. Con este derribo no sólo se comete un nuevo atropello contra el patrimonio de la ciudad, sino que se remarca el nulo interés del Ayuntamiento por mantener y proteger el caserío tradicional. Con la ley en la mano, este edificio se podía derribar al no estar protegido, la pregunta que deberíamos hacernos es si el conjunto de edificios regionalistas de Nervión merece dicha protección no sólo por los propios edificios, sino por lo que representan, el ensanche de la ciudad que buscaba la mejora de la calidad de vida de sus ciudadanos.
Resulta muy interesante comprobar que, además del edificio derribado, existen otros cuatro exactamente iguales (al menos que hayamos podido contar). Además del contiguo en la calle Alejandro Collantes, en la perpendicular Marqués de Nervión existen otros tres, uno de ellos ya sin la decoración de esgrafiados de la fachada. La repetición de un modelo constructivo se produce por el hecho de ser casas destinadas a una población específica, sin apenas recursos. Si se utiliza el mismo esquema para diferentes edificios, el precio de la construcción se abarata ya que no hace falta hacer nuevo planos ni diseños. Salvando las distancias, se podría comparar con las Viviendas de Protección Oficial de hoy en día, que suelen ser muy similares entre sí por este mismo motivo, para reducir costes.
Aurelio Gómez Millán no escatimó en la decoración para estos edificios a pesar de su carácter "barato", añadiendo cerámica decorativa y una cenefa de yeso para dinamizar las fachadas y diferenciarlas del resto del caserío.
Muchos son los edificios que se han perdido en los últimos años en Nervión por culpa de la especulación. Seguramente si hubieran estado en pleno centro histórico, su destino habría sido diferente, pero al hallarse más allá de lo que consideramos patrimonialmente "valioso", sólo se protegen edificios muy singulares, quedando el resto del caserío a merced de las constructoras. Habrá quién piense que el desarrollo es así, que unos deben caer para poder seguir construyendo. Quizás no les falte razón, pero el problema radica en que muchos de los edificios nuevos que se construyen carecen de valor alguno o lo que es peor, imitan torpemente estilos del pasado.
En la misma calle Alejandro Collantes tenemos este otro ejemplo. Lo que en su día fueron dos viviendas similares (algo muy común por otra parte, como el caso de las casas gemelas de Juan Talavera en la Avenida de la Borbolla) se ha convertido en un edificio exento y un solar a su lado. La crisis paralizaría esta obra como ha ocurrido con tantas, ya ni aparece un teléfono para poder comprar una de las nuevas y lujosas viviendas, pero el edificio regionalista se ha perdido para siempre. La pregunta que surge es la siguiente, ¿para qué se derribó el edificio? Y la respuesta es obvia: para nada.
El caserío histórico de los siglos XVII y XVIII prácticamente ha desaparecido en la ciudad por los derribos y las falsas restauraciones, el del siglo XIX y principios del XX va por el mismo camino. Para cuando lo queramos valorar ya apenas quedará nada, entonces nos lamentaremos por la pérdida, pero la realidad es que todos habremos sido cómplices de esta deshumanización del carácter de la ciudad.
2 comentarios:
Esto son los sinsentidos de la "cultura sevillana". Todo lo que está en el centro es patrimonio y todo lo que esta fuera no vale nada. No digamos ya si no es suficientemente antiguo, porque entonces vale menos aún.
Un saludo.
lafotografiadedaniellopez
Lamentablemente, ni cuando es antiguo se salva. Ahí está el caso del monasterio de San Jerónimo, con 600 años de antigüedad o el Hospital de San Lázaro. Hay que concienciar más a la ciudadanía en el respeto y conocimiento de su patrimonio, sólo así le exigiremos a las administraciones una mayor labor de conservación.
Saludos!
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