La historia reciente del convento de San Leandro daría para una novela. Un edificio cuyas costuras están a punto de estallar, unas monjas sin apenas ingresos que no pueden afrontar su restauración, pleitos y engaños por parte de los arquitectos que debían llevar a cabo las obras, un Arzobispado que se niega a que se organicen actividades para recaudar dinero... El tiempo va pasando y el edificio cada vez se deteriora más. Especialmente llamativo es el caso de la fachada que da a la plaza de San Leandro donde los andamios protegen las cornisas superiores y los desprendimientos son continuos, hasta el punto de haber tenido que intervenir los bomberos para evitar accidentes.
El Ayuntamiento, consciente desde hace años del problema, ha decidido tomar cartas en el asunto e invertirá, a través de la Gerencia de Urbanismo, 105.570 euros en una serie de obras de urgencia que incluyen la reparación de varios tramos de cornisas, cubiertas y fachadas. El proyecto se ha redactado en la propia Gerencia de Urbanismo, que asumirá las obras como promotora. El alcalde ha sido el encargado de firmar el convenio de colaboración con las monjas agustinas destacando el interés del Consistorio en cuidar y mantener el patrimonio de la ciudad.
El convento de San Leandro se remonta, en esta ubicación, a 1369 cuando el rey Pedro I le concede a las monjas una serie de casas para que tuvieran una sede intramuros. La actual iglesia, de gran altura, está atribuida a Juan de Oviedo que la construiría a finales del siglo XVI. En su interior conserva un valiosísimo patrimonio donde destacan relieves y retablos de Jerónimo Hernández, retablos de Duque Cornejo y esculturas de Martínez Montañés.
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