Foto de Ángel Baltanás
Desde Madrid nos llegan tristes noticias para el Palacio de la Música, el espectacular auditorio que durante años ha funcionado como cine en la Gran Vía y que data de 1926. Tras su compra en 2008 por parte de Caja Madrid, su futuro como espacio escénico estaba asegurado, pero tras la debacle de Bankia, el proyecto ha sido abandonado. La Fundación Caja Madrid invirtió varios millones de euros para que el Palacio de la Música se convirtiera en un auditorio, conservando su fisonomía original y todos sus detalles decorativos. Pero la avaricia rompió el saco y los platos rotos los va a pagar este edificio. El Ayuntamiento de Madrid ya ha anunciado que cambiará la protección del edificio para que se pueda convertir en una tienda de ropa, "nuestro objetivo es crear empleo" dicen, y se hará lo que haga falta para ello. Del mismo modo que se va a permitir destruir restos arqueológicos para la construcción de Eurovegas o se modifican planteamientos urbanísticos para permitir la instalación de hoteles de lujo, el Palacio de la Música podría sufrir la falta de escrúpulos de unos políticos que no dudan en poner el patrimonio al servicio de la especulación.
Lo que está ocurriendo en Madrid tiene su paralelismo en Sevilla, concretamente en el Gran Teatro Cervantes, el más antiguo de la ciudad. Un cine que ya no es rentable, un edificio histórico que necesita una profunda reforma, la losa de la especulación y el dinero fácil... incluso los cambios urbanísticos a la carta por parte de un Ayuntamiento que ha dado vía libre para que el Cervantes se convierta en cualquier cosa. La diferencia es que la calle Amor de Dios sevillana no es la Gran Vía madrileña, aquí no va a venir Inditex, H&M o Mango a gastarse una millonada en un edificio alejado del centro comercial fast fashion. Incluso en ambas ciudades han surgido movimientos ciudadanos pidiendo la protección de los edificios y la respuesta ha sido similar, en Sevilla se desecharon las alegaciones presentadas ante el cambio del Plan General, en Madrid han ido un poco más lejos zanjando el tema con una frase de lo más agradable: "no tengan un sentido romántico, la vida cambia y los grandes cines se convierten en otra cosa, es el devenir histórico", palabras del delegado de Artes del Ayuntamiento de Madrid. Todo un derroche de sensibilidad.
Sigan favoreciendo el arrinconamiento de la Cultura, sigan fomentando la especulación, luego se preguntan por qué la gente emigra, por qué en España no hay oportunidades laborales, por qué somos un país de servicios... El Gran Teatro Cervantes tiene mucho que decir en el panorama cultural de la ciudad y más estando donde está, ya que sirve de nexo entre el centro histórico y la zona de la Alameda de Hércules. Ojalá la lógica y el romanticismo triunfen sobre la especulación y la destrucción del patrimonio.
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