La arquitectura residencial sevillana de los últimos sesenta años no suele caracterizarse precisamente por su belleza y su aportación a la contemporaneidad. Desde los años cincuenta del siglo pasado se han construido, uno tras otro, bodrios residenciales que no sólo no han aportado nada a la ciudad ya consolidada, sino que la han afeado y empeorado en exceso. La arquitectura contemporánea y el urbanismo siguen siendo la gran asignatura pendiente de una ciudad que crece a trompicones, sin orden y dejando una imagen bastante cuestionable para el futuro. Un ejemplo más lo tenemos en la imagen superior. Viendo el edificio en construcción, podríamos pensar que estamos en el extrarradio de la ciudad y si no fuera porque medio edificio sigue en obras, podríamos decir que se trata de un inmueble de los años setenta.
Pero si nos fijamos en esta segunda imagen y concretamente en lo que aparece en la parte inferior izquierda, veremos que estamos en la avenida Juan de Mata Carriazo, en el barrio de San Bernardo, frente al cuartel regionalista de los bomberos, la estación neoclásica de donde partían los trenes hacia Cádiz y junto al puente de San Bernardo. Un entorno más o menos monumental y lo más importante, protegido, ya que el antiguo arrabal de San Bernardo goza de protección por su carácter singular. Nada de ello ha importado a la hora de diseñar este nuevo anodino edificio al que, si le ponemos los típicos aparatos de aire acondicionado en la fachada y le añadimos el paso del tiempo a sus relucientes paredes, nos puede recordar a cualquier edificio del polígono San Pablo o cualquier otro barrio construido en los años setenta del siglo pasado en los que la estética brillaba por su ausencia.
Esta es la Sevilla que estamos construyendo a día de hoy. Habrá quién se escandalice por el Metropol Parasol o la Torre Pelli pero la triste realidad es que el 95% de la arquitectura residencial que se construye hoy en día es tan sumamente mala que no se entiende que el Colegio de Arquitectos dé el visto bueno a semejantes edificios. Nunca es tarde para empezar a cuidar la estética de nuestra ciudad, pero mientras antes empecemos, menos tendremos que lamentarnos en el futuro.
4 comentarios:
No puedo estar más de acuerdo contigo. Lo que me parece increible es el nivel de cutrez de Sevilla en la construcción residencial desde hace décadas. No sé cuánto tardaremos en despertar de esta ilusión en la que hacer las cosas sin ningún valor y lo más pobres posibles es una opción. Sevilla, que podría haber sido llamado la Paris del sur de europa si hubiera organizado con dignididad su extraradio y su casco histórico está muy lejos de ser lo que podría. Pero por lo que se ve, así nos vamos a quedar.
Me gustaría añadir, que lo peor es que el daño que esta mediocridad hace a la ciudad dura décadas. Esos edificios ya es probable que no se renueven hasta dentro de muchísimo tiempo, si es que ocurre.
El otro día hablando con un amigo sobre el tema me comentaba que el tipo de arquitectura que se hace en una ciudad está directamente relacionada con el nivel económico de la misma. Hasta los años 30, en Sevilla había una burguesía que se encargaba de hacer edificios de calidad (no sólo los suyos propios, sino edificios de viviendas, como el de la esquina entre Menéndez y Pelayo y el puente de los Bomberos con su torreón cupulado). A partir de ahí, la ciudad ha sido cada vez más pobre y eso se refleja en el tipo de arquitectura que se hace. Si a eso le añadimos la avaricia de promotores y constructores que lo único que quieren es sacarle el máximo rendimiento económico a lo que se construye, pues tenemos una ciudad cutre y fea, que es lo que van a heredar las generaciones futuras.
Saludos!
Dudo mucho que el sobrecoste que supondría realizar bloques de pisos mínimamente estéticos no pueda ser asumido por una ciudad como Sevilla. Hay ejemplos de pueblos más pobres que Sevilla, donde se construyen bloques que incluso en muchos casos recuerdan a edificios decimonónicos, tal y como ha ocurrido en ejemplos que he visto en lugares como Sanlúcar de Barrameda o Ronda. Lo de Sevilla no es más que pura indolencia y amor por lo cutre. Lo cual es triste. Pero no, el dinero no es el problema. Al menos según mi opinión y por lo que he comprobado en otras localizaciones.
Lo de Sevilla solo se arreglaría con un pacto entre todos los partidos políticos para reorganizar urbanísticamente la ciudad y sobre todo, para exigir a los promotores un mínimo de dignidad estética en sus promociones. Habida cuenta de que todos los proyectos pasan por el Ayuntamiento para ser aprobados y recibir licencia.
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