La podadora municipal sigue avanzando lentamente por Sevilla arrasando todos los árboles que se encuentra a su paso, como si de Atila el Huno se tratase. Tras las salvajes podas de Palos de la Frontera, San Jacinto, la Encarnación o la Plaza de San Lorenzo, ahora le ha tocado el turno a la plaza del Pumarejo, que luce así de bonita tras el paso de Parques y Jardines. Lo único que faltaba para terminar de arreglar la plaza.
Según nos comentan, los árboles que hay en esta plaza son olmos, una especie que no tolera nada bien este tipo de podas. Volvemos a lo mismo de siempre, si los árboles están enfermos o son un riesgo por su estado, ¿por qué no se sustituyen por ejemplares nuevos en lugar de podarlos tanto que seguirán siendo un peligro el año que viene?
Para lo único que ha servido la poda es para mostrar la verdadera cara del Palacio del Pumarejo, un edificio propiedad del Ayuntamiento que está en pésimas condiciones. Sólo hay que echarle un vistazo a su fachada (ahora perfectamente visible gracias a Parques y Jardines) para comprobar la dejadez y abandono que padece. El edificio fue construido en el siglo XVIII por don Pedro Pumarejo, caballero veinticuatro de la ciudad. Para favorecer que se viera bien su nueva residencia, derribó los edificios que tenía delante abriendo la actual plaza decorada con una fuente monumental que actualmente persiste, en parte, en el paseo de Catalina de Ribera, donde sus restos forman parte de la fuente dedicada a la titular del paseo. Nadie abre una plaza para mostrar sus vergüenzas por lo que es de suponer que la fachada del palacio tendría un gran valor en su momento, algo que hoy en día cuesta siquiera imaginarse ante tanta desidia.
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