lunes, 3 de febrero de 2020

Ocuri, una ciudad romana en la Sierra de Grazalema



El día empezaba muy temprano, esperando el autobús de Senderismo Sevilla que nos llevaría hasta Ubrique para recorrer a lo largo de 10 km parte de la historia de la Sierra de Grazalema. En Benaocaz iniciábamos el recorrido por la antigua calzada romana del siglo I a.C. que comunicaba esta población con la cercana Ubrique y que formaba parte de la extensa red viaria que los romanos construyeron en Hispania para enlazar las principales ciudades y núcleos comerciales.




Algo que siempre me ha sorprendido de Roma es la ubicación de algunas ciudades. Si bien podríamos entender la existencia de ciudades como Ampurias, Valencia o Cádiz, en la costa, otras ciudades como Munigua (Villanueva del Río y Minas, Sevilla) u Ocuri (Ubrique, Cádiz) se encuentran en zonas de tan difícil acceso que cuesta entender que fuese rentable establecer una población en lugares tan inaccesibles. Pero los romanos no hacían nada al azar, todo tenía un porqué, y de igual modo que las ciudades costeras se establecían sobre municipios ya existentes y con un fin comercial, ciudades como Munigua u Ocuri también tenían un sentido, ya fuese por una explotación minera (Munigua) o con fines estratégicos. Y es que Ocuri se encuentra en un lugar de difícil acceso, lo que la convierte en inexpugnable, pero al mismo tiempo su privilegiada ubicación permitía controlar el paso entre Córdoba, Cádiz y Málaga.


Vía de evacuación del agua en la calzada de Benaocaz

Calzada romana entre Benaocaz y Ubrique


La calzada romana que comunica Benaocaz y Ubrique se conserva en un estado realmente asombroso teniendo en cuenta su antigüedad, más de 2.000 años. Caminar por ella no resulta fácil, ya que el firme se encuentra en malas condiciones en algunos tramos, pero se puede observar perfectamente la maestría con la que los romanos construían este tipo de infraestructuras. Para evitar corrimientos de tierra, la calzada está travesada en diferentes puntos por sistemas de evacuación de agua que en caso necesario la dirigen hacia los conductos laterales. Por otro lado la principal misión de una calzada era facilitar el tránsito de mercancías y ejércitos por lo que el trazado debía ser lo más llano posible y adaptarse a la orografía del terreno de forma segura. Todo ello es perfectamente visible en esta calzada que comienza a las afueras de Benaocaz y prácticamente llega hasta Ubrique. En total unos 3 kilómetros y medio de recorrido que conviene hacer con calzado cómodo y sin prisa. La experiencia es emocionante y altamente recomendable.


Sendero que lleva hasta Ocuri dentro del área protegida


El acceso a Ocuri desde Ubrique es bastante complicado si vas andando ya que se debe caminar durante un kilómetro por el arcén de la carretera, lo que resulta bastante peligroso. Si existe la posibilidad, sin duda es recomendable acudir en coche para evitar sustos a la espera de que en un futuro se habilite un sendero más seguro.


El acceso a Ocuri supone todo un desafío por la orografía del terreno


El yacimiento arqueológico de Ocuri está gestionado por el Ayuntamiento de Ubrique y tan solo se puede visitar por medio de visitas concertadas. El Ayuntamiento de Ubrique ha realizado en los últimos años una intervención paisajística muy interesante que permite acceder a las ruinas de la ciudad de Ocuri atravesando parte de la finca donde se encuentra el yacimiento y ascendiendo al cerro del Salto de la Mora.


Tramo de calzada romana original que conduce hasta Ocuri


Ocuri alcanzó su máximo esplendor en los siglos I y II d.C. como así atestiguan las inscripciones halladas en algunos restos, donde se dedica la ciudad a los emperadores Antonino Pío y Commodo, pero la ocupación de este territorio es anterior, ya que desde el siglo V a.C. era una zona habitada. La Ocuri romana, redescubierta a finales del siglo XVIII por Juan Vegazo, se distribuye en terrazas que se adaptan al complejo paisaje montañoso. Vegazo, que llegó a habitar en la ciudad, compró el terreno y realizó las primeras excavaciones con el objetivo de hallar algo similar a lo que en esos años estaba apareciendo en Pompeya. Ocuri no llega al lujo de las ciudades del sur de Italia sepultadas por el Vesubio, pero sí nos permite conocer cómo eran esas pequeñas poblaciones de la Bética con un valor estratégico concreto que con el paso del tiempo se perdería precisamente por su recóndita ubicación.


Mausoleo de Ocuri


Lo primero que nos encontramos en Ocuri es parte de la calzada que llegaba hasta la ciudadela. Antes de atravesar los muros de cinco metros de altura que protegían la ciudad se sitúa el que es sin duda el edificio más monumental, el mausoleo. Ubicado en una de las terrazas que conformaban la necrópolis de Ocuri, debió pertenecer a una poderosa familia que pudo costear un edificio de enormes dimensiones para su descanso eterno. A la tumba se accedía por una trampilla superior que a día de hoy se sigue conservando y desde la que se llegaba a una cámara inferior de planta cuadrangular con hornacinas en cada uno de los lados. Los restos funerarios se colocaban en pequeñas urnas que se ubicaban en los nichos que jalonan los muros, mientras que en las hornacinas o arcosolios se ubicarían estatuas u ofrendas dedicadas a perpetuar la vida más allá de la muerte. El hecho de que se conserve la bóveda de cañón primitiva da una idea de la importancia de este edificio para entender la arquitectura funeraria romana.


Interior del mausoleo con acceso original en la parte superior


A Ocuri se accede a través de una robusta muralla realizada en piedra que protegía la ciudadela y que hunde sus raíces en las culturas ibérica y cartaginesa. La puerta principal, a modo de propileos, contaría con un frontón como remate y columnas a los lados. Al interior se accedía por una escalinata que podría recordarnos a la Acrópolis de Atenas, salvando las distancias.


Muralla de Ocuri y puerta de acceso


En el interior de Ocuri se conservan algunas viviendas y edificios públicos como las termas. Debido a su escarpada ubicación, el almacenaje de agua era vital para garantizar la supervivencia de la ciudad. Se ha podido constatar la presencia de un acueducto que llevaba el agua hasta la ciudad y que era almacenada en varias cisternas. Una de las más monumentales conserva todavía el recubrimiento impermeable de los muros que permitía aprovechar al máximo el almacenaje del agua. Varios conductos llevaban el agua desde una cisterna superior a una intermedia para terminar en la conocida como Fuente de Minerva, de uso público.


Cisterna y restos de la conocida como 'Fuente de Minerva' al fondo

Acebuche con una edad aproximada de ochocientos años


El área del foro se encuentra completamente perdida, si bien se ha podido documentar dónde se encontraban las tabernae y el templo principal de la ciudad, reconvertido a finales del siglo XVIII en vivienda por Juan Vegazo. Junto a estos restos se conserva un espectacular acebuche que cuenta con unos ochocientos años de vida. Sin duda todo un monumento natural que viene a aportar mayor valor al yacimiento arqueológico.



Área del foro de la ciudad de Ocuri

Vivienda de Juan Vegazo que ocupaba los restos de un antiguo templo romano


En los más alto de la ciudadela se encuentran las termas, cuya planta es perfectamente reconocible en el terreno con un gran ábside o exedra que serviría como sala principal a la que se abrían las diferentes estancias. También se conservan algunos conductos del funcionamiento del complejo termal a nivel de cimientos.



Muros de las termas de Ocuri


Paseando por Ocuri y viendo las vistas que hay desde la ciudadela hacia el paisaje de alrededor, con la Sierra de Grazalema en todo su esplendor, es fácil adivinar el atractivo que tuvo esta pequeña ciudad en tiempos de Roma. Al igual que ocurrió con otros enclaves romanos, la caída del Imperio sumió a Ocuri, primero en el abandono y posteriormente en el olvido. Lo que durante siglos fue una zona estratégica se convierte en una ciudad de difícil acceso que es sustituida por otros enclaves mejor comunicados. Su reaparición en el siglo XVIII convirtió la ciudad en cantera de la que extraer piezas con las que levantar nuevas construcciones, lo que motivó un mayor deterioro. La reciente apuesta por este patrimonio por parte del Ayuntamiento de Ubrique ha permitido su puesta en valor y un mayor conocimiento de una ciudad que aún tiene muchos secretos por desvelar.





>>  Quiero agradecer a Teresa, Isabel e Inmaculada su magnífica compañía en este viaje. Naturaleza y patrimonio forman un maravilloso tándem que se muestra con particular belleza en los alrededores de Ubrique.

3 comentarios:

David dijo...

Interesantísimo el artículo. Con ganas de ir a verla. Muchas gracias por todo

Sergio Harillo dijo...

Me alegro de que te haya gustado el artículo y te haya despertado la curiosidad como para ir a visitarla :)

¡Un saludo!

guachi guachi dijo...

Los romanos comunicaron mejor los pueblos de Andalucía que los que nos han anclado en estos últimos 40 años en la desconexión entre nuestros pueblos y ciudades y el resto de España...