viernes, 18 de octubre de 2019

Montañés y Uceda deslumbran en la Anunciación



Diez años necesitaron Juan Martínez Montañés y Juan de Uceda para realizar el retablo de San Juan Bautista de la iglesia de la Anunciación y diez meses han hecho falta para devolverle todo su esplendor en una meticulosa restauración llevada a cabo por la empresa Ágora y financiada por la Universidad de Sevilla, titular de la iglesia. El retablo, uno de los más celebrados de la obra de Montañés, fue instalado en 1620 en el convento del Socorro, donde permaneció durante siglos hasta que en 1972 fue trasladado a su actual ubicación como depósito del Museo de Bellas Artes.





La limpieza y consolidación del conjunto formado por relieves y pinturas ha permitido redescubrir una obra que siempre ha llamado la atención tanto de expertos como de público en general por su calidad. El relieve central en el que se representa el Bautismo de Cristo, uno de los episodios clave en la vida de San Juan, es una de las piezas de mayor calidad de cuantas realizó Montañés, un artista a medio camino entre el Renacimiento y el Barroco, maestro de toda una pléyade de escultores que trabajarán en Sevilla durante la primera mitad del siglo XVII. 





El retablo está compuesto por nueve relieves y altorrelieves y trece pinturas. Montañés se encargó del diseño del retablo así como de la labra de los relieves mientras que Juan de Uceda se ocupó de la policromía y de las pinturas sobre tabla. Estructuralmente es un retablo de corte clásico pero con un juego de volúmenes bastante interesante al construir dos planos que actúan de forma independiente pero que se complementan entre sí. El retablo está diseñado en forma de arco triunfal que acoge en su interior las escenas más importantes de la vida del Bautista. Así, nos encontramos con una estructura que funciona a modo de marco donde se ubican las pinturas de Uceda y en cuyo interior, como si de una hornacina se tratase, aparecen episodios de la vida de San Juan como la predicación en el desierto, su degollación o la ya referida escena principal del Bautismo, que guarda un gran parecido con una de las obras cumbre del escultor castellano Gregorio Fernández. El Bautismo de Cristo conservado en el Museo Nacional de Escultura fue realizado por Fernández en los mismos años que el de Montañés (se termina en 1624) y seguramente ambos artistas bebieran de las mismas fuentes a la hora de plantear el tema, dándole cada uno su enfoque personal.





Con motivo del fin de los trabajos de restauración la Universidad de Sevilla ha organizado una pequeña exposición en la que se contextualiza el retablo con una serie de obras entre las que destacan los dos santos jesuitas tallados por Montañés (San Francisco de Borja y San Ignacio de Loyola), una copia del Arte de la Pintura de Francisco Pacheco o el magnífico relicario de San Francisco Javier atribuido a Juan de Mesa. La muestra se podrá visitar hasta el 24 de noviembre en la misma iglesia de la Anunciación. 

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