La recuperación del patrimonio siempre es motivo de asombro, resulta absolutamente maravilloso ver cómo una obra de arte o un edificio renace bajo la experta mano de los profesionales. La Hermandad del Silencio ha llevado a cabo durante los últimos tres meses una nueva fase de recuperación del ciclo pictórico que decora su sede canónica, la Real Iglesia de San Antonio Abad. En campañas anteriores se restauraron las pinturas del presbiterio pero sin duda los trabajos que más impactaron fueron la recuperación del crucero y la bóveda principal de la iglesia. Tras ser cubiertas con cal en 1834, las pinturas que decoraban gran parte del templo pasaron a la historia. La profunda restauración realizada desde 2012 en diferentes fases ha permitido sacar a la luz un riquísimo programa iconográfico que ha convertido esta iglesia en un imprescindible para los amantes de la pintura barroca del setecientos.
El templo de San Antonio Abad fue reconstruido entre 1719 y 1727 reemplazando a un edificio anterior. La decoración de sus muros y bóvedas llegó algo más tarde, en la década de 1730, siendo realizada por el círculo de Juan de Espinal e incluso se especula con que la mano de Domingo Martínez también esté presente en determinados tramos. Todo ello quedó cubierto con cal en el siglo XIX debido al mal estado de las pinturas y al temor existente en aquella época a las epidemias. Las únicas zonas que quedaron a la vista fueron el presbiterio y la bóveda del bajo coro, pinturas que fueron muy retocadas en los años sesenta del siglo XX.
La restauración llevada a cabo durante este verano, dirigida por Javier Barbasán y Camilla Casotti y en la que han contado con la ayuda de José Antonio Díaz Rodíguez y Leonor Gallego Fernández, se ha centrado en la zona del bajo coro. La actuación ha consistido en una consolidación y limpieza de las pinturas que estaban a la vista, así como un minucioso trabajo de recuperación de las que estaban ocultas tras varias capas de cal. La mayor sorpresa ha aparecido en uno de los muros laterales, donde ha sido necesario desmontar el retablo dedicado a la Virgen del Carmen para sacar a la luz una fantástica composición donde se representan las tentaciones de San Antonio.
A pesar del gran cambio producido en esta zona de la iglesia, donde la bóveda principal ha recuperado toda su luminosidad y la decoración de los elementos arquitectónicos le da un nuevo sentido a todo el espacio, el protagonismo de la intervención se lo lleva la pintura de Las tentaciones de San Antonio Abad. En este luneto, el único que ha conservado la decoración original, podemos ver al santo eremita acosado por un buen número de diablillos que representan los males y las tentaciones del mundo terrenal. San Antonio Abad (Egipto 251-356) aparece completamente absorto en sus oraciones mientras varios seres intentan distraerle. La gruta en la que está el santo se abre al paisaje dejando ver una bellísima marina donde aparece un barco repleto de diablillos.
Si curiosa es la contemplación de cada uno de los diablillos por sus llamativas fisonomías, quizás el más interesante sea el que aparece a la derecha de la composición, persiguiendo a la jabalina que, según la tradición, siempre acompañaba al santo. Este ser barbado, con patas de cabra y alas de insecto porta en las manos dos palos con fuego que podrían hacer referencia al 'fuego de San Antón', terrible enfermedad causada por la ingesta de alimentos contaminados que, durante la Edad Media, fue tratada en diferentes hospitales regentados por la orden de San Antonio. El hecho de que este diablillo lleve gafas es otro tema del que se podrían sacar múltiples conclusiones.
La recuperación de estas pinturas añade un nuevo atractivo cultural a uno de los templos más visitados de la ciudad por su ubicación (en plena calle Alfonso XII) y por el amplio horario de apertura del que goza. No puedo más que aplaudir el empeño de la Hermandad del Silencio por la restauración de este interesante ciclo pictórico y desear que en futuras campañas se actúe en los muros laterales, donde diversas catas evidencian la presencia de más pinturas murales.
Tras la restauración de las pinturas de San Antonio Abad la próxima gran sorpresa va a ser el Sagrario de la parroquia de San Lorenzo, donde la Hermandad de la Soledad ha planteado la recuperación de esta pequeña joya del Barroco. Estaremos atentos al cambio.
>> Actualizo la entrada a 17 de noviembre para incluir la última y maravillosa intervención en los muros de San Antonio Abad. Después de dar a conocer la recuperación de las pinturas del bajo coro el pasado mes de septiembre, los andamios regresaron a esta zona del templo para sacar a la luz las pinturas del frontal del arco que sostiene el coro alto. Si antes de la restauración nos encontrábamos la siguiente imagen:
Ahora podemos ver la siguiente:
Tras capas y capas de cal y pintura no solo han aparecido unos querubines en las enjutas del arco, sino que en los laterales se han podido recuperar dos arcángeles absolutamente magníficos. En especial el de la izquierda es una maravilla, con esos ropajes propios de la época en que fueron hechas las pinturas, en la década de los treinta del siglo XVIII. Durante todo el proceso de restauración de las pinturas murales de esta iglesia, que ya dura varios años, se ha apuntado a la mano de Domingo Martínez en algunos detalles y desde luego este arcángel si no es suyo, está muy cercano.
Al otro lado del arco nos encontramos un segundo arcángel, también de factura exquisita.
>> Actualizo la entrada a 17 de noviembre para incluir la última y maravillosa intervención en los muros de San Antonio Abad. Después de dar a conocer la recuperación de las pinturas del bajo coro el pasado mes de septiembre, los andamios regresaron a esta zona del templo para sacar a la luz las pinturas del frontal del arco que sostiene el coro alto. Si antes de la restauración nos encontrábamos la siguiente imagen:
Ahora podemos ver la siguiente:
Tras capas y capas de cal y pintura no solo han aparecido unos querubines en las enjutas del arco, sino que en los laterales se han podido recuperar dos arcángeles absolutamente magníficos. En especial el de la izquierda es una maravilla, con esos ropajes propios de la época en que fueron hechas las pinturas, en la década de los treinta del siglo XVIII. Durante todo el proceso de restauración de las pinturas murales de esta iglesia, que ya dura varios años, se ha apuntado a la mano de Domingo Martínez en algunos detalles y desde luego este arcángel si no es suyo, está muy cercano.
Al otro lado del arco nos encontramos un segundo arcángel, también de factura exquisita.
Me reitero una vez más en que San Antonio Abad se ha convertido en parada obligatoria para todos los amantes del arte y en especial de la pintura barroca.
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