Apenas tenía ocho años cuando se celebró la Exposición Universal de Sevilla en 1992. Como todos los veranos, nos vinimos a Sevilla a pasar las vacaciones a casa de mis abuelos ya que por aquel entonces no vivíamos aquí. Recuerdo que mis padres fueron a la Expo prácticamente a diario, yo prefería quedarme en casa o en la piscina, pero aún así visité el recinto de la Cartuja varias veces.
Lo que tengo son recuerdos sueltos, me acuerdo de caminar sin zapatos por las fuentes de la actual Avenida Marie Curie, del frío que pasábamos en el telecabina, de la fuente que había delante del Pabellón de Austria que consistía en una bola de piedra enorme que giraba sobre el agua, también me acuerdo de los accesos al Pabellón de Japón, aunque curiosamente no me acuerdo del pabellón en sí. Y me acuerdo de Curro, claro está. Por ahí tengo una foto en la que Curro me abraza y en la que casi ni se me ve entre sus alas.
Cuando crecí fui desarrollando un sentimiento de admiración hacia la Expo, no sólo la nuestra, sino todos los grandes eventos que se han ido celebrando en estos años. Sigo con interés las exposiciones universales e incluso cuando visito ciudades en las que ha habido alguna voy al recinto en plan peregrinación (Hyde Park en Londres, el recinto de la Expo del Agua de Zaragoza y las de Barcelona, claro) pero no he vuelto a ir a ninguna, ni siquiera a la de Milán de 2015. Guardo en mi memoria el recuerdo de la Expo92 como algo fabuloso y más de una vez he imaginado cómo habría sido vivirlo con unos años más.
Hoy se cumplen veinticinco años de la inauguración de la Expo, un acontecimiento que como ha aparecido en todos los periódicos locales, marcó un antes y un después en Sevilla. A día de hoy seguimos viviendo de lo que se hizo entonces y es difícil imaginar cómo hubiera evolucionado la ciudad sin la Expo.
Una vez más el aniversario nos ha pillado con el pie cambiado. Se anunció mucho y se ha hecho poco. Hace unos meses ya publiqué un post diciendo que el mejor aniversario que podíamos celebrar era tener el recinto de la Expo en condiciones. Lamentablemente no hemos sido capaces de conseguirlo. El Parque Tecnológico de la Cartuja es una realidad y aquellos que insisten en que en la Cartuja no hay nada no tienen más que mirar sus números de facturación, trabajadores y empresas instaladas, pero como ciudad tenemos una gran asignatura pendiente que es integrar la Isla de la Cartuja en el discurrir diario de la ciudad.
En el día de hoy me gustaría poder contaros que se han solucionado los problemas del recinto de la Exposición Universal pero nada más lejos de la realidad. El Camino de los Descubrimientos sigue hecho un desastre, los jardines Americano y del Guadalquivir siguen abandonados, el Pabellón de Hungría se sigue cayendo a pesar de estar protegido, la Avenida Marie Curie se ha parcheado de la peor forma posible, el canal sigue lleno de jaramagos, los puentes siguen necesitando una mano de pintura, ni tan siquiera hemos sido capaces de recuperar la escultura Media Esfera Azul y Verde de Jesús Soto en el nuevo Parque Fernando de Magallanes. Una vez más el Ayuntamiento se ha ido a lo superficial, a la foto, trayendo a los Reyes eméritos a un acto por todo lo alto en el Alcázar, pero lo cierto es que los problemas de la Cartuja siguen siendo los mismos sin que ningún equipo de Gobierno haga mucho por remediarlos. Tenemos seis meses por delante para celebrar el XXV Aniversario, ojalá sirva para que unos y otros empiecen a tomarse en serio la Cartuja.
4 comentarios:
Desde luego es lamentable cómo está la parte más abandonada de la Cartuja, pero me pregunto si, con los recursos que tenemos, no habría que centrarse en lo que se ha podido poner en uso y vender o dejar que otros se ocupen del resto. Quizá no se pueda abarcarlo todo y habilitar y mantener espacios que no se usan lo suficiente. Eso sí, no comprendo que pasa con el Jardín Americano. ¿Será que queda apartado para la mayoría de la gente y los que pasan pot ahí se aprovechan de la impunidad? Qué pena.
La cuestión es que la parte que está en peores condiciones es la que pertenece a las administraciones públicas. En este caso, la parte privada sí cumple con su cometido y las zonas interiores del Parque Tecnológico están en perfecto estado. Lo que falla es lo público (Camino de los Descubrimientos, Avenida Marie Curie, descontrol en los aparcamientos, zonas verdes...). No me parece justo que el Ayuntamiento venda las bondades de un espacio que tiene abandonado mientras otros cumplen con su parte.
Te pongo un ejemplo concreto, las estaciones del telecabina, completamente abandonadas y que ya suponen un peligro para la integridad de las personas. Resulta que el problema radica en que la titularidad está compartida entre dos administraciones, el suelo pertenece a una y el edificio a otra, así que ninguna de las dos hace nada. En 25 años han sido incapaces de ponerse de acuerdo para solventar el problema y mientras tanto ahí están las dos estaciones dando una imagen absolutamente vergonzosa.
¡Saludos!
Coincido con Gabriel.Estuve a principios de este mes y es una auténtica desidia y ojo zonas muy peligrosas por el estado de NO conservación para el viadante.
Valga el pabellón de las tres culturas el pórtico de acceso a la plaza que conforma sustentado por unas barras metálicas dejadas de la mano por no hablar de la estación del telecabina ruinosa que sirve de párking de coches totalmente abandonados.
Y las vallas...Que decir del presidio en el que se está convirtiendo la ciudad.
Penoso, lamentablemente penoso.
Aquella etapa de la historia de Sevilla está situada en la parte muy positiva, con los errores que también se cometieron.
Lo que ya es penoso es lo posterior, en el mantenimiento sobre todo, y lo digo por permitirlo. Es bochornoso el abandono que existe y me da igual que se echen las culpas mutuamente, sólo reflejan que al frente de esos cargos de responsabilidad hay equipos ineptos, señores, han pasado 25 años ¿no es sobradamente tiempo para remar en la misma dirección?
Objetiva y muy buena entrada, Sergio.
Enhorabuena.
Un abrazo.
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