jueves, 9 de febrero de 2017

Casa Velázquez, ¿una oportunidad?

Casa natal de Velázquez, en pleno centro histórico


La noticia saltaba ayer a los medios y rápidamente se extendió por las redes sociales. La denominada Casa natal de Velázquez, junto a la Plaza Cristo de Burgos, deja de pertenecer a los modistos Victorio & Lucchino al aceptar los tribunales la dación en pago para saldar sus deudas. Se abre ahora un período de gran incertidumbre para este inmueble del siglo XVI que ha mantenido, milagrosamente, su esencia a pesar del paso de los siglos. Ante la duda surge la gran pregunta: ¿hay que aprovechar la oportunidad para convertir el edificio en un espacio cultural?

La reciente compra de la Casa Fabiola como sede del Museo Bellver y de la Casa de Luis Cernuda para acoger la Casa de los Poetas, pone sobre la mesa, cual Monopoly, la misma opción, el Ayuntamiento podría comprar el edificio y crear un centro dedicado a la vida del pintor. Sin embargo, hay varias cuestiones que habría que plantearse antes de rendirse a lo 'fácil'. 


Para empezar, vayamos a lo básico. El edificio goza actualmente de un grado de protección C, lo que viene a ser lo mismo que nada en una ciudad donde incluso inmuebles con mayor protección han sido absolutamente destruidos ante la pasividad de las administraciones y la sociedad. Urge, por tanto, aumentar esa protección para evitar la transformación y desaparición del edificio. ¿Por ser la casa natal de Velázquez? No, por ser un inmueble del siglo XVI, ejemplo del caserío histórico popular (no palacios) de los que pocos deben quedar en la ciudad si es que queda alguno más. 

Una vez solventado ese ligero, pero importante matiz, vayamos al fondo del asunto. ¿Deben las administraciones comprar la casa? Segundo no rotundo. ¿Por qué? Para empezar el Ayuntamiento tiene una larga lista de tareas pendientes con respecto al patrimonio municipal y no puede seguir comprando edificios que luego no sabe, no puede o no quiere mantener. Podemos hablar de Santa Clara (cuya iglesia lleva cerrada años sin que nadie haya podido entrar para comprobar que los retablos siguen ahí), o de San Hermenegildo, del Casino de la Exposición, de la Fábrica de Artillería, del Pabellón Real, de los restos arqueológicos del Castillo de San Jorge, de los mosaicos y piezas encontradas en la Encarnación y hoy en paradero desconocido, del aljibe romano de la Plaza de la Pescadería... A todo ello hay que sumarle lo que va a costar abrir el Museo Bellver, la rehabilitación de la Casa Cernuda o el proyecto para la Casa Murillo, edificio cedido por la Junta de Andalucía al Ayuntamiento con motivo del Año Murillo. Insisto, el Ayuntamiento no tiene capacidad económica ni de gestión para hacerse cargo de más edificios.

Casa Vicens, de Gaudí. Comprada, rehabilitada y gestionada por la iniciativa privada


Descartadas las administraciones deberíamos poner el foco sobre la iniciativa privada. ¿Qué ocurre en Sevilla para que la iniciativa privada no vea atractivo invertir en cultura y patrimonio? Desde luego es un tema que habría que analizar en profundidad. Podemos echarle un vistazo a los patrocinadores del Teatro de la Maestranza o contar con los dedos de una mano los espacios culturales de gestión absolutamente privada que hay en la ciudad. En Barcelona está previsto que se abra el próximo otoño la Casa Vicens, obra que Gaudí construyó entre 1883 y 1885. El edificio fue comprado en 2014 por un Banco de Andorra y tras invertir cuatro millones de euros en una escrupulosa rehabilitación abrirá al público como nuevo reclamo turístico y cultural. No será el primer edificio privado que abre sus puertas, la lista es larga en Barcelona. Sin embargo, aquí en Sevilla, plantear siquiera esa opción resulta una mera utopía. ¿Por qué en Sevilla nos tenemos que conformar con que toda inversión en patrimonio vaya destinada a transformación hotelera? ¿Por qué la Casa de Velázquez no se puede convertir en un espacio de creación contemporánea de gestión privada? La respuesta es simple, Sevilla no demanda este tipo de espacios. Dicen que cuando Pericles llegó al poder en la Atenas clásica, su pasión por la cultura hizo que la ciudad se convirtiera en un hervidero cultural, floreciendo las artes y construyéndose edificios que hoy asombran al mundo. Quizá es lo que nos haga falta en Sevilla, un Pericles contemporáneo que haga de la cultura la bandera de la ciudad para que nos convirtamos en un hervidero creativo.

Saber lo que ocurrirá a partir de ahora con la Casa Velázquez es una incógnita, crucemos los dedos para que el edificio no desaparezca. Mientras tanto, no olvidemos que Sevilla ya cuenta con un centro dedicado a Velázquez y su época que conserva nada más y nada menos que tres lienzos del pintor sevillano. Quizá es momento de valorar más lo que tenemos antes de pedir nuevos equipamientos.

3 comentarios:

José Manuel Salazar dijo...

La casa de Velázquez debería ser un centro de arte contemporáneo

Gabriel M. dijo...

Totalmente de acuerdo. Tenemos mucho patrimonio, poco dinero y una demanda cultural local reducida. Que la Administración se ocupe de lo que pueda y deba (recordemos cómo está San Hermenegildo) y que el sector privado haga otro poco (aunque nunca seamos Barcelona). Lo lógico sería quizás que siempre se aprovechase un esificio patrimonial en vez de construír algo nuevo, ya sea para una consejería, para un centro cívico, para una fundación, o para cualquier otra cosa de interés público (aunque la entidad sea privada). Y no es que esté en contra de la arquitectura más moderna, es que necesitamos tanto salvar como aprovechar el patrimonio.

colorbutano dijo...

En efecto, de hecho, ya lo fue en los años 70, antes de que fuera adquirido por Victorio & Lucchino para su estudio. Se trataba del mítico centro de arte M11 en el que expuso gente como Luis Gordillo, Fernando Zóbel o Manuel Salinas.