Mientras visitaba este verano el
Palau del Baró de Quadras de Barcelona, sede del Institut Ramon Llull, no dejaba de sorprenderme cómo va en aumento el número de edificios modernistas que se pueden visitar en la ciudad condal. Lo que empezó con la figura de Antoni Gaudí ha terminado irradiando al resto de la ciudad y ya es posible visitar un buen número de edificios construidos entre finales del siglo XIX y principios del XX. Realmente cuando has visitado algunos como la
Casa Amatller o la
Lleó Morera, otros te resultan algo 'sencillos', pero es una auténtica delicia para los amantes del arte y del patrimonio poder descubrir poco a poco más edificios emblemáticos de Barcelona.
Con esa idea en la cabeza decidí que, cuando estuviera de nuevo en Sevilla, iba a poner en marcha una nueva serie de reportajes cuyo principal objetivo fuese poner en valor el Regionalismo como arte integral, lejos del manido fachadismo que se suele asociar a la arquitectura sevillana de principios del siglo XX. Conocer la arquitectura de esa época y cómo las artes aplicadas tuvieron un resurgir sin precedentes en la ciudad creo que puede contribuir no sólo a mostrar este riquísimo patrimonio, sino a generar una conciencia de que estos edificios deben y merecen ser conservados para que la ciudadanía los conozca, los disfrute y los valore.
Para comenzar la serie he querido elegir un edificio construido a finales del siglo XIX. Se trata de la
Casa de la familia Mensaque de la calle San Jacinto, hoy sede del Distrito Triana. A pesar de haber pasado por su puerta en innumerables ocasiones e incluso de haberme asomado a su bello zaguán, jamás pude imaginar que sus estancias interiores albergaran uno de los más impresionantes conjuntos cerámicos de cuantos se conservan en la ciudad.
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Zaguán de la Casa Mensaque |
La Sevilla de finales del siglo XIX recuperó, gracias en parte a la labor de
José Gestoso, el gusto por las artes aplicadas.
Cerámica, yeserías, trabajo en madera, forja... volverán a decorar casas, palacios, conventos e iglesias, un renacer que tendrá su punto álgido con la Exposición Iberoamericana de 1929 y todo el desarrollo del Regionalismo. Si hay un arte estrechamente vinculado con el Regionalismo es la cerámica, y en esta Casa de la Familia Mensaque podemos ver cómo la burguesía de la época apostó por la cerámica para decorar sus suntuosas residencias.
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Artesonado del zaguán de la Casa Mensaque |
La Casa Mensaque debe su nombre a sus propietarios, Miguel Mensaque Colmenero y Dolores Mensaque y Vera, miembros de una de las familias de mayor tradición ceramista de la ciudad. Su fábrica fue una de las más conocidas junto con Montalván o Santa Ana y vivió su particular período de esplendor entre finales del siglo XIX y los años 30 del siglo XX si bien el apellido Mensaque
se relaciona con la cerámica desde el siglo XVIII. El edificio se estructura en torno a dos patios, uno principal que actúa a modo de distribuidor siguiendo la tipología residencial sevillana y otro trasero a modo de pequeño jardín.
La razón de comenzar los reportajes dedicados al Regionalismo con esta casa radica en su carácter de puente entre la arquitectura de finales del XIX y el posterior desarrollo regionalista, en el que el ladrillo y la vuelta al historicismo tendrá un peso importante. Si nos detenemos en su fachada, veremos que no existe la simetría propia del caserío decimonónico, el arquitecto ha buscado romper con ella ubicando la portada en un lateral quizás siguiendo el ejemplo de la Casa Guardiola de Puerta de Jerez. Sin embargo, el núcleo principal de la casa, donde se ubica la portada y el balcón principal, sí guarda una perfecta simetría en la disposición de los vanos. A este volumen principal se ha añadido otro secundario con otra tipología de balcones. El arquitecto está ensayando nuevas formas arquitectónicas que derivarán, con el paso de los años, en el típico esquema de 3x3 de las casas regionalistas.
Si en la fachada ya se deja entrever un cambio estilístico, es en el interior donde ese gusto por la decoración toma alas para legar a la posterioridad uno de los conjuntos cerámicos más interesantes de esta época. El zaguán es la primera pieza de la casa donde la cerámica se convierte en la auténtica protagonista. El frontal donde se ubica la cancela se decora con azulejos pintados a mano por Manuel Rodríguez y Pérez de Tudela con motivos renacentistas como son tondos, putti, candellieri y dos estípites antropomorfos que sirven de jambas a la puerta, rematada con la fecha de ejecución, 1900. El resto del espacio dispone de un zócalo de azulejos pintados 'al agua' con la clásica composición sevillana denominada como 'clavo' o 'clavo de Santa Ana', característica de la cerámica renacentista.
Ya en el patio de nuevo Pérez de Tudela apuesta también por los motivos renacentistas, en este caso tomados del Palacio de Carlos V del Alcázar de Sevilla, donde los
candellieri abrazan tondos con retratos y diferentes elementos tomados de la Antigüedad clásica.
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Galerías superiores del patio de la Casa Mensaque |
Como toda casa burguesa de la época, la disposición de las diferentes estancias se hacía en función de las estaciones del año. Las familias habitaban durante el invierno la planta superior, que gracias a la acción directa del sol en las cubiertas se calentaba de manera natural, mientras que en los meses estivales se trasladaban a la planta inferior, mucho más fresca. Esto motivó una duplicidad de estancias (comedor de verano y de invierno, dormitorios de verano y de invierno) que permitió a los artistas y artesanos de la época volcarse doblemente en el diseño de estos espacios. En la planta baja de la Casa de los Mensaque se encuentra el comedor de verano, de una elegancia exquisita sólo superada por su réplica del piso superior. En esta estancia Pérez de Tudela despliega una serie de escenas y paisajes en azul cobalto sobre fondo blanco. En los diferentes paneles que componen todo el zócalo encontramos una serie de animales entre los que destacan un conjunto de gatos que, a imitación de las personas, disfrutan de una fiesta campestre con instrumentos musicales incluidos.
La escalera es uno de los elementos más interesantes y de mayor valor del conjunto por la dificultad que conlleva conseguir el reflejo metálico de sus azulejos de arista. El Renacimiento sevillano sirve de nuevo de ejemplo para decorar los zócalos, inspirándose en motivos de la Casa de Pilatos y del Alcázar.
Ya en la planta alta destaca la decoración del comedor de invierno, de inspiración inglesa y francesa. Pérez de Tudela se recrea en el panel principal del salón, una escena de caza acompañada por una serie de orlas dieciochescas de carácter francés que cobijan escenas secundarias con angelotes y figuras cortesanas con fondo de paisajes. Como curiosidad, ambos comedores conservan el armario que se utilizaba para pasar los platos desde la cocina o las dependencias del servicio al comedor.
Como se puede ver en las imágenes de los paños cerámicos realizadas por Martín Carlos Palomo García para la web
Retablo Cerámico, el edificio merece un uso mucho más apropiado que el administrativo. Cuando la Casa de los Mensaque fue comprada por el Ayuntamiento en los años ochenta, sin duda la labor de protección y conservación patrimonial que se hizo fue encomiable, pero hoy en día esta joya de la decoración cerámica no puede seguir cerrada al público.
Ya sea abriendo el edificio a las visitas, ubicando en él espacios de uso cultural o destinando la integridad del edificio a otros fines, la Casa Mensaque debe abrirse al público para que todos podamos disfrutar de esta maravilla única en la ciudad.
La calidad con la que los artesanos y artistas sevillanos de finales del siglo XIX y primeras décadas del XX trabajaron es algo que no podemos seguir ignorando. El conocimiento de estos edificios y su riqueza decorativa es una obligación que tenemos como sociedad. Espero que con esta serie dedicada al Regionalismo al menos una mínima parte de la sociedad empiece a ver con otros ojos el Regionalismo, un estilo demasiado maltratado.
>> La realización de este reportaje ha sido posible gracias a la colaboración de la web
Retablo Cerámico, que me ha permitido usar sus imágenes para ilustrar el
post.
2 comentarios:
El regionalismo sevillano me hace estar orgulloso de mi ciudad y no sentirla 'por debajo' de ciudades modernistas que conozco como Bruselas o Barcelona. Tenemos una ciudad muy bella (por lo menos a 'cachos', aunque son 'cachos' grandes comparados con el patrimonio de otras ciudades que es menor y más disperso). Gracias, Sergio, ésta no la conocía.
Por eso insisto tanto en el tema de la conservación de los interiores, porque va a llegar un día en que realmente el Regionalismo sea sólo un estilo de fachadas, pero porque habremos destruido todos los interiores :(
Me alegro de que te haya gustado el post. La verdad es que cuando vi las imágenes de los zócalos interiores me quedé ojiplático.
¡Saludos!
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