miércoles, 18 de mayo de 2016

Adiós, Turina, adiós



Recuerdo que mi relación más cercana con el Festival Turina fue hace unos años cuando la directora, Benedicte Palko, se puso en contacto conmigo para pedirme que por favor corrigiera un dato que había publicado sobre el Festival en el Blog. Con el paso del tiempo, en la presentación de la última edición, coincidí de nuevo con Benedicte y me acerqué a saludarla y a presentarme. Cuál fue mi sorpresa cuando no sólo me atendió, sino que se mostró cercana, agradable y además, me confesó que era seguidora habitual del Blog. Al final acabé de voluntario en la que sería la última edición del Festival, en septiembre de 2015, siendo una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida y colaborando codo con codo con grandes profesionales que lo han dado todo por un proyecto que finalmente no tendrá continuidad.


La pasión que le ha dedicado Benedicte (y me permito hablar de ella usando su nombre propio, sin necesidad de poner apellidos ni demás parafernalias) ha sido agotadora, llegando a consumir, poco a poco, toda la energía que durante diez años han sacado adelante el Festival. Como todo proyecto, sea cultural o no, el Festival Internacional de Música de Cámara Joaquín Turina nació con unos objetivos que, en el terreno musical, superó con creces, convirtiéndose en un referente a nivel internacional. Lamentablemente fue en el terreno económico donde el festival hizo aguas desde el principio, sin un apoyo importante de las administraciones y con unos mecenazgos que han llegado hasta donde podían llegar. Era evidente que un Festival así no podía sostenerse indefinidamente con el trabajo desinteresado de voluntarios, el trabajo se paga y la intención del equipo organizativo del Turina era profesionalizar el festival, pero no ha podido ser.

En el extenso comunicado publicado en la página web del Festival se da cuenta de las razones por las que se ha decidido poner fin a esta aventura. Por medio quedan varios meses de tensión entre el actual Ayuntamiento y la dirección del Festival, que sólo pedía lo que a otros se les ha dado, una seguridad para poder sacar adelante el proyecto. Cuesta entender que, siendo Sevilla Ciudad de la Música, a este proyecto se le denieguen las famosas 'subvenciones nominativas' (esas que van a un proyecto concreto) mientras que otros festivales gozan de una estabilidad presupuestaria gracias al dinero municipal. Sobre la cultura subvencionada y los proyectos que salen adelante únicamente porque está detrás una entidad pública podríamos hablar largo y tendido, sin embargo no es ese el objetivo de este artículo. 

Con la desaparición del Festival Turina no sólo se pone fin a un precioso proyecto que tenía en su labor formativa una de sus máximas aspiraciones, sino que se deja a Sevilla huérfana del único proyecto dedicado al famoso compositor sevillano Joaquín Turina. Que una pianista noruega haya sido la que ha luchado durante años por reconocer la valía de este compositor es otra cosa que podríamos estudiar y analizar.

Una de las notas más interesantes de cuantas se apuntan en el comunicado de despedida es el del valor real del Festival, calculado en 180.000 euros, una cantidad que, gracias al esfuerzo de muchas personas, se ha reducido hasta los 35.000 que venía costando cada edición del mismo. Está claro que el Ayuntamiento, la Junta o el Estado, no tienen por qué poner sobre la mesa cada dos años ese dinero, pero durante estos años han sido tantos los feos administrativos (llegando a contraprogramar con otros espectáculos en las mismas fechas que el festival), que es lógico que desde la dirección del Certamen se haya decidido abandonar y tirar la toalla. 

'No es una amenaza. Es la decisión más sensata'. Así comienza uno de los párrafos en los que se explica el por qué de la cancelación. Tras la desaparición del Turina surgen muchos interrogantes, de hecho no sería de extrañar que el Ayuntamiento se invente algún tipo de proyecto que recoja el testigo y no deje a Joaquín Turina en la estacada. Quién sabe, lo mismo es otra ciudad la que abre las puertas a celebrar el Festival. Desde aquí sólo quiero agradecer no sólo a Benedicte, sino a todos los que han formado parte de este proyecto (Sofía, tu entrega ha sido digna de mención) su pasión por Sevilla y por la música. Quiero pensar que llegará el día en el que se reconocerá la valía de tantas y tantas personas que lo dan todo por una ciudad que a menudo le da la espalda a los mejores. Gracias por estos diez años y nos vemos en los patios de butacas.

3 comentarios:

Gabriel M. dijo...

Así es, Sergio. En el Sur la cultura que se vive a lo grande es la de las procesiones, la música folclórica, el fútbol y quizás los toros. Además, sigo viendo cada vez más claro que las Administraciones no van a tener recursos para subvencionar la cultura (en estos días se habla de nuestros enormes déficit y deuda públicos). La música clásica (que me encanta), el jazz, el teatro de vanguardia... van a ser en Sevilla cosa de pequeñas redes, pequeños círculos de creadores, aficionados, asociaciones y empresas que lo mantengan vivo, aunque sea de forma discreta. Creo que aquí tenemos círculos de ese tipo muy interesantes. Gracias.

Gabriel M. dijo...

Por otra parte, hay público y patrocinadores interesados en el Festival Turbina. ¿No se podría organizar una versión más pequeña, a partir de los recursos existentes?

Sergio Harillo dijo...

Pues quizás lleves razón y en unos años debamos conformarnos con una red cultural de resistencia. La verdad es que no lo sé.

Y ya que sacas el tema de las procesiones, creo que en Sevilla tiene tanto recorrido el mundo cofrade porque es algo que se transmite de generación en generación y se fomenta desde la infancia. Con la cultura no ocurre lo mismo y quizás por eso cada vez haya más indiferencia hacia ella.

¡Un saludo!