Presbiterio de la iglesia de San José del Carmen |
La iglesia del convento de San José del Carmen acogió el martes pasado la presentación del último libro publicado por la Diputación de Sevilla dentro de su colección dedicada a dar a conocer el rico patrimonio de la provincia. Se trata del libro 'Sevilla guadalupana. Arte, historia y devoción', del profesor de Historia del Arte de la Universidad de Granada Francisco Montes González. Coincidí con Francisco Montes hace unos años cuando yo estaba estudiando la carrera y él estaba haciendo la tesis en el Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla. Acabé la carrera y le perdí la pista hasta que hace unos meses retuiteó una publicación de mi blog y comencé a seguirle en la famosa red social de los 140 caracteres. Cuando vi que presentaba el libro fruto de años de investigación, no dudé en acudir para, por un lado, conocer su trabajo en torno a la devoción sevillana a la Virgen de Guadalupe mexicana y por otro entrar por fin en uno de los pocos templos que aún se me resistían en la ciudad, el del convento de las Teresas.
Virgen de Guadalupe. Juan Correa, 1685-90. Imagen de Francisco Montes Glez. |
El trabajo de Francisco Montes en torno a la Virgen de Guadalupe arrancó de los estudios que González Moreno, archivero de la Casa Ducal de Medinaceli, realizó en los años cincuenta del siglo pasado. Tras diez años de trabajo ve la luz este libro que recoge una de las devociones más interesantes de cuantas existen en Sevilla y que está estrechamente relacionada con nuestra propia historia. Durante la presentación, el profesor Alfredo Morales desgranó la interesante relación entre la Virgen de Guadalupe y la ciudad de Sevilla, una historia que desconocía por completo pero que al escucharla aclaró una duda que siempre había tenido, ¿por qué en casi todos los templos sevillanos podemos encontrar un cuadro dedicado a una devoción tan arraigada al otro lado del mundo? La historia se remonta a la época de la Conquista, cuando los dioses aztecas fueron sustituidos por el culto cristiano llegado desde Europa. Era necesario llevar a cabo un proceso de Evangelización de la manera más rápida posible y los antiguos templos fueron destruidos o consagrados a Cristo y a la Virgen (la propia Basílica de Santa María de Guadalupe se construyó sobre el templo azteca de Tepeyac). La Virgen de Guadalupe fue otra más de las muchas devociones que llegaron a México, pero las diferentes apariciones que se produjeron hicieron que rápidamente se creara una nueva iconografía que llegó a convertirse en seña de identidad de la nación mexicana. Los navíos que recorrían el Atlántico desde Nueva España a Sevilla se encomendaban a su protección y era frecuente llevar en los galeones alguna imagen para garantizar un viaje seguro. Al llegar a Sevilla, estos cuadros eran regalados a iglesias y conventos como acción de gracias por haber llegado sanos y salvos, convirtiendo a Sevilla en el mejor museo fuera de México con cuadros dedicados a la Virgen de Guadalupe, y difundiéndose su culto frente a la otra devoción guadalupana, la extremeña, curiosamente mucho más cercana.
Otra de las curiosidades que se dieron a conocer durante la presentación fue que todos los cuadros conservados en Sevilla, ya sea en templos o en colecciones particulares o públicas fueron pintados por pintores mexicanos. A día de hoy Montes ha logrado localizar cerca de doscientas obras de los mejores pintores mexicanos de los siglos XVII y XVIII. La temática es siempre la misma, aparece la Virgen de Guadalupe con su particular ráfaga dorada flanqueada por pequeñas representaciones de sus apariciones, entre ellas la primera, al indio Juan Diego. La devoción a la Virgen del Guadalupe en Sevilla decayó en el siglo XIX pero volvió a surgir con fuerza tras la independencia de México, cuando numerosas familias criollas pusieron rumbo a España y enlazaron con familias españolas, que asimilaron el culto a la Virgen de Guadalupe.
Retablo de la Inmaculada, obra de Juan de Mesa |
'Sevilla guadalupana. Arte, historia y devoción' hace un repaso a más de quinientos años de relación entre Sevilla y México a través de la devoción. Un libro fundamental para conocer un poco más de nuestro rico patrimonio, más allá de lo que podemos encontrar en cualquier guía de viajes. Sobre el propio templo de San José del Carmen, creo que hay material suficiente como para dedicarle una entrada propia, por lo que volveremos de nuevo al recoleto convento del barrio de Santa Cruz para conocer su arquitectura, retablos y excepcionales obras de arte.
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