Casa Gómez y Pérez de León antes de la reforma |
Cuando paseas por los centros históricos de otras ciudades patrimoniales da gusto ver cómo se respeta en la medida de lo posible la estética del caserío heredado de épocas pasadas. Uno de los ejemplos que más me ha llamado la atención es Córdoba, donde en el entorno de la Mezquita los comercios (incluso los de comida rápida) tienen una cartelería específica unificada para evitar que los colorines y los luminosos distorsionen la visión del conjunto. En realidad es algo que todos los ayuntamientos deberían de tomarse muy en serio cuando se solicita licencia para remodelar la fachada de un edificio. Al margen de los aparatos de aire acondicionado y los cierres sin ton ni son, la publicidad y la cartelería que se instala en los centros históricos debería estar regulada (de hecho hay normativas al respecto) para evitar la degradación del conjunto.
Estado actual de la fachada de la misma casa |
Caso aparte es el buen gusto que pueda tener el promotor de una obra. Centrémonos en un caso concreto. Actualmente se está remodelando la sucursal bancaria del edificio que José Gómez Millán construyó para la familia Gómez y Pérez de León, una casa que participó en el concurso de Casas Sevillanas de 1911. Se trata por tanto de un edificio especial, prototipo de lo que será el Regionalismo sevillano, obra de uno de los principales arquitectos de este estilo y además, el único testigo de lo que fue la Plaza del Duque, absolutamente destrozada entre los años 50 y 70. Si bien el interior hace tiempo que pasó a mejor vida, su fachada ha sufrido una nueva tergiversación que desvirtúa por completo su estética. Antes de la reforma la fachada de la sucursal bancaria tenía un aplacado de mármol claro que, si bien no era el original, pasaba bastante desapercibido. Quizás por ese motivo el promotor de la obra ha decidido colocar una nueva fachada de un color gris oscuro que sin duda destaca la presencia de la sucursal bancaria pero rompe por completo la estética del edificio.
Recuperación de la decoración original de un edificio de Aníbal González |
¿Por qué suceden estas cosas? Tenemos una Comisión de Patrimonio Provincial y otra Local por las que deben pasar este tipo de proyectos. Aún así seguimos asistiendo a constantes ataques contra el patrimonio sin que se ponga remedio. Evidentemente es una cuestión de educación, pero también de respeto. La sucursal bancaria está en todo su derecho de mejorar sus instalaciones, y de hecho al no conservarse absolutamente nada original en el interior del edificio podrá disponer del espacio como desee, pero en la fachada, ¿por qué se hace esto? ¿Qué necesidad había de destruir de esta manera la estética de un edificio con más de un siglo de vida? El Ayuntamiento debería velar por este tipo de actuaciones e incluso se podría aprobar una normativa por la que las obras que se hagan en locales a partir de ahora (hacerlo con carácter retroactivo sería bastante polémico y quizás desproporcionado) tiendan a recuperar, en la medida de lo posible, la estética de las fachadas de los edificios históricos. No se trataría de reinventar ni colocar elementos perdidos con el paso del tiempo, pero entre lo que ha hecho Sephora en su tienda de la calle Tetuán y lo que se está haciendo en la Plaza del Duque hay un gran trecho y sin duda debemos tender más hacia lo primero que hacia lo segundo. Comencemos a recuperar la armonía en nuestro centro histórico, quitándole añadidos superfluos que lo distorsionan y devolviéndole a los edificios la paz que han ido perdiendo con el paso de los años.
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