jueves, 23 de julio de 2015

La Casa del Conde de Ibarra de Aníbal González estrena fachada


Desde hace unas semanas se puede contemplar el resultado de la intervención realizada en la fachada de la Casa para el Conde de Ibarra que Aníbal González construyó entre 1912 y 1913. Tras muchos años abandonado, el año pasado comenzaron las obras de adaptación del edificio que, como ya informamos, no tuvieron muy en cuenta los alicatados y suelos originales que aún se conservaban en el interior, perdiéndose para siempre uno de los pocos edificios que mejor se conservaban de Aníbal González.




Si bien en el interior se ha llevado a cabo una profunda remodelación que sólo ha conservado algunos elementos como el zaguán de entrada, la fachada sí que ha sido restaurada en su integridad devolviéndole casi su aspecto original. Uno de los aspectos que más llama la atención es la sustitución que se ha realizado en los dinteles cerámicos de las ventanas de la planta inferior. De los cuatro vanos sólo uno conserva los azulejos originales, los otros tres (los dos de la calle San José y el más exterior de la fachada hacia Conde de Ibarra) han sido sustituidos por otros azulejos. Además, se ha aplicado un barniz al ladrillo que enmarca puertas y ventanas, dándole una pátina más oscura a un material que nunca tuvo este color.



Tras la intervención en el edificio, la calle ha recuperado una de sus fachadas más degradadas a la par que bellas, aunque lamentablemente el interior no haya corrido la misma suerte. Aún siendo conscientes de que es complicado acomodar nuestro estilo de vida a los edificios históricos, apena comprobar que cada vez quedan menos interiores originales. Siempre ponemos el mismo ejemplo, pero en Barcelona se conservan espléndidos interiores modernistas mientras que aquí siguen desapareciendo las obras de nuestros principales arquitectos regionalistas (por no hablar de edificios anteriores al siglo XX).


4 comentarios:

Líbero en zona dijo...

Una alegría, pues, a medias. Por una parte, hay que felicitarse por la remodelación de esta fachada que no está exenta de disonancias con respecto al diseño original como bien has apuntado. De otro lado, la tan extendida práctica del fachadismo no deja de ser una peculiar metáfora de la propia sociedad sevillana. Cada cual que saque sus conclusiones.

Javier Gallego Pinos dijo...

Precisamente hoy he visitado la casa Amatller de Barcelona, recientemente abierta al público. Espectacular, puesto que el piso principal se conserva casi intacto, incluso con el mobiliario de la época diseñado por Puig i Cadafalch. Además de afamado chocolatero, el señor Amatller, fue coleccionista de arte y en su vivienda hay varias piezas de sus diferentes colecciones.
Soy sevillano, residente en Barcelona desde hace más de diez años, y, precisamente, al salir me ha venido a la cabeza esa comparación de interiores entre modernismo y regionalismo. Cierto es que no todas las casas modernistas han conservado sus elementos originales (por ejemplo el piso de La Pedrera es una reconstrucción de uno de época), pero la comparación creo que no se sostiene. Aparte de las grandes obras regionalistas (Plaza España, museos o el hotel Alfonso XIII) ahora mismo no soy capaz de encontrar algún edificio regionalista equiparable que pueda ser visitado. Sé, por tus reportajes, que alguno queda (casa Lissen), pero poco más.
Aquí, en Barcelona, recientemente han abierto la casa Morera o el Hospital Sant Pau, además de tener incorporados ya a las visitas numerosos edificios que forman parte del patrimonio modernista (me vienen entre otros el Palau Güel, La Pedrera, el Palau de la Música o la casa Batlló). Ahora en verano hay una ruta modernista a mitad de precio, de la que tuve noticias por una entrada tuya el año pasado, que es magnífica. En Sevilla, en la web del ayuntamiento, hay unas rutas de Regionalismo con una cantidad de edificios considerable, pero, si no estoy equivocado, no se puede visitar ninguno, son para ver desde la calle. No sé qué queda en el interior de todos ellos pero no poder entrar a ninguno es desolador.

Muchas gracias por el blog, lo sigo con mucho interés.

Sergio Harillo dijo...

Ya de regreso en Sevilla te puedo contestar en condiciones :)

Lamentablemente, Sevilla es una ciudad escaparate donde lo único que se prima es la fachada de los edificios. No es algo nuevo, el propio estilo Regionalista era muy de fachadas e incluso el Concurso de Casas sevillanas de 1911 indicaba que el ámbito de actuación se circunscribía a la fachada, el zaguán y el patio, es decir "lo que se ve desde la calle". Aún así hay magníficos interiores, no sólo "antiguos" como la Casa de Pilatos, Dueñas, etc, sino otros muchos edificios recientes (y estoy hablando de arquitectura civil) como el Palacio Yanduri, la Casa Lissen, la Casa de las Sirenas, etc. Es una verdadera lástima que no protejamos todo este patrimonio. Soy un firme defensor de la integridad de los edificios, de nada sirve proteger y mantener una fachada a la que se le adosa un edificio completamente nuevo por dentro, de este modo el inmueble se convierte en un decorado teatral y pierde toda su esencia. Me da la impresión de que los propios sevillanos no valoran la importancia de vivir en un edificio con historia y "sobran" elementos "viejos" como azulejos, suelos hidráulicos, artesonados o yeserías que se van perdiendo conforme se va remodelando el caserío histórico. No hay nada más triste que entrar en un edifico del centro que conserva su patio con columnas donde no queda absolutamente nada, está muerto y pintado de la forma más aséptica posible, sin azulejos, sin rejerías, sin macetas. ¡Qué diferencia con el patio de la Casa del Pumarejo, por ejemplo!

Es una lucha constante que me temo está más que perdida. Aún así, por mi parte, seguiré destacando el valor de esos interiores a los que pocos dan valor.

Me preguntas por la ruta del Regionalismo. No es más que otro intento de copiar, mal, algo que funciona en otros sitios. Tenemos algo que llama la atención por diferente, como es el patrimonio regionalista, así que hacemos una ruta vacía de contenido para que los guiris se recreen en esas fabulosas fachadas inspiradas en la tradición arquitectónica, pero sin contarles por qué son así esos edificios, ni quién los creó ni para qué sirvieron. Todo el mundo conoce a Gaudí, pero ¿a quién le suena fuera de Sevilla Aníbal González?

Un saludo y muchas gracias por tu comentario, espero que sigas leyendo el blog y participando aportando tu experiencia barcelonesa :)

Líbero en zona dijo...

"Hemos cruzado los brazos
y Sevilla se nos va,
y al río estamos tirando
lo que ya no volverá.

¡Los sevillanos!,
¡alerta a los sevillanos!:
¡que Sevilla es nuestra gloria
y se nos va de las manos!"

Lo cantaron estupendamente los Romeros de la Puebla en 1979 y sigue teniendo plena vigencia. Hay un factor peligroso, además de la desidia patrimonial, y es el de reconvertir los edificios históricos en proezas vanguardistas. Siempre se añade -a renglón seguido- que si la funcionalidad, que si el diseño, que si la climatización, etc. Pues miren yo vivo en una casa antigua, con vigas de madera, un pajarillo cantarín, macetas en el patio y un frescor que quita el "sentío". En la planta baja ni siquiera tenemos aire acondicionado. Muchas veces en las remodelaciones hay un afán por lo chic, el vanguardismo, el confort y demás quisicosas que asusta. Y el resultado final son interiores asépticos, fríos, despersonalizados y tan iguales aquí como en Nueva York. Creo que muchas personas debíamos hacer un ejercicio de reflexión acerca de lo que nos hace diferentes, así seguramente se esfumarían muchos prejuicios y seríamos mucho más coherentes con nosotros mismos, nuestro entorno y patrimonio.