Hace unos meses se denunciaba el enrojecimiento de la escultura 'Muchachas al sol' en la Plaza de las Cigarreras del barrio de Los Remedios. El Ayuntamiento no dio muchas explicaciones sobre el asunto y tampoco se tomaron medidas para evitar que la escultura se siguiera deteriorando. A día de hoy el óxido es evidente no sólo en el conjunto escultórico, sino en farolas y troncos de árboles que reciben el agua de los aspersores que riegan los jardines de la Glorieta.
Lamentablemente el problema no se ha quedado en este grupo escultórico, sino que se está dando en varias fuentes del centro que acaban de ser restauradas. La fuente de Puerta de Jerez, reinaugurada hace escasos días y la de las Cuatro Estaciones del Prado de San Sebastián muestran ya evidentes síntomas del mismo mal que la escultura de Los Remedios. Lo peor de todo es que se acaba de invertir una importante suma de dinero en recuperar ambas fuentes por lo que resulta incongruente que el Ayuntamiento no corte el agua antes de que el daño vaya a más. Según publica Diario de Sevilla, fuentes municipales aseguran que el óxido se debe a un tratamiento de cloro utilizado en las fuentes para evitar la acumulación de bacterias en las tuberías que a su vez está corroyendo el óxido del interior de las tuberías. Según el Ayuntamiento, el daño es meramente estético y en unos días se procederá a la limpieza de la piedra. La solución más efectiva hubiera sido cambiar las tuberías de las fuentes por unas nuevas, algo que se desestimó durante la restauración de ambos conjuntos por el elevado coste que hubiera supuesto. ¿Estamos condenados a limpiar las fuentes una vez al mes? ¿De verdad este óxido no supone ningún daño para la piedra?
Y por si fuera poco, en la fuente de Mercurio de la Plaza de San Francisco se está dando el mismo problema. Mientras se soluciona el problema quizás la mejor opción sería cortar el agua de las fuentes, evitando de este modo tener que invertir más dinero en su limpieza (y más teniendo en cuenta que acaban de ser restauradas). Si el problema realmente es por el tratamiento de cloro y la antigüedad de las tuberías, tal vez habría que valorar económicamente el coste de cambiarlas para evitar una exposición continuada de la piedra a estos agentes químicos.
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