domingo, 17 de mayo de 2015

La colección Bellver ya pertenece a la ciudad de Sevilla


En plena campaña electoral el alcalde y candidato a la reelección por el Partido Popular Juan Ignacio Zoido ha firmado la donación a la ciudad de Sevilla de la colección Bellver, compuesta por más de cuatrocientas obras de arte reunidas a lo largo de toda su vida por el empresario Mariano Bellver. Este contrato se suma a otro semejante firmado hace unos meses por el que se rubricaba la colaboración entre Bellver y el Ayuntamiento para iniciar los trámites de la donación. El acto ha aportado poca información novedosa de cara al futuro proyecto expositivo de estas piezas ya que el alcalde no adelantó ni plazos (se estima su hipotética inauguración en diciembre de 2016), ni proyecto ni relación de obras a exhibir en el futuro Museo Bellver, que ocupará el Pabellón Real de la Plaza de América. O al menos esas son las intenciones, no podemos olvidar que hace cuatro años se nos prometía un Pompidou en el Mercado de la Puerta de la Carne y pocas semanas después una cripta arqueológica en el Patio de Banderas, proyectos que han desaparecido sin más de la agenda del regidor.


Cresterías cerámicas protegidas con redes para evitar desprendimientos

Escudo decorativo al que se le han caído varias piezas cerámicas

El proyecto de convertir el Pabellón Real en museo es sin duda una gran noticia no sólo por la recuperación de este maltratado edificio, sino por las posibilidades que se abren para convertir Plaza de América en un importante foco cultural conformado por tres museos (precisamente la idea original de Aníbal González, autor de los tres edificios). El Partido Popular ya llevaba en su programa electoral de 2011 la propuesta de convertir este espacio en la plaza de las artes, una iniciativa que tampoco ha tenido desarrollo alguno durante estos cuatros años. Conocida es la situación que atraviesan los museos Arqueológico y de Costumbres Populares sin que el futuro más inmediato permita vislumbrar la luz al final del túnel. Las obras de acondicionamiento del Pabellón Real podrían suponer el primer paso para hacer de este enclave un verdadero epicentro cultural.

Cierres metálicos desvirtúan la decoración original del edificio donde diferentes elementos decorativos han desaparecido

Figura cerámica protegida con mallas

La firma de la donación el pasado jueves sirvió para aportar una nueva fotografía a los periódicos, pero poco se avanzó sobre el proyecto que está llevando a cabo la arquitecta Cristina Sánchez y que requerirá una inversión de tres millones de euros para recuperar el edificio. La degradación y tergiversación de este bellísimo edificio ha llegado a tal punto que todo proyecto que no suponga vaciarlo literalmente por dentro y reconstruirlo, no será más que un parche en su desgraciada historia. Poco queda del lujoso interior diseñado por Aníbal González, apenas el vestíbulo y algún zócalo cerámico; el resto del edificio fue desmantelado en los años sesenta y su aspecto es de lo más anodino y desagradable, con un patio interior donde campa a sus anchas la mugre. El derribo y posterior reconstrucción del interior del edificio no sólo permitiría adaptarlo a sus nuevas necesidades como museo, sino que daría la oportunidad de ganarle metros cuadrados utilizando el hueco del patio. El presupuesto prometido para el proyecto, tres millones de euros, es sin duda generoso en tiempos de crisis, pero quizás insuficiente para una actuación de envergadura, habida cuenta que tan sólo la restauración de los elementos decorativos exteriores consumirán una importante cantidad del presupuesto. Hacerle un simple lavado de cara al edificio sería un tremendo error que lo condenaría a nuevas reformas en un futuro.

Los daños en el edificio son más que evidentes

Con la firma de esta donación se cierra un capítulo en la historia de la ciudad que ha durado más de diez años. En el recuerdo quedan las intenciones de exponer esta colección en el Museo de Bellas Artes, donde se llegó a celebrar una exposición con una selección de piezas en el año 2011 y que a punto ha estado de recalar en otra ciudad por la, cuanto menos, extraña gestión política. La exhibición de estas piezas en el Pabellón Real no deja de ser una promesa electoral más que dependerá, y mucho, del resultado de las próximas elecciones, pero a la vista del interés mostrado por el alcalde en el acto (sólo se buscaba la foto) quizás estemos ante una iniciativa más de esas que acaban en un cajón. Esperemos equivocarnos.


2 comentarios:

gaara_jeik dijo...

Me gusta la idea de reutilizar ese espacio como es el Pabellón pero no creo que ese espacio tan pequeño sea el adecuado para 400 piezas de Bellver. He intentado pensar un poco pero no se realmente donde podría ubicarse dicho museo para que luciese en todo su esplendor. Lo realmente útil sería convertir la Plaza España en un Louvre de Sevilla pero dudo tal cometido por parte de políticos. De espacios grandes donde ubicar la colección podría ser en los Pabellones de la Expo, convirtiendo ese espacio en un gran motor cultural con el Caixa forum, CAAC, Navegación y tres culturas.

Sergio Harillo dijo...

Ya no es solo por la exhibición de más o menos piezas, ningún museo expone hoy en día toda su colección, la mayor parte se encuentra en los almacenes. Pero un museo moderno debe tener una serie de servicios que, sinceramente, dudo que quepan en el Pabellón Real: salón de actos, cafetería, tienda, almacenes, taller de restauración...

Coincido contigo en lo de la Plaza de España, sería un lugar ideal para instalar el gran museo sevillano donde tendría cabida el Museo de Bellas Artes y donde se podrían ir incorporando colecciones y donaciones como la Bellver. El modelo que personalmente siempre he tenido en mente es el MNAC de Barcelona.

Para hacer un museo Bellver independiente, pues no me inclino tanto por los pabellones del 92, como por algún edificio céntrico con cierta relevancia histórica y artística para que continente y contenido vayan a la par.

Por otro lado, el eje cultural que propones en la Cartuja sería espectacular y digno de un mayor apoyo.

¡Saludos!