lunes, 4 de mayo de 2015

El Monumento público en Sevilla (y VI): La búsqueda de una identidad contemporánea

El Deshollinador, Eduardo Arroyo (1999)

Dicen que la historia es cíclica y está condenada a repetirse. Si tras la celebración de la Exposición Iberoamericana comentábamos que la construcción de nuevos monumentos públicos en Sevilla se dilató en el tiempo, lo mismo ocurrió tras la Exposición Universal de 1992. De nuevo una profunda crisis económica unida a la práctica desaparición de las inversiones públicas harán del monumento público un lujo que tendrá que esperar varios años para reaparecer en nuestras calles. Habrá que esperar hasta el año 2000 para que Sevilla empiece a contar con nuevos monumentos públicos, obras que se alejarán por completo del concepto artístico de las piezas del 92 y que recuperarán la ya anacrónica idea monumental decimonónica. El monumento contemporáneo en Sevilla reúne varias características que podemos encontrar en prácticamente todas las piezas instaladas: figuras en bronce sobre alto pedestal pétreo dedicadas a personajes locales o muy relacionados con la ciudad y su folclore, recuperación de lo figurativo en detrimento del arte contemporáneo, ubicación en cualquier espacio sin tener en cuenta el entorno o las proporciones y un fuerte respaldo social al ser iniciativas llevadas a cabo por asociaciones, colectivos, peñas o hermandades, que buscan rendir homenaje a una determinada figura del ámbito local.


La primera pieza de esta época contemporánea es, precisamente, la de mayor valor artístico. Se trata de 'El Deshollinador', obra realizada en 1999 por el artista Eduardo Arroyo. La idea de este monumento surge tras el desmontaje de las piezas que este mismo escultor había realizado para el Pabellón de los Descubrimientos de 1992 tras el aparatoso incendio que destruyó sus contenidos días antes de la inauguración de la Muestra Universal. El Pabellón iba a ser derribado para dejar paso a Puerto Triana y el artista denunció al Estado por lo que consideró un atentado a su obra. La solución fue el encargo de una nueva obra en acero corten de más de tres metros de altura que se ubicó junto al edificio Expo, frente al solar donde se erigía el malogrado Pabellón. El Deshollinador será la última pieza realizada con un concepto contemporáneo de obra de arte pública, ya que a partir de este momento prácticamente todos los monumentos que se levanten en Sevilla abrazarán lo figurativo.

Curro Romero, 2001

En 2001 comenzó la transformación del Paseo Colón en la que quizás sea una de las calles con mayor número de esculturas por metro cuadrado del mundo. El monumento a Curro Romero, obra de Sebastián Santos Calero recupera la estética que se popularizó en los años setenta y que se repetirá una y otra vez en Sevilla durante los próximos quince años. Este monumento marca un antes y un después en la ciudad al romper con la escultura de la Exposición e iniciar una senda de monumentos a figuras del folclore sevillano. Al igual que en el siglo XIX se busca una idealización del personaje y, al menos en este caso, se busca una mejora del entorno al instalarse en una plazoleta ajardinada. La adecuación del lugar donde se ubica la escultura será una de las asignaturas pendientes de los monumentos públicos sevillanos a partir de ahora, siendo el de Curro Romero una excepción. En la mayoría de los casos el monumento aterriza en cualquier sitio y de cualquier manera, sin tener en cuenta el entorno y por supuesto sin buscar una mejora estética. Lo único que interesa es colocar el monumento, sea donde sea, rompiendo de este modo una de las premisas decimonónicas que utilizaban el monumento para crear perspectivas o centralizar nuevos espacios urbanos.

Pepe Luis Vázquez (2003)

Y tras Curro Romero llegaron otros toreros, Pepe Luis Vázquez en 2003 y Manolo Vázquez en 2009. La estética es la misma y en el caso de la segunda escultura, el pedestal se repetirá una y otra vez en todos los nuevos monumentos. 

Manolo Vázquez (2009)

Desde el año 2000 Sevilla cuenta, prácticamente, con un nuevo monumento anual, llegándose a superar esta cantidad en algunas ocasiones. Se trata sin duda del momento histórico en el que mayor número de monumentos se han levantado, pero también en el que la calidad ha bajado notoriamente. El principal problema de estos nuevos monumentos es la ubicación ya que se han llenado calles, plazas y esquinas de monumentos sin orden alguno y sin tener en cuenta el lugar donde se ubicaban. El Ayuntamiento, quizás por buscar un mayor acercamiento a ciertos estamentos sociales de la ciudad ha ido aceptando una tras otra a pesar de las críticas de los expertos que han denunciado la relativa calidad de muchas de las esculturas.

Niño Ricardo (2004)

Juan de Mesa (2005)

El monumento a Juan de Mesa en la Plaza de San Lorenzo es tal vez uno de los más interesantes por cuanto se sale de la tónica general de toreros, folclore y aristócratas. Al igual que en la escultura dedicada a Juan Martínez Montañés del Salvador, el escultor posa orgulloso junto a una de sus obras cumbre, el Cristo del Gran Poder del mismo modo que Montañés posa con una Inmaculada. El resultado es bastante atractivo aunque ciertos elementos como la mano del Gran Poder enturbian la imagen general del conjunto. A pesar del intento, de nuevo se vuelve a caer en la falta de diálogo con el entorno, ya que la escultura aterriza en la plaza sin orden ni concierto aunque sí que busca cierta centralidad en la misma.

Pastora Imperio (2006)

Sin duda uno de los monumentos menos acertados de todos estos años es el de Pastora Imperio, que parece haber caído del cielo en el cruce de la calle O'Donnell con Velázquez. La relación con el entorno es nula y la escala deja también bastante que desear. El retrato de medio cuerpo es muy complicado de encajar como monumento público, funciona bien como pintura o como escultura decorativa a pequeña escala, pero sobre un pedestal en medio de una plaza o de una calle, es difícil lograr un buen resultado.

Antonio Machín (2006)
La escultura dedicada a Antonio Machín vuelve a resultar extraña al ubicarse en un extremo de la plaza Carmen Benítez. Se busca una relación con la capilla de la Hermandad de los Negritos, entidad promotora del monumento, pero dando la espalda al espacio público donde se erige la figura.

Monumento a Clara Campoamor, obra de Anna Jonnson (2007)
Muy criticado ha sido el monumento a Clara Campoamor de la Plaza de la Pescadería, quizás por ser de los pocos que rompen con el modelo establecido. La escultora, extranjera, no ha realizado un busto ni una escultura de la homenajeada sino que ha querido recurrido al concepto de lo homenajeado. Si Clara Campoamor fue una gran defensora de los derechos de la mujer y principal impulsora del sufragio femenino en España, su monumento representa a una niña que aparece leyendo haciendo referencia a la importancia de la formación para generar un pensamiento crítico.

Ceramistas de Triana (2008)
Precisamente el mismo concepto de abstracción subyace en el monumento erigido en la calle Castilla en homenaje a los "alfareros y ceramistas y al cante por Soleá de Triana", una extraña mezcla que a todas luces no se ha logrado reflejar en el monumento. Se busca cierto lenguaje conceptual para reflejar una idea difusa, pero el resultado deja bastante que desear a pesar de la evidente calidad de la figura infantil.

Condesa de Barcelona (2008)

Regresamos al Paseo Colón para contemplar el monumento dedicado a la Condesa de Barcelona, madre del rey Juan Carlos I. Figura de bronce sobre pedestal pétreo, mismo modelo una y otra vez.


En 2009 se instalaba en el Parque del Alamillo este particular monumento al Quijote, un regalo de la Casa de Castilla La Mancha a la ciudad y que formó parte de una exposición itinerante celebrada en 2005. 

'Solidaridad' de Vicky Camacho (2010)

Y así llegamos a 2010 (ha pasado una década desde la escultura de Eduardo Arroyo) cuando se produce en la ciudad un acontecimiento artístico de primera magnitud pero que ha pasado completamente desapercibido. Se trata del proyecto 'Arte para todos' que durante un verano trajo a la ciudad a una buena representación de artistas internacionales que intervinieron diferentes espacios del Polígono San Pablo. La mayoría de las obras son pinturas murales en diferentes edificios, pero también se realizaron una serie de esculturas que han tardado varios años en ser colocadas. Lamentablemente la colocación de las esculturas no ha contado con un tratamiento del entorno por lo que de nuevo parece como si hubieran caído del cielo sin ton ni son.

Pintura mural de Víctor Ash (2010)

La intervención artística en este barrio no ha tenido el efecto deseado debido a la nula difusión y al escaso seguimiento realizado posteriormente. Aún así, resulta sumamente atractivo recorrer las calles del barrio contemplando las pinturas realizadas.

Pintura mural de Nelson Román (2010)

Monumento al viaje de Magallanes-Elcano (2010)

En el año 2010 se colocaron dos nuevos monumentos públicos en la Plaza de Cuba, en el barrio de Los Remedios. El monumento dedicado al V Centenario de la I Circunnavegación a la Tierra y la fuente solar muestran cómo en Sevilla a la hora de colocar monumentos, no se tiene en cuenta el entorno donde se ubican. Se realiza el monumento para un sitio concreto, se coloca y se adecenta lo que tiene alrededor, pero sin establecer diálogo alguno con su entorno. En el caso de Plaza de Cuba, ¿no se podrían haber aunado ambos elementos diseñándose una fuente más monumental para el centro de la plaza? 

Fuente solar (2010)

Fuente de los poetas (2011)
La segunda fuente instalada en Sevilla en estos años es la dedicada a los poetas de la Generación de 27, una obra de Antonio Barrionuevo y el escultor Sergio Portela. Si bien la escultura tiene un sentido al integrarse dentro del nuevo diseño de los Jardines del Cristina como jardín dedicado a los poetas del 27, chirría tanto su ubicación (al lado de la fuente de Puerta de Jerez) como los materiales empleados. En Sevilla se agradecen siempre las fuentes que aporten frescor, pero en este caso, el emplazamiento quizás es su punto débil. 

Aníbal González (2011)

El concurso celebrado para erigir un monumento a Aníbal González dio como vencedora la obra que podemos contemplar hoy en día en la avenida de Isabel la Católica. La figura se humaniza al bajarla del pedestal y ponerla a la altura de los ciudadanos, pero de nuevo se recurre a esa estética neodecimonónica que no se termina de superar en Sevilla. ¿Necesitaba Aníbal González un monumento? ¿Por qué no le ponemos otro a Talavera o a Espiau? El mejor homenaje que le podemos hacer a este magnífico arquitecto es conservar y mantener en buen estado su obra.

  
Si en un extremo de los Jardines del Cristina se colocaba la fuente de los Poetas, en el otro, dentro de los propios jardines, se instalaba el monumento a la duquesa de Alba. ¿No se podría haber colocado aquí la fuente de los Poetas con un diseño más comedido que se integrase en los Jardines? ¿Debemos colocarle monumentos a toda persona que 'destaque' en la ciudad?

Juan Pablo II (2012)

También fue bastante polémica la escultura dedicada al Papa Juan Pablo II, monumento que no vio la luz hasta la llegada del actual equipo de Gobierno, lo que demuestra hasta qué punto el Ayuntamiento tiene potestad para decidir qué se coloca y qué no en nuestras calles. El mismo Ayuntamiento que levantaba esculturas a toreros y duquesas negaba la del Papa siguiendo un criterio completamente subjetivo. Finalmente la escultura se colocó en plena Plaza Virgen de los Reyes, entorno altamente protegido. ¿Es su sitio? ¿Se hubiera consentido una pieza de Miquel Barceló por ejemplo en esta misma ubicación?


Entre los últimos monumentos levantados en la ciudad se encuentra el de Pepe 'el Perejil'. El Ayuntamiento ha abierto la puerta a erigir monumentos a todo el que tenga el dinero suficiente como para levantarlo. Una vez abierta va a ser imposible cerrar esta puerta. Lamentablemente no tenemos mecenas en Sevilla que opten por regalar obras de arte que engalanen nuestra ciudad y contribuyan a aumentar el patrimonio público.

Crucero de la calle Adriano (2014)

El culmen del monumento sin sentido es el crucero que se colocó el año pasado en la calle Adriano. Se supone que recupera una cruz que existió hace siglos y de paso conmemora la llegada de la Nao Victoria en 1522. El resultado es anodino y está completamente fuera de lugar. Mucho más comedido es el crucero que ha levantado la Hermandad del Museo en la plaza delantera a su capilla. Su principal virtud es que pasa bastante desapercibido, pero de nuevo asistimos al uso privativo de un espacio público, cualquiera con dinero puede llegar y colocar su monumento en la vía pública sin que exista un órgano que regule su idoneidad.

Crucero Plaza del Museo (2015)
Terminamos el reportaje con una imagen que resume a la perfección el uso del monumento público en la Sevilla de los últimos años. Tras la última remodelación de la Alameda de Hércules se colocó en uno de sus extremos este extraño homenaje compuesto por tres esculturas que no tienen absolutamente nada que ver entre ellas: la Niña de los Peines, Manolo Caracol y el torero Chicuelo. La diferencia de escalas es evidente, al igual que el nulo diálogo entre las esculturas, pero lo peor de todo es el uso del monumento público como elemento de quita y pon, ya que las dos primeras estaban antes en otro lugar y se han movido para aterrizar aquí sin justificación artística alguna.


Culmina aquí esta serie de reportajes sobre el monumento público en Sevilla, una evolución que como hemos visto ha ido reflejando el devenir artístico de la ciudad en cada momento hasta el momento actual, en que se ha roto con toda referencia contemporánea. Urge la creación de un organismo que regule la instalación de esculturas en la vía pública e incluso se debería contemplar la retirada de alguna de ellas. Nuestras calles y plazas no pueden convertirse en el escaparate donde colocar la ilusión de un determinado grupo de personas por mucho que consideren que están rindiendo un homenaje a tal o cual persona. Este reportaje no pretende ofender a ninguna de las personas homenajeadas, tan sólo es una invitación a reflexionar sobre el papel del monumento público en nuestra ciudad y sobre la escasa presencia del arte contemporáneo en nuestras calles y plazas.

1 comentario:

Lourdes dijo...

Un interesante articulo Sergio. Todos los que paseamos por Sevilla nos hemos ido encontrando estas esculturas sin darnos cuenta de que las han puesto nuevas. Asi me paso con la de Juan Pablo II, escondida y alineada con los arboles, me la encontre recien colocada en el mes de agosto ¿fue a proposito para no levantar polemicas?. Estoy de acuerdo que muchas estan desubicadas, algunas son bonitas y otras dejan bastante que desear. ¿Lo apuntamos para a hacer una ruta?